En las entrañas de la Quinta: ensayo de día y estrés de noche
Culto tuvo acceso a los dos momentos que los espectadores no ven del Festival: el ensayo ayer por la tarde de los Backstreet Boys y el switch donde se maneja toda la emisión por TV de la noche.
Habían planificado un ensayo más extenso, casi de 70 minutos, para revisar al detalle su performance de anoche, casi como una forma de estar a la altura de un retorno muy esperado, la postal de la boy band que vuelve al punto donde todo estalló hace 21 años.
Pero los preparativos fueron mucho más concisos. Alrededor de las 16.00 horas, los estadounidenses llegaron a la Quinta Vergara, media hora después saltaron al lugar casi vacío y ensayaron por sólo 20 minutos. Luego, cuando en la Ciudad Jardín había sólo 19 grados, decidieron volver al Hotel Sheraton Miramar, donde se alojan.
Si la prueba de sonido fue breve, sus integrantes también saltaron a la cancha con equipo incompleto. Sólo A. J. McLean, Howie Dorough, Brian Littrell y Nick Carter se subieron a la Quinta para el precalentamiento, sin Kevin Richardson.
Así, los otros cuatro miembros ensayaron la primera parte de su espectáculo solos junto a sus bailarines, y frente a la mirada de un número reducido de personas; la presencia ajena estaba limitada al máximo. Los extraños se evitaron por todos los rincones, ya que el mánager de la banda no quería a nadie extra mirando como sus pupilos probaban luces y sonidos, y menos registrando imágenes con el celular.
"Larger than life", "Get down", "I´ll be the one" y "Nunca te haré llorar" fueron las canciones que ensayaron, y tal como ocurrió durante la conferencia de prensa de un par de horas antes, Brian destacó entre sus compañeros como el más inquieto y sonriente. Aunque hubo una diferencia con su cita con los medios: en la Quinta vestían ropa más relajada, casi como una previa distendida antes del gran momento. Minutos antes de las 17 horas, acompañados de sus guardias, emprendieron rumbo al hotel. Y sus bailarines, en cambio, siguieron practicando.
En la burbuja
Durante el desarrollo de la cuarta jornada de Viña, el pasado miércoles, Culto también tuvo acceso a la denominada burbuja, donde el director Álex Hernández se preocupa de cada detalle de la transmisión. Frente a él hay 18 pantallas, las que muestran distintos ángulos de la Quinta, y otras cinco, donde está la programación de los canales de la competencia y el rating minuto a minuto. Late vértigo y adrenalina por todos lados.
En términos simples, lo que hace Hernández cada noche en esa sala, que tiene acceso restringido, es apretar botones y dar instrucciones para que los telespectadores vean un espectáculo sin fallas, con tomas que incluyen al público, los animadores, los artistas y los jurados.
Pero el director no está solo. Junto a él también está el equipo organizador, con miembros de Canal 13 y TVN: Pablo Morales, José Antonio Edwards, Marcelo Hilsenrad, Eduardo Cabezas y Catalina Yudín. También hay otros directores de TV de ambas estaciones. Ellos entran y salen de la burbuja y la idea es que Hernández nunca quede solo.
Aunque hay momentos de tensión, como cuando el audio falla, y Hernández les pide a los técnicos que estén más atentos, en la sala también hay tiempo para comer. "Desde acá se maneja todo, porque es la única forma de controlar todo. Pero también acá nos reímos, bailamos, comemos, sufrimos, y hasta dormimos", dice Yudín.
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