Hay fantasmas rebeldes que entran una y otra vez por cualquier grieta de la casa. En la vida de la directora de cine Lissette Orozco (1987) hay uno que ella misma dejó entrar hace años. El martes la volvió a sacudir al enterarse de las noticias. Decían que su tía, Adriana Rivas González, había sido detenida en Sydney (Australia), donde vive hace 40 años.
Contra Rivas pende la acusación de presunta participación en el secuestro y desaparición de siete integrantes de la cúpula del Partido Comunista entre 1976 y 1977. Además, Rivas fue una de las personas más cercanas y secretaria personal del ex jefe de la DINA, Manuel "Mamo" Contreras.
"Cada vez que ella reaparece en mi vida es como un fantasma. Es exactamente lo que está pasando ahora con su detención en Australia", comenta Lissette Orozco desde Bogotá (Colombia), donde vive hace un año y ocho meses. Ahí mantiene una compañía cinematográfica (Salmón Producciones) junto a su pareja colombiana. Prepara una película documental que se llamará Después de Leonor, segunda cinta tras El pacto de Adriana, que justamente contaba la historia de Rivas. La "Tía Chani", para la familia.
A través de entrevistas con ella y también con abogados y víctimas de violaciones de derechos humanos, Orozco registró un proceso insólito: la toma de conciencia de quien era realmente la carismática "Tía Chani". Es, por lo tanto, el desenmascaramiento de una mujer que en la infancia de Orozco fue modelo de independencia y jovialidad, pero a la que su propia familia nunca le cuestionó sus lazos con organismos de represión. Hasta que apareció Orozco, su exadmiradora infantil.
En El pacto de Adriana, ganadora del Premio de la Paz en el Festival de Berlín 2017, la directora parte acercándose a Adriana Rivas a través de una serie de recuerdos en común: los regalos que ella traía cada Navidad desde Australia, las anécdotas de su vida, los juegos infantiles.
Luego, intempestivamente, la realizadora introduce la sombra: hay acusaciones graves en contra de su tía y debe preguntar. ¿Es verdad que trabajó para Manuel Contreras? ¿Participó en torturas?
Al principio, Orozco pareciera no querer creer lo que le cuentan, pero la evidencia se impone: a Adriana la detienen en el aeropuerto, le impiden la salida del país, hay una orden de arresto. Finalmente se fuga en el año 2011 y en 2014 la Corte Suprema formaliza una orden de extradición.
El filme contiene varias conversaciones de Orozco con su tía en Sydney, donde se defiende una y otra vez de las inquisitivas preguntas. En una parte llega a decir: "¿Por qué me voy a entregar yo si no he hecho nada malo?". En otras partes parece hacerse sus propias zancadillas: "Como yo sabía inglés me pusieron a traducir lo que llegaba en microfilm, todos los mensajes entre bandos comunistas que se pillaba en los allanamientos".
Tras el estreno de la cinta, Adriana Rivas y parte de la familia de la realizadora cortaron relaciones con ella. "No le guardo odio ni rencor. Sólo me gustaría que reconociera muchas cosas y que fuera un aporte. Es la única manera en que puede trascender. Es decir, ayudando a que se conozca la verdad para que se haga justicia en los casos en los que se la involucra", dice Orozco.
Luego recalca: "En este caso, como en muchos otros en Chile, no se han llevado debidamente a tribunales a los responsables de los hechos. Mi tía nunca ha enfrentado a la justicia ni un eventual veredicto. No se ha hecho justicia".
El caso de Adriana Rivas es tan singular que ayer Lissette Orozco viajaba a Europa para presentar su documental en el Festival de los Derechos Humanos de Valencia (España). El terco fantasma no desaparece, pero la cineasta lo pone todo en perspectiva: "A larga, hacer El pacto de Adriana fue bueno. Me ha ayudado y me permite enfrentar mejor mi nueva película, Después de Leonor, que es acerca de otra chica, esta vez colombiana, que también descubre un secreto familiar".