Uno de los suyos pudo haber hecho historia ese día. Las más de 30 familias de la comunidad Quechurehue, situada en las profundidades de Cunco, en la Araucanía, sabían que ese martes 23 de agosto de 2016 se entregaría el Premio Nacional de Literatura. Y Elicura Chihuailaf (1952), nacido y criado allí, era el primer escritor mapuche en ser postulado al galardón. Muy temprano, esa misma mañana, el autor de Recado confidencial a los chilenos recibió el apoyo transversal en redes sociales. Pero el premio recayó en Manuel Silva Acevedo.

"Yo lo visualicé posteriormente. La campaña -impulsada por la U. de La Frontera- tuvo mayor impacto del que yo hubiera imaginado a lo largo de Chile", comenta Chihuailaf al teléfono desde su casa, cerca del Lago Colico. "Vi y sentí ese apoyo en mis viajes por el país. Y mucha gente pensó que el Premio Nacional era en ese momento para mí. En mi comunidad estaban todos expectantes, y pensé que podía ser una gran oportunidad de que nos escucharan, de habernos mirado y comenzar un camino distinto. Hay que asumir, como pueblos, esas vertientes que nos unen", agrega.

A fines del 2018, la Fundación Neruda reeditó su libro Sueños de canto de azul, de 2008. Allí, Chihuailaf resalta el valor de la palabra y la voz de sus ancestros, y articula un mensaje ambientalista y de reivindicación y justicia para los pueblos originarios. "Estamos aquí hermanos, hermanas/ cisnes de alas extendidas/ ofreciendo blanco perfecto al cazador", escribe en uno de los poemas del mismo volumen.

"Comencé a escribir por necesidad, y lo hice por nostalgia, no para publicar libros ni con la pretensión de llegar a la literatura. Mi preocupación no es el artilugio", comenta. "Yo he hablado más bien de la 'oraliteratura', y de la posibilidad de canto y comunicación de aquello que cada ser humano lleva en sí mismo, que es la voz de sus ancestros y la memoria. Algunos dirán que es una poesía menor, pero me tiene sin cuidado", añade.

-Ud. tradujo al mapudungun a Neruda, a Mistral e incluso a Ercilla. ¿Cómo ha visto esas lecturas entre los jóvenes y niños mapuche?

-Creo que mostró una manera distinta de ver y leer a esos autores fundamentales y que pertenecieron al Chile profundo. Pero no existe aún un programa bilingüe que revele el impacto que pudieron haber tenido. Sí fue un trabajo complejo, por los neologismos en Neruda, por ejemplo, o en el caso de La Araucana, que hubo que hacer una versión en castellano cotidiano y luego traducirlo al mapudungun.

En pocas semanas, cuenta, viajará a Santiago, para presentarse en un concierto poético junto a la cantora Natalia Contesse en el Teatro Nescafé de las Artes, el próximo 8 de marzo. El recital se titula Esencial, se estrenó a mediados de 2017 en Chillán, luego pasó por Concepción y finalmente recalará Santiago. En él, Chihuailaf deja que la música lo acompañe para volver a instalar su preocupación por la naturaleza y su preservación.

"El concierto me permite potenciar la musicalidad que tiene la palabra mapudungun. Esa palabra sencilla, pero que cobra otra resonancia cuando le toca comunicar lo que está sucediendo. Preocuparnos del aire y el agua es fundamental, y lo que nos toca hacer es luchar contra el egoísmo y la codicia de unos pocos", opina.

-Van más de 50 mil hectáreas consumidas por el fuego en el sur. ¿A qué lo atribuye?

-Todos estos incendios son cuestiones anunciadas. El gran problema, insisto, y no solo en la llamada Región de la Araucanía sino en todo Chile, es la contaminación de las aguas, del aire y la desaparición lenta pero creciente de las napas de agua. También lo son las forestales. Piensa que Chile es hoy una gran plantación de pinos y eucaliptos, y se lo debemos al empresariado y al Estado chileno, que ha ejercido un colonialismo inusitado.

-¿Qué rol ha cumplido el Ministerio de las Culturas en el diálogo con los pueblos originarios?

-Lamentablemente, vemos que se ponen muchos visillos que se transforman en voladeros de luces. Implican una necesidad, pero no van de la mano de lo principal. Porque, si ya hay un Ministerio de las Culturas, ¿dónde está el trabajo para que cambiemos la historia y que no haya una versión oficial que desplace al pueblo mapuche? Dejan de tener sentido, entonces, muchas iniciativas del Estado, y se siguen generando episodios de exclusión, como el del señor de la empresa Gasco, que echó a personas de su jardín y que en realidad es el jardín de todos los habitantes de este lugar aún llamado Chile. Hay que derribar la muralla que unos pocos levantaron con conceptos unívocos, y que nos hablan de desarrollo y de legalidad. Pero se han olvidado completamente de la legitimidad, y es eso lo que debemos recuperar.