El griterío golpeaba desde la entrada. Los chillidos, los cartelitos escritos a mano, las coronas de flores rodeando las cabezas sólo reafirmaban un escenario: la de ayer sería una de las jornadas más intensas y bulliciosas de Viña 2019.
Con boletos que se agotaron en apenas un par de horas, la penúltima noche del certamen era una entrega total a Backstreet Boys, la boy band más activa y vigente desde su irrupción en los 90, propietarios de un vínculo único con la Ciudad Jardín luego que aterrizaron por esos mismos rincones hace ya 21 años, en la cima de su popularidad, cuando muy pocos números anglo de alta convocatoria consideraban a la Quinta Vergara en su ruta.
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Imagen: Mario Dávila, AgenciaUno.[/caption]
Quizás acorde con el recuerdo de ese hito, todo tenía que ser especial. Martín Cárcamo y María Luisa Godoy no salieron a decir "buenas noches, Viña" desde el escenario, sino que desde el propio público, en el sector de las plateas, caminando entre los palmoteos nerviosos y un par de selfies a la rápida; es el mismo baño de masas que han inmortalizado astros como Paul Anka o Bono en la bienvenida de sus conciertos.
Pero anoche a nadie le importaba U2. Menos Paul Anka. Las estrellas eran A. J. McLean, Howie D, Brian Littrell, Nick Carter y Kevin Richardson, quienes aparecieron en las pantallas caminando por los pasillos de la Quinta, como púgiles prestos para el gran combate.
Y así fue. A las 22.00 horas, con una intro donde el ataque de luces parecía rebotar en la audiencia, y con explosiones de humo en los bordes del escenario, los cinco cantantes asomaron desde una tarima vestidos completamente de blanco, tal como en sus mejores días.
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Imagen: Mario Dávila, AgenciaUno.[/caption]
Coreografías sincronizadas, un evidente uso de bases grabadas y playback, y un cuerpo de baile que los acompañaba, detonaron el delirio desde las ubicaciones más exclusivas hasta la galería.
"Larger tan life" fue el primer bocado. No sólo las feromonas estaban en ebullición; también la nostalgia. Parte mayoritaria del público rondaba los 30 a 40 años, demostrando no sólo que crecieron adheridos a una FM que rotaba con insistencia las canciones de la banda, sino que también el poco recambio generacional que ha mostrado su fanaticada.
Y entre todas ellas asomaba Felipe Avello, el cómico que tiene entre los pasajes más memorables de su historial ese momento donde imita a los Backstreet Boys con gente del público.
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Imagen: Mario Dávila, AgenciaUno.[/caption]
Por lo mismo, la audiencia no estaba dispuesta a ceder tan fácil. Aunque pifió la salida del quinteto, prefirió escuchar en silencio al humorista Mauricio Palma, en una atmósfera tensa, como si en cualquier momento todo se pudiera ir al despeñadero: el cómico empezó con alusiones a Chile, a su profesión de psicólogo y su vida universitaria.
No logró sacarle carcajadas ruidosas a la Quinta, sino que más bien risas amables, aplausos de cortesía y dos gaviotas. Tras ello vino la mejor parte de su show, con su personaje de Violento Parra, más celebrado por los presentes. Al parecer, nadie se quería hacer problemas: tras una fiesta mayor sólo queda seguir celebrando.
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Imagen: Mario Dávila, AgenciaUno.[/caption]