Los pintores de la transición se reúnen en el MAVI
Bruna Truffa, Rodrigo Cabezas, Mario Soro y Ciro Beltrán son parte de esa generación que reivindicó la pintura frente a la conceptualidad de la Escena de Avanzada. Una muestra los vuelve a juntar desde este sábado.
Era septiembre de 1989 y en Chile ya comenzaba la cuenta regresiva de dos meses para las primeras elecciones democráticas tras los 17 años del régimen de Pinochet. Al otro lado del mundo, la Neue Gesellschaft fur Bildende Kunst de Berlín reunía de forma inédita las obras de más de 20 artistas chilenos que demostraban la vitalidad y diversidad de una escena que trabajó a contrapelo del llamado apagón cultural: artistas conceptuales de la Escena de Avanzada, como Carlos Leppe, Eugenio Dittborn, Gonzalo Díaz y el grupo CADA se mezclaban con jóvenes pintores como Bruna Truffa, Rodrigo Cabezas, Sebastián Leyton, Ciro Beltrán y Mario Soro, en la muestra Cirugía Plástica. Hoy muy pocos recuerdan aquel hito del arte local.
El único artista que asistió a aquella exposición fue Mario Soro: "Dos años antes se había hecho en Madrid la muestra Chile vive, que fue organizada por el Ministerio de Cultura de España y mostraba a la Escena de Avanzada con pintores políticos como José Balmes, Gracia Barrios y Nemesio Antúnez. La de Berlín era mucho más amplia y nos tomaba en cuenta a nosotros; creo que esa diversidad era un poco insoportable a pocos meses, además, de que cayera el muro, y la Concertación después prefirió invisibilizarla", teoriza hoy.
Treinta años después, esa generación de fines de los 80 e inicios de los 90, que reivindicó la pintura, se vuelve a juntar en la muestra Los dominios perdidos, que abre este sábado en el Museo de Artes Visuales (MAVI).
Con la curatoría de la cubana Dermis León, la muestra despliega trabajos recientes de 12 artistas, como Coco González Lohse, Carlos Araya, Marcela Trujillo, Malú Stewart, Klaudia Kemper y Víctor Hugo Bravo, que se unen a los ya nombrados. La exposición integra además obras de la colección del museo de pintores de la generación anterior, como Bororo, Samy Benmayor, Pablo Domínguez y Francisco Smythe, que sirven como antecedentes del regreso a la pintura en esos años.
"Me llamaron la atención los vacíos en el estudio de esta generación, que me parece fundamental en la continuidad histórica y que en su mayoría aún aportan a la actual escena", cuenta León, quien vivió en Chile entre 2004 y 2007, momento en que comenzó investigar estas historias comunes. "Yo la denomino una 'revuelta vitalista', porque si bien sus obras no eran obviamente políticas, desafiaban en su irreverencia toda una estética imperante. Sus estéticas se vinculan al movimiento contracultural del momento, a la música, la cultural pop, el cómic, la moda de la ropa reciclada, el New Wave, a la estética punk y neo-hippie", agrega la curadora.
Si bien la mayoría de los artistas de Los dominios perdido sigue explorando las posibilidades de la pintura, varios han llevado su obra a instalaciones: Coco González reproduce una Cordillera de los Andes en cerámica; Víctor Hugo Bravo instaló un piano con forma de araña gigante y pintura de camuflaje; Marcela Trujillo (Maliki) pintó un mural como si fuese una viñeta de uno de sus cómics y Arturo Duclos despliega una instalación con objetos reciclados que aluden al imaginario del altiplano boliviano y a su historia personal: usa máscaras de la Tirana, faldas de cholas paceñas, vasijas enlozadas y otros objetos del imaginario latinoamericano.
Muerte a la pintura
La historia suele contar que a fines de los 70 y como estrategia de oposición a la dictadura, apareció una camada de artistas radicales que decidió usar la performance y el video arte como banderas de lucha política, sentenciando la muerte total de la pintura. El grupo CADA -con Raúl Zurita, Diamela Eltit, Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Fernando Balcells- además de Eugenio Dittborn, Carlos Leppe y Juan Dávila pertenecían a esta generación que la teórica Nelly Richard bautizó como la Escena de Avanzada. A fines de los 80 resurgió un grupo de pintores, aunque quedarían al margen de la historiografía del arte.
Para los protagonistas, eso sí, la historia no fue de blancos y negros. "Nuestra generación se empalmó con la Escena de Avanzada, yo me formé con ellos; era súper amigo de Leppe y trabajé para el editor Fernando Balcells", cuenta Rodrigo Cabezas. "Cuando ellos estaban en el peak, nosotros empezábamos con todo el ímpetu. Ellos exponían en la galería Sur y luego nosotros íbamos y hacíamos literalmente una fiesta, pintábamos y llenábamos de música punk, éramos los jovencitos", dice el artista que en esos años formó una exitosa dupla con Bruna Truffa. Tras el plebiscito del 88, se irían juntos a España.
La exposición reúne además a dos casas de estudio: quienes se formaron en la U. Católica con el apoyo de Eduardo Vilches (Duclos, Soro, Cabezas), con los que ingresaron a la U. de Chile y al Instituto de Arte Contemporáneo (Truffa, Beltrán, Trujillo, González, Araya y Victor Hugo Bravo). Todos, asegura Duclos, solían encontrarse en la U. Católica, porque "la Chile estaba desmantelada y siempre estaba el rumor de que se iba cerrar. En cambio nosotros teníamos espacio de discusión y así nos fuimos acercando".
Para seguir revisando la historia de esta generación se realizarán el sábado 9, de 10 a 13 horas en el MAVI, tres mesas de diálogo con artistas de la muestra; el sábado 16 habrá una sesión Antenna abierta a público, a las 12.30, y el viernes 22 se presentará el libro Los dominios perdidos, que recoge una investigación con textos de Nadinne Canto y Claudio Guerrero. Además, tras su cierre en mayo, la muestra visitará el Museo Nacional de Arte de la Paz en Bolivia, el Museo del Barro en Asunción, Paraguay, y el Museo Nahim Isaias de Guayaquil, Ecuador. "Queremos extenderlo a Perú y Argentina y contrastarlo con lo que estaba pasando en las respectivas escenas locales de esos países", concluye Dermis León.
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