Marco Antonio Solís y Jorge Alís replican sus fórmulas en una noche sin sobresaltos
El mexicano conquistó una vez más a la Quinta con sus himnos, mientras que el argentino logró un peak de 50 puntos de rating con su análisis a la idiosincrasia local.
Si la primera jornada estuvo marcada por las proclamas bolivarianas, la segunda por los clásicos del espectáculo y la tercera por la alta intensidad del público, la de anoche fue presentada desde el primer minuto como una velada de luces bajas y sentimientos profundos. Lo dejaron claro los animadores, que salieron a escena en un tono más sereno, con Cárcamo rosa en mano dedicándole palabras cariñosas a María Luisa Godoy, y ambos hablándole a una audiencia de "queridas amigas", prometiendo una "liturgia" y un "rito" con el regreso de Marco Antonio Solís.
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Imagen: Leonardo Rubilar.[/caption]
Respondiendo a la presentación, el mexicano se plantó por sexta vez en la Quinta Vergara, luego de la tradicional introducción de su banda con un ramillete instrumental de sus himnos al amor maduro, correspondido por gritos de mujeres adultas con cintillos y los característicos sombreros a la usanza michoacana, la región de origen del solista. De entrada, con Invéntame, Solís demuestra que a sus 59 años su poderoso caudal vocal sigue firme, al igual que el magnetismo que ejerce sobre sus "damitas", las leales admiradoras de su fórmula, romántica y mesiánica en dosis equivalentes.
En medio de los éxitos -Si te pudiera mentir, El perdedor, Si no te hubieras ido-, "El Buki" subió a cantar a sus dos hijas y no evitó el tópico de moda en este Festival: los mensajes para el pueblo venezolano. Las dos gaviotas cayeron rápidamente y un reconocimiento especial: las llaves de la ciudad, tras 95 minutos.
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Imagen: Rodrigo Saenz, AgenciaUno.[/caption]
Tras el corte comercial con el backstage y los videos del recuerdo del certamen -con un grosero error en la fecha de la célebre invitación a "escuchar la voz del pueblo" del Puma Rodríguez-, la catarsis romántica mutó en la carcajada, con el retorno del argentino Jorge Alís al evento donde, hace cinco años, allanó el camino para el stand up comedy.
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Imagen: Rodrigo Saenz, AgenciaUno.[/caption]
Con una rutina centrada en la inmigración y su particular apuesta de criticar la idiosincrasia chilena con mirada extranjera, el trasandino se ganó al Monstruo desde el arranque en una performance a la que esta vez sumó más elementos y una puesta en escena teatral y dinámica. Al cierre de esta edición, Alís sorteaba con tranquilidad y eficacia un regreso antecedido por cierta incertidumbre: hasta sólo horas antes de su presentación, el actor presentaba una seria disfonía que lo obligó a tratarse para llegar a punto.
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Imagen: Leonardo Rubilar, AgenciaUno.[/caption]
El cierre, ya de madrugada, estaría a cargo de Carlos Rivera, un debutante en el certamen, sin los pergaminos de Solís pero con popularidad al alza en Chile y Latinoamérica gracias a su cancionero romántico y su versión para Recuérdame, tema central de la película Coco. Fórmulas eficaces de ayer y hoy en una noche de risas y romance, la más tranquila en lo que de Viña 2019.
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