Fue una derrota para Netflix, que desembolsó 25 millones de dólares en su campaña de promoción, y un traspié a la avanzada del cine del mundo en Hollywood: por primera vez parecía que la Academia de California se iba a inclinar por un largometraje en un idioma que no fuera el inglés. Sin embargo, el cine americano y quienes lo premian son animales de costumbre, al viejo estilo. La mayoría de los miembros de la Academia siguen siendo mayores de 40 años y los integrantes fuera de EE.UU., son aplastante minoría. Por eso, entre otras razones, ayer fue Green Book y no Roma la obra que se quedó con el Oscar a Mejor película.
La primera y no bien interpretada señal de que el filme de Peter Farrelly con Viggo Mortensen y Mahershala Ali podría sorprender en los premos de la Academia fue el 19 de enero. Ese día la Asociación de Productores de Hollywood (PGA) le concedió el galardón de Mejor película a Green Book. Al parecer, sin embargo, ni los críticos ni los predictores de trofeos tomaron en serio el indicador.
Basada en un caso real de comienzos de los años 60, Green book es la historia de amistad entre el pianista negro Don Shirley (Mahershala Ali) y el guardaespaldas ítaloamericano Tony Lip (Viggo Mortensen). El primero, de cultura refinada y buen pasar económico, contrata al segundo para que le conduzca su Cadillac en una gira que hará en el sur profundo de EE.UU. Juntos se hacen amigos y vencen las adversidades del racismo, la incomprensión y los prejuicios,
Pero Roma al menos se pudo contentar con otras cuatro estatuillas, incluyendo Mejor director, Mejor fotografía y mejor película extranjera, los tres para su realizador Alfonso Cuarón. Green book, por su parte obtuvo Mejor guión y Mejor actor secundario para Mahershala Ali.
Una de las grandes beneficiadas de la noche fue Bohemian rhapsody, el biopic de Freddie Mercury que se impuso en número de estatuillas con 4 Oscar, entre ellos Mejor actor para Rami Malek. En rigor, esa estatuilla podría haber sido parte del guión de la ceremonia. A pesar de las magníficas interpretaciones de Christian Bale en El vicepresidente o Willem Dafoe en At eternity's gate, Rami Malek siempre fue el dueño del Oscar como Freddie Mercury. Al recibir el premio de manos de Gary Oldman simplemente ratificó la calidad de tal.
Quien no era dueña de nada y probablemente se fue del Teatro Dolby creyendo que lo que tenía en sus manos era un pequeño fantasma fue la actriz inglesa Olivia Colman, ganadora del Oscar a Mejor actriz por su rol de la inestable reina Ana de Inglaterra en La favorita. Desde que hace dos meses atrás Glenn Close obtuvo el Globo de Oro por La esposa, la estadounidense era la favorita. Y, recientemente, se asomaba como eventual aguafiestas de su suerte la mexicana Yaritza Aparicio. Finalmente la talentosa Colman le aguó la gran fiesta a la no menos dotada Close.
Relativamente sorpresivo fue también el Oscar a Mejor guión original para Green book, donde La favorita parecía tener más posibilidades en el papel. En su categoría prima hermana de Mejor guión adaptado si que triunfó el filme que corría con cierta ventaja como preferido: El infiltrado del KkKlan, donde en el guión intervino el realizador Spike Lee. Vestido de púrpura y junto a su troupe de guionistas subió al escenario y entregó un discurso en su estilo: político, algo incendiario y con ciertas dosis de de humor.
En la categoría de Mejor actriz secundaria las preferencias fueron para la favorita Regina King por If Beale Street could talk, una película que hasta ahora no se ha estrenado en el país. En tanto Mahershala Ali se llevó su segundo Oscar como Actor secundario, esta vez en el rol de George Shirley en Green book.
En los apartados musicales Lady Gaga confirmó su favoritismo absoluto con el Oscar a Mejor canción para la película Nace una estrella, pero curiosamente otra vez Pantera negra sorprendió cuando su compositor Ludwig Göransson obtuvo la estatuilla a Mejor banda sonora. En realidad, el filme del superhéroe anduvo bien en los galardones, con tres estatuillas en total.
La ceremonia de este año partió en las mejores manos posibles. Es decir con la introducción de tres comediantes infalibles: Amy Poehler, Tina Fey y Maya Rudolph. Saben lo que hacen y acertaron con aquellos chistes sobre el abortado y poco feliz plan de de la Academia de ofrecer tandas comerciales mientras se entregaban Oscar en cuatro categorías.
En rigor, a falta de un conductor central, la Academia decidió reclutar un ramillete de figuras en varias categorías, entre ellas algunas celebridades fuera del radio de Hollywood. Una de ellas fue la ex tenista número 1 del mundo Serena Williams, que presentó la película Nace una estrella. O el chef español José Andrés, que junto a Diego Luna introdujo el filme Roma. También estuvo el cantante Pharell Williams, ganador de 11 premios Grammy, quien adelantó la categoría Mejor película animada. Y, claro, la reciente triunfadora de esos mismos premios Kacey Musgraves, introdujo la canción nominada del filme The ballad of Buster Scruggs.
En general se trató de un show rapídisimo (duró 3 horas 18 minutos, frente a las 3 horas y 40 de rigor), pero al mismo tiempo bastante plano y gris. Es decir se notó la ausencia de un maestro de ceremonia. Pero hubo algo que se notó más: en el In Memoriam que recuerda a los fallecidos no hubo espacio para el gran realizador Stanley Donen. Dirigió Cantando bajo la lluvia, uno de los mejores musicales de la historia, y cuando le entregaron el Oscar honorario en 1998 recibió la estatuilla bailando tap y cantando el clásco Cheek to cheek.