A la edición 60 de los Grammy, realizada en Nueva York en enero de 2018, Childish Gambino llegó con nominaciones en dos de los premios principales, más otro triplete en las categorías de R&B, en reconocimiento a su tercer disco, Awaken, my love!. La miel, sin embargo, fue para Bruno Mars y su 24K Magic, debiendo conformarse con un gramófono a Mejor interpretación tradicional de R&B, bastante menos que los cinco de Kendrick Lamar, el gran favorito de la noche.
Un año después, ahora en Los Angeles, vino la revancha. Con "This is America", su explosiva canción sobre el racismo y la violencia policial que deslumbró tanto por su letra como por su video -influenciado por filmes como Ciudad de dios, ¡Madre! y ¡Huye!-, el alter ego musical de Donald Glover se llevó los premios a Canción y Grabación del año (también sumó Mejor interpretación de rap y Mejor video musical). Dos galardones que habían sido negados por años al rap, pese a los intentos de nombres tan relevantes como Lamar, Kanye West, Jay-Z y Drake.
Ese momento de contornos reivindicativos no contó con la presencia del músico -que decidió no asistir en protesta por el histórico desdén de los Grammy hacia el género en las categorías principales, en los últimos años cargado hacia artistas como Adele, Sam Smith y Bruno Mars-, pero de todas formas la Academia timbró la muestra más potente de que hoy está dispuesta a abrazar la música que incomoda al conservadurismo y, en particular en el caso de Gambino, donde esa apertura alcanza para distinguir a un creador que compone contra la represión y la discriminación en plena era Trump, con la misma inteligencia y fuerza que lo hace en la TV con la serie Atlanta, que protagoniza y escribe.
En una ceremonia dominada por mujeres, lo de Glover sólo fue una de las pruebas de que la mayor institución de la música, en 2019, desea dar respaldo al pop con ambición de mover el cerco.
Aunque menos conocida fuera de EE.UU., la cantante de country Kacey Musgraves (30) se alzó con el galardón a Álbum del año, por Golden hour, e igualó con Gambino en premios (cuatro). Pese a lo que dicta la tradición de su género, desde el inicio de su carrera discográfica, en 2013, se atrevió a incluir en sus letras alusiones a la marihuana y relaciones lésbicas. No sólo "Follow your arrow", single de su álbum debut, se considera un himno para la comunidad queer, sino que también ha extendido su apoyo con participaciones en eventos LGBT y en declaraciones como las que dio al Huffington Post, en que comentó que soñaba con "el día en que tengamos un ícono gay en el country".
Como Gambino y Musgraves, el sello que le imprime Brandi Carlile (37) a su música también es político, pese a lo dulces que puedan parecer sus arreglos. Para su tema "The joke" -que le dio dos de los tres Grammy que ganó el domingo- se inspiró en la situación de Siria y, según adelantó a The Guardian, en una nueva canción que aún no lanza está la frase "la NRA puede besar el trasero de mi país", aludiendo a la Asociación Nacional del Rifle. Una figura LGBT (se reconoce como lesbiana) y anti Trump que vivió su momento de mayor gloria, al llegar como la mujer más nominada -seis, las primeras de su carrera- y brindar una de las interpretaciones más sólidas.
De acuerdo a datos preliminares, la ceremonia vivió una tenue mejora en la sintonía, en caída libre en los últimos años. Pero la Academia al menos puede jactarse de haber premiado lo más arriesgado y contingente, en desmedro de la convención.