Lo intentó en dos ocasiones, pero fracasó. Wim Wenders tenía ganas de llevar a la gran pantalla una de las novelas de Patricia Highsnith, pero los derechos de todos sus libros ya estaban vendidos a oros proyectos cinematográficos. Alguien le comentó a la autora el interés del alemán por su trabajo. Ella decidió darle una chance y le invitó a una reunirse en Suiza. Tras una charla, la escritora le entregó un manuscrito inédito titulado El juego de Ripley. Ese texto fue el que sirvió de base para El Amigo Americano (1977).

Ya con el guión, el director comenzó la búsqueda de los actores que encarnarían a los personajes principales: Tom Ripley, un inescrupuloso mercader de obras de arte, y Jonathan Zimmermann, el dueño de una tienda de marcos. Para el primero pensó en John Cassavetes, pero se negó y en su lugar, sugirió a Dennis Hopper. Para el segundo confió en Bruno Ganz.

Por esos días, el actor suizo se hacía un nombre en el cine europeo. En 1976 fue parte del elenco de Lumiere, una película de por la que obtuvo muy buenas críticas. Tres años antes, la revista alemana Theater Heute, especializada en teatro, le había entregado el premio al actor del año. Es decir, el intérprete estaba en un momento de ascenso en su carrera.

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Ganz y Hopper en El Amigo Americano[/caption]

La cinta, un intenso thriller, narra la extraña relación entre Ripley y Zimmermann, quienes por una causalidad se conocen y se involucran en la muerte de un gángster, lo que ocasionará una serie de enredos y oscuras maniobras. Pronto se encontrarán en un callejón sin salida.

Cuando se estrenó, a Highsnith no le gustó. Sintió especial aversión por el rol de Hopper. Aunque con los años, cambiaría de opinión. El actor estadounidense había sido el responsable del nombre definitivo para la película.

La cinta se presentó en el Festival de Cannes de 1977 y luego representó a Alemania Federal como candidata a ingresar en la selección de Mejor Película Extranjera en los Oscar del año siguiente, pero finalmente no quedó. Ese año, el triunfo se lo llevó la película francesa Madame Rosa.

Pero no todo fue tan malo. El Amigo Americano marcó el comienzo de la sociedad entre Wenders y Ganz, la que seguiría en filmes como El cielo sobre Berlín (1987) y su secuela ¡Tan lejos, tan cerca! (1993).

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