Whiskys dobles todo el día, una cadena de deudas con el arrendador de su departamento y un rechazo endémico a cualquier reunión social que le allanara el camino para un nuevo trabajo. En el año 1992 los ingredientes de la vida de la escritora Lee Israel eran perfectos para causar su bancarrota financiera y emocional. Tras el fracaso en ventas de su biografía de la magnate de los cosméticos Estée Lauder, la escritora llegó a un callejón sin salida cuyo síntoma básico fue el síndrome de la página en blanco.
Fue en ese momento cuando recurrió, como medida desesperada, a la venta de algunas cartas valiosas recolectadas en su trabajo como biógrafa, entre ellas una de la actriz Katharine Hepburn. Ahí también cayó en cuenta de su gran capacidad para imitar el estilo de escritura de personajes del arte, preguntándose: ¿Y si falsificara una carta? ¿Y si pagara las deudas con un par de misivas falsas a anticuarios desprevenidos?
Aquella es la semilla de las falsificaciones de Lee Israel (1939-2014), la escritora estadounidense que a principios de los años 90 falseó alrededor de 400 cartas. Eran en gran parte misivas atribuidas a narradoras y columnistas clásicas de su país, incluyendo a Dorothy Parker, Lilian Hellman y Edna Ferber, pero también inventó correspondencia del dramaturgo británico Noël Coward, el Nobel estadounidense William Faulkner y los actores Marlene Dietrich y Humphrey Bogart.
Personaje incómodo y casi legendario en el mundo de los anticuarios y bilbliotecólogos norteamericanos, Lee Israel es el alma de la película ¿Puedes perdonarme? (2018), de la realizadora estadounidense Marielle Heller, conocida por Diario de una chica adolescente (2015), premiada en Berlín y Sundance.
Desde su estreno en el Festival de Telluride en octubre, ¿Podrás perdonarme? ha encontrado una aprobación crítica unánime en EE.UU., destacando el tono desencantado de la historia y el gran nivel de la comediante Melissa McCarthy en el rol de Lee Israel y el del actor inglés Richard E. Grant como su compinche de engaños Jack Hock.
McCarthy y Grant fueron nominados a los Globos de Oro y actualmente están en la pelea por el Oscar respectivo a Mejor actriz y actor secundario, dos de las tres postulaciones del filme, junto a Mejor guión adaptado. Aunque en esta categoría las apuestas y predicciones le daban hasta hace poco favoritismo a El infiltrado del KkKlan (2018), de Spike Lee, la película de Marielle Heller se quedó antes de ayer con el premio a Mejor guión adaptado del Sindicato de Guionistas de Hollywood (WGA). Ellos mismos votan por el Oscar junto al resto de los cuerpos colegiados y, en ese sentido, no sería una sorpresa que se repita la preferencia en la ceremonia del próximo domingo.
Una verdad incómoda
La película, cuyo título procede de una carta falsa de Lee Israel en la que supuestamente la periodista Dorothy Parker se disculpaba de una noche de borrachera, tuvo una larga gestación. Descrita por sí misma como "desagradable" y "difícil", Lee Israel está en el extremo opuesto de los personajes edificantes. Aunque pagó sus delitos de falsificación con arresto domiciliario y trabajos comunitarios, Israel nunca manifestó arrepentimiento de sus engañosos escritos.
La película de Marielle Heller es capaz de hacer de ella un personaje cercano y hasta entendible. Aquello no es raro desde el momento en que el guión se basa en sus memorias, publicadas en 2008. Junto a Jack Hock, un dandy gay de origen británico y aficionado a la cocaína, Lee Israel forma una magnífica pareja de perdedores con cierta dignidad. Ella, también gay y definitivamente alcohólica, jamás deja de creer en sus condiciones literarias.
En una escena bastante gráfica se la ve asistiendo a regañadientes a una fiesta de escritores. Desde lejos se escucha la voz ufana de un autor de bestsellers que explica ante un grupo de seguidores cómo jamás ha sufrido del "síndrome de la página en blanco" debido a su "inagotable energía". Es Tom Clancy (1947-2013), responsable de La caza del Octubre Rojo, entre otros superventas. El gesto de desprecio de Lee Israel lo dice todo.
En la película también se observa cómo su abogado defensor le explica que realmente está en problemas, pero que por otro lado no deja de estar asombrado por el nivel literario de sus misivas fraudulentas.
Con prohibición permanente de entrar a cualquier biblioteca y universidad de Estados Unidos (desde donde solía copiar y robar cartas), Lee Israel terminó sus días como correctora de pruebas de la editorial Scholastic. Fue en esa época que también publicó su controvertida autobiografía, resistida por muchos debido al prontuario de la autora. A ella, en realidad, no le importó demasiado lo que los demás dijeran. Pensaba que sus condiciones iban más allá de cualquier juicio contingente. Por eso, cuando supo que Hollywood deseaba llevar su vida al cine, no se sorprendió.
Así lo resumía hace un mes la productora de la cinta, Nicole Holofcene, al diario The Guardian: "Lee Israel estaba halagada de que se hiciera la película, pero no le parecía raro. Por el contrario, creía que de cierta forma lo merecía".