Es 1932. El joven Henri Cartier-Bresson, de 24 años, recorre su natal Francia en búsqueda de situaciones atractivas para fotografiar. Por esos días recién se está fogueando como profesional de la cámara. El año anterior había publicado su primer fotorreportaje con imágenes tomadas durante un viaje a Costa de Marfil. Porque esa era su idea. Recorrer el mundo en búsqueda de lo que llamaba "el momento decisivo".
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Cartier-Bresson y su cámara Leica[/caption]
Precisamente fue durante una visita en el poblado de Hyères, ubicado en el sureste a orillas del Mediterráneo, en que Cartier-Bresson se topó con uno de esos instantes que solía esperar con paciencia de artesano. Sentado en una escalera, preparado con cámara en mano, de pronto sintió que alguien venía pedaleando. Veloz, disparó.
La imagen, tomada desde arriba -un plano picado-, tiene dos elementos principales, el ciclista y la escalera. Ambos están distribuidos en puntos separados siguiendo la estructura de los tres tercios, que divide la imagen en zonas. Además la curva de la acera enfatiza el sentido en que pedalea el sujeto, quien justo aparece en la única parte del encuadre en que nada está en contacto con su cuerpo.
Cartier-Bresson trabajaba con una pequeña máquina fotográfica Leica con una focal de 50mm. No le gustaba procesar en demasía sus fotos pues pensaba que la gracia estaba en la observación. Por ello solo encargaba los revelados a laboratorios profesionales, para preservar al máximo la imágen original.
Con los años el francés fue testigo del siglo XX: estuvo en la Guerra Civil Española, en la Segunda Guerra Mundial y retrató a personajes como Pablo Picasso, Marie Curie, Édith Piaf y Ernesto "Che" Guevara. En 1947, él junto a Robert Capa, Bill Vandivert, David Seymour y George Rodger fundaron la Agencia Magnum con la que recorrieron el mundo haciendo fotorreportajes. Se retiró de la actividad en 1970.