Quien diera el discurso más breve se llevaría, además de la estatuilla dorada, otro obsequio: una moto de agua avaluada en $ 11 millones. La promesa era parte del arsenal cómico del anfitrión de la ceremonia, Jimmy Kimmel, pero también un llamado juguetón para que los ganadores de las 24 categorías de los últimos premios Oscar ayudaran a que el show fuera más breve, una de las mayores preocupaciones del canal ABC y la Academia en los años recientes, en que el público ha sido esquivo.
Lo de Kimmel terminó siendo paradójico, porque la cita tuvo la mayor duración desde 2002 (casi cuatro horas) y, para peor, los Oscar lograron los peores números desde que se mide la audiencia: 26,5 millones de espectadores. La creación de una nueva estatuilla a "Mejor película popular" y la eliminación de algunas categorías de la transmisión en vivo fueron las medidas anunciadas en agosto, para repuntar en su próxima edición de este 24 de febrero.
Más allá que sólo la segunda de esas novedades sigue en pie (los ganadores en Fotografía, Montaje, Maquillaje y peinado, y Cortometraje de ficción serán anunciados en comerciales) y cada cambio ha provocado rechazo, la situación de los principales premios de Hollywood es aplicable a lo que viven otras ceremonias televisadas, cada vez más lejanas de las preferencias del público. En el ámbito de los reconocimientos a la TV, los Emmy de septiembre registraron su peor rating de la historia, tal como en 2015 y 2016. Poco importó que entre los nominados estuvieron las populares Game of thrones, Stranger things y The crown, o que Netflix por primera vez superara en candidaturas a HBO.
Con más margen para el espectáculo y generar postales inesperadas, los Grammy del domingo pasado mostraron una leve mejoría, luego que en la edición de 2018 marcara sus peores números desde 2009. Fueron 19,9 millones lo que sintonizaron la premiación, una cifra superior en 100 mil al año anterior, pero que de todas formas fue menor a la esperada, considerando la aparición de Michelle Obama y que hubo shows de figuras que lideran la escena, como Lady Gaga o Dua Lipa.
En 2016, en un artículo títulado Y el perdedor es... ¿por qué todo el mundo está harto de las ceremonias de premios?, The Guardian sugería que una razón de la baja audiencia de este tipo de programas podía ser el excesivo auge de premiaciones en televisión, entre las que también están los Critics Choice, los People Choice, los galardones de MTV y los Billboard. Pero además, en la era de gloria del streaming, una ceremonia de varias horas y numerosos cortes no parece el mejor panorama para un segmento importante de la población.
Con el antecedente de que los últimos Globos de Oro tuvieron números muy similares al 2018 -premiando a Bohemian rhapsody y Green book-. ahora los Oscar aspiran a extenderse por tres horas y transmitir sólo 20 de las 24 categorías, además de no tener un conductor por primera vez desde 1989 (luego de la polémica salida de Kevin Hart). El costo ha sido que han emergido críticas desde cineastas como Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, disconformes con las omisiones de Fotografía y Montaje. Ayer, un paso más allá fue el director Joss Whedon (Avengers), quien en Twitter escribió: "Creo que fue una elección valiente de la Academia eliminar la categoría de 'espectadores'".