Una decepción
Al contrario de lo que ocurrió con Felipe Avello, que triunfó sin mover un ápice su estilo o de Dino Gordillo, que apeló al sentimentalismo en una actuación machista, kitsch y bochornosa, Jani Dueñas extravió su camino.
No hay justificación posible para la rutina que decidió presentar anoche Jani Dueñas. Y no, el problema no estuvo en que fuera mal programada y el público de Marc Anthony no fuera el suyo. Tampoco en que quisieran ver a David Bisbal y estuvieran impacientes. La única responsable de su angustiante fracaso es ella misma.
Para una comediante con la trayectoria de Dueñas, su presentación de ayer no se condice con lo que ella sabe hacer. Pero desde el minuto uno todo estuvo mal, con una larguísima introducción de su trabajo que relató con escasa gracia. Los minutos corrieron, el público se mantuvo en silencio y esperó a que asomara algo divertido, pero cuando realmente inició su rutina, no hubo nada que causara un mínimo de risas, con un relato propio del stand up con experiencias personales, pero contados por ella con una seriedad inexplicable y que no encajaba de ningún modo para una presentación en el Festival de Viña. Con un talante que se hizo cada vez más duro, prosiguió, pero no había vuelta.
"Esto es un abandono total", acusó ella porque aún no entraban los animadores, cuando llevaba más de 30 minutos y persistía en escena con ruidosas pifias y con un temple firme, pero contrariada. Intentó echar mano a un recurso penoso para su situación y más propio de los comediantes de la vieja guardia estilo Dino Gordillo –el de pedir sororidad y asegurar que habían pocas mujeres feministas-, se enfrentó erróneamente al público, desafiante, como si ella estuviera en posición de hacerlo. Preguntó si acaso debía contar chistes sobre penes para que se rieran, menospreciando al público. María Luisa Godoy y Martín Cárcamo solo entraron cuando ella los pidió. Los animadores, demostrando un profesionalismo admirable, bajaron las pifias, le agradecieron su presencia y le dieron dignidad a un cierre que había que dar.
Al contrario de lo que ocurrió con Felipe Avello, que triunfó sin mover un ápice su estilo o de Dino Gordillo, que apeló al sentimentalismo en una actuación machista, kitsch y bochornosa, Jani Dueñas extravió su camino, hizo un híbrido entre lo que ella hace habitualmente con un relato definitivamente aburrido y se convirtió en una sorpresiva decepción. Una lástima, para alguien que tiene talento y que ayer no lo lució ni por asomo.
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