Los auténticos buenos amigos se cuentan todo. Lo saben los llamados "three amigos" mexicanos Alfonso Cuarón (1961), Guillermo del Toro (1964) y Alejandro González Iñárritu (1963), quienes suelen comentar sus proyectos entre sí, buscar consejos mutuos y, aparentemente, mantener una saludable competencia de talentos.
Una vieja anécdota del año 1986 comprueba la invencible confianza entre ellos. O, al menos entre dos de ellos: Cuarón y Del Toro. No se conocían, tenían 24 y 22 años respectivamente, pero la serie de ciencia ficción y horror La hora marcada (1986), de Televisa, les dio la oportunidad de realizar capítulos por separado. Cuarón adaptó el relato A veces regresan de Stephen King, y Del Toro, un fan veterano del autor estadounidense, no tuvo demasiados reparos en decirle lo que pensaba: "Porqué hiciste una adaptación tan mala de un cuento tan bueno". Fue el comienzo de su amistad.
A los dos se uniría luego Alejandro González Iñárritu, quien empezó después, pero a la larga se transformó en el más expuesto a los medios. Es él quien ahora está otra vez en primera fila tras ser nombrado presidente del jurado del Festival de Cannes 2019, que irá desde el 14 al 25 de mayo. Es la primera vez que un mexicano ocupa la principal silla de los jueces en el encuentro fílmico francés, el más prestigioso de Europa. Antes, en el Festival de Venecia, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro fueron presidentes en 2015 y 2018, respectivamente.
La llegada de González Iñárritu a Cannes es un signo de los tiempos: cuando medio Hollywood avala por quinta vez el cine de un realizador mexicano a través de los premios Oscar (después de Gravedad, Birdman, El renacido y La forma del agua), su contraparte europea entrega una señal a modo de contragolpe. Para eso le dan el honor a González Iñárritu, que en Cannes siempre ha cosechado sus grandes logros a diferencia de Cuarón, dos veces ganador de la Mostra de Venecia.
Pero, además, este tipo de designaciones y distinciones sirve para corroborar lo que hace meses la crítica internacional ha expresado a raíz del fenómeno Roma: el cine mexicano no vivía tal momento de esplendor desde la era dorada de los años 30 a los 50, con figuras definitivas como Emilio "El Indio" Fernández, o actores y cantantes del peso de Jorge Negrete, Pedro Infante, María Félix o Dolores del Río. Probablemente el volumen de películas y estrellas de aquellos años es imposible de igualar hoy, pero desde el pasado domingo México posee un galardón que le fue vedado a su cine de oro: el Oscar a Mejor película extranjera.
Entre su tierra y el mundo
En los últimos seis años, México ha ganado cinco veces el Oscar a Mejor director: Cuarón por Gravedad en 2014, González Iñárritu por Birdman y El renacido en 2015 y 2016, y Del Toro por La forma del agua en 2018. En dos de esos casos también hubo estatuilla para Mejor película (Birdman y La forma del agua).
Sin embargo, se trataba de producciones estadounidenses, habladas en inglés, con estrellas de Hollywood y temáticas ligadas a EEUU. La diferencia que marcó Roma es obvia: es un filme mexicano por donde se lo mire, a excepción de una distribuidora internacional, en este caso Netflix.
De los llamados "tres amigos" (apelativo derivado de la comedia The three amigos, de 1986, sobre tres actores estadounidenses del cine mudo que viajaban a México), Cuarón es el que se toma más tiempo en filmar y parece ser el más cinéfilo. Sólo basta recordar que en sus discursos de agradecimiento del domingo nombró a Billy Wilder, Ernst Lubitsch, Claude Chabrol y la Nouvelle Vague. También es quien siempre vuelve a México, a modo de un eterno retorno desde su residencia en Londres. Por eso no es de extrañar que tras su primer paso por Hollywood en los años 90 con La princesita (1995) y Grandes esperanzas (1998), haya filmado Y tu mamá también (2001), a estas alturas un clásico del cine latinoamericano. De similar manera, después de Hijos del hombre (2006) y Gravedad (2013), filmó Roma.
González Iñárritu, el más autodidacta del grupo, recién hizo su primer largometraje el 2000, tras muchos años dedicado a la publicidad y la locución radial. Pero vaya que fue un ingreso por la puerta grande: Amores perros ganó la Semana de la Crítica en Cannes. Con aquel filme, además, le dio un pasaje a la fama a Gael García Bernal, quien aprovechó el impulso para actuar al año siguiente en Y tu mamá también junto a Diego Luna. A diferencia de estos actores, González Iñárritu ha filmado desde entonces casi siempre en inglés y no ha vuelto a su país.
Tampoco ha regresado a México Guillermo del Toro, quien partió sorprendiendo en 1993 con Cronos, producción de ciencia ficción con Federico Luppi que debutó en Cannes. Tras dos décadas de cine fantástico hecho entre España y Hollywood (desde El laberinto del fauno a Hellboy), el director de Guadalajara se consagró en 2017 al ganar el León de Oro de Venecia con La forma del agua.
Pero Cuarón, Del Toro e Iñárritu no son los tres mosqueteros y las derrotas también les llegan. En 2007 crearon su compañía Cha Cha Films, con la que produjeron las cintas Rudo y cursi y Mother and child, pero a los seis años la empresa se fue a la bancarrota. Hoy tal vez sea la hora de refundar el viejo proyecto: el cine mexicano es el imán de los Oscar y los festivales del mundo.