El ambiente está caldeado esta tercera noche, se huele sangre. Es un público más joven y enérgico que la jornada anterior y los gritos previos al ingreso de los animadores hacen sentir esa diferencia hasta que un cántico supera los anuncios de desbande: "¡Virginia, escucha, devuelve la galucha!" vocifera el gentío, en referencia a la infame división del sector más popular de la Quinta Vergara para cobrar más. El monstruo, bendito sea, ha resucitado y un par de horas más tarde bien lo sabrá Jani Dueñas.
Los animadores arremeten con las consabidas frases de bienvenida pero el resultado es cuesta arriba y María Luisa Godoy se lleva señales claras de reprobación. Cuando presentan a las autoridades encabezadas por la alcaldesa Virginia Reginato la pifiadera que en los días previos se logró manejar resulta monumental y no hay cortina musical que logre disimular los silbidos. La pareja de conductores corta por lo sano y rápidamente presentan a Marc Anthony, el astro neoyorquino de la salsa de 50 años. Mientras las redes sociales reportan las habituales quejas por el audio en la transmisión televisiva, en la Quinta Vergara la portentosa banda es puro fiato y potencia desde el primer segundo. Marc irrumpe con la parsimonia habitual, el gesto dramático, la emoción apenas contenida, delgadísimo como siempre y guarecido tras lentes oscuros.
Las primeras canciones demuestran que ese registro extraordinario que le identifica no está en su mejor momento. En los primeros versos de "Hasta ayer" por ejemplo la voz se quiebra y se hace inaudible por segundos. Canchero, Marc deja que el público cante y ya sin los lentes las cámaras capturan esa mirada siempre vidriosa encajada en sus características ojeras que sugieren la posibilidad de lágrimas.
Lo que siguió fue un repunte épico e inteligente porque supo acomodar la voz cansada, cedió al público varias líneas y cuando escasamente habló justificó la parquedad diciendo "yo no hablo mucho, vine a cantar".
La salsa se puede convertir en un loop difícil pero Marc Anthony logró quebrar esa sensación con excelentes versiones de "Abrázame muy fuerte" de Juan Gabriel y en particular con una encendida interpretación del gran clásico de José Luis Perales "¿Y cómo es él"?, donde también quedaron en evidencia ligeras fisuras en el registro. La Quinta Vergara perdonó esos detalles porque el número completo contando su carisma y la extraordinaria banda mantuvieron la intensidad sin interrupción. A la altura de "Te conozco bien", la última antes de los premios por libreto, todo el público bailaba y coreaba a una estrella que ha tenido mejores visitas.