Es su primera vez en Chile y quizás no tuvieron la mejor de las bienvenidas. "Cuando llegamos al aeropuerto, la policía se nos acercó y nos dijo 'vengan con nosotros'. Nos pusieron a un lado a esperar y de la nada aparecieron dos cámaras de televisión, parte del programa Control de fronteras. Nos preguntaron el significado del nombre de la banda; después me di cuenta que se traduce como Colectivo Sospechoso, lo que no fue una buena jugada para un tema fronterizo", cuenta entre risas Brano Jakubović, tecladista del colectivo bosnio Dubioza Kolektiv, en referencia al espacio que Mega está grabando en torno al ingreso y salida de pasajeros en distintos lugares del país.
Pero no había nada que temer ni sospechar. El conjunto es uno de los más populares de la península de los Balcanes, ha adquirido un discurso social y político precisamente para hablar de una zona siempre conflictiva, y aterrizaron el viernes para presentarse anoche en el festival multicultural Womad que se hace durante este fin de semana en Recoleta. Con ese trayecto, han llamado la atención de Manu Chao o Billy Gould, bajista de Faith No More que precisamente los acompaña en esta visita, en una suerte de padrinazgo estelar tras conocerlos en Sarajevo en 2007.
"Creí que estaban haciendo algo muy diferente y también tienen una perspectiva de la que la gente se podría beneficiar", explica Gould. "Teníamos 13 y 14 años, y como ciudadanos de Saravejo, que estuvo bajo asedio por tres años, no te podías ir. La única forma de alejar toda esa locura de tu mente era dedicándose a la música", señala el tecladista.
Luego relata: "Tuvimos la peor experiencia por la ex Yugoslavia, casi la mitad de la población tuvo el mismo destino de huir del país como refugiados, así que realmente entendemos a los inmigrantes. No hay por qué tener miedo a la llegada de nuevas personas, siempre es algo bueno".
Por lo demás, el grupo surgió en 2004 en un contexto tan aislado de los grandes mercados de la música, que ellos mismos debieron preocuparse de su presupuesto, de grabar y diseñar sus discos, y de promocionarse a través de diversas plataformas. Así, saltaron a festivales como Glastonbury o Roskilde.
Jakubović sigue: "En los 90, la guerra nos ayudó mucho, porque aprendes: quieres tocar, pero no puedes porque no hay electricidad en la ciudad por tres meses. Después encuentras un lugar cerca de la frontera, donde hay estaciones de policías, quienes tienen generadores. Entonces te acercas, ves cómo robarles Internet y al día siguiente puedes tocar. Siempre hay formas de inventar pequeños proyectos".
Toda una experiencia que han adherido a un estilo que cruza hip hop, rock, reggae y folk bosnio, aunque recalcan: como músicos les importa más "el mensaje que como suena". Gould se suma: "el punto es ponerlos frente a una audiencia, porque los entenderán inmediatamente, pero no siempre puedes describirlo con palabras".