Me dijo una vez un conocido: "Si le preguntaras a un joven poeta chileno a quiénes elegiría para preservar la especie, te nombraría a dos personas: Mario Montalbetti y Anne Carson". Gracioso o no, el chiste nace a partir de dos visitas que congregaron a una porción más o menos importante de poetas y lectores durante el 2018. Mientras Anne Carson, invitada por la Universidad Diego Portales, ofreció un par de lecturas públicas y presentó la edición chilena de Red Doc –con una portada que debe ser por lejos la más fea hecha en Chile durante el 2018—, la visita de Montalbetti coincidió con la re-edición de tres de sus libros por parte de las editoriales chilenas Komorebi, de Valdivia, y Jámpster Libros y Bisturí 10, de Santiago.
Tito Manfred, poeta y editor de Jámpster, anota en uno de sus ensayos sobre la poesía de Montalbetti que "resulta indudable que la preocupación que atraviesa toda su obra, desde los libros poesía hasta los ensayos, pasando por otros textos inclasificables, tiene relación con los problemas del lenguaje". Aquí habría que detenerse brevemente y decir: toda la poesía, de alguna u otra forma, tiene en el lenguaje su principal preocupación, su pesadilla, su quimera, el pescuezo a torcer. O para usar la imagen melvillesca que propone Manfred, la ballena sobre la que un capitán testarudo y loco intenta clavar su arpón. La poesía –o el poema, para puntualizar— existe en el lenguaje. Las palabras son su materialidad, para usar una expresión de Terry Eagleton. No hay poema sin lenguaje.
¿Qué es –entonces—lo que hace Montalbetti con las palabras? Sin ir más lejos, Sentido y ceguera del poema, parte con esa pregunta:
"Este texto gira alrededor de la pregunta
¿cuándo es que el lenguaje vale la pena?
(¿Qué pena?).
La pena de decirse, de escribirse."
Uno podría decir: las sacude. Y no estaría diciendo absolutamente nada. En eso radica, pienso, la principal dificultad de enfrentarse a un poema. De escribir sobre él, ni hablar. Podría llenar esta nota de vaguedades. Decir, por ejemplo, que la poesía de Montalbetti está hecha de "escombros de lenguaje". Cosas así.
El autor, por supuesto, ensaya algunos escapas. Por ejemplo, toma esta cita a Baudrillard que dice: "…al poema no le falta nada: cualquier comentario lo agrava". Aquí, el autor de esta nota debería desistir rotundamente de intentar explicar o describir cualquier cosa. Pero aquí, cómo no, la cosa comienza a ponerse más o menos interesante. ¿Qué hace Montalbetti con las palabras, entonces? Digamos, en primer lugar, que nos enfrente al lenguaje. Esto no quiere decir nada más que lo siguiente: acostumbrados como estamos a relacionarnos con las palabras de modo utilitario –este texto no es más que eso--, en la poesía de Montalbetti –pero podríamos decir también: en la poesía en general—nos enfrentamos a las palabras en otro espacio. Nos ponemos en disposición de enfrentarnos a las palabras de otro modo.
"Nuestro interés por publicar a Mario Montalbetti en Chile", me cuenta Manuel Naranjo, editor en Komorebi, "obedece a que pocos poetas en la actualidad manifiestan dentro de la misma poesía una reflexión tan aguda (pero nunca exenta de ironía y de humor) acerca del propio quehacer poético". "Fin desierto y otros poemas" fue publicado originalmente en 1995 y se encontraba fuera de circulación como libro autónomo. "Nos interesó reeditarlo porque en él nos encontramos al Montalbetti más lírico y meditativo a la vez, una línea dentro de su trayectoria poética a la que él nunca regresaría, siendo así un texto único e irrepetible que ha sido interpretado tanto desde la mística como del nihilismo".
Algo de eso encontramos también en Cinco segundos de horizonte, en donde esta preocupación es objeto del poema. Así, los versos del texto que cierra el volumen, Fondo del poema, podrían ser quizá explicativos de estas preocupaciones que hemos venido tratando:
"Hay abismos morales, sexuales, psicológicos. Hay también abismos
poéticos, versos que caen de barrancos marrones a playas de arena
negra, acompañados de la mirada absorta del poeta que se deleita
con las contorsiones de las sílabas abismo abajo.
La mancha blanca llega al fondo. La mirada absorta no llega a él,
solamente lo intuye y es siempre lo mismo: un esplendor blanco,
algo que sobrevive, una tercera cosa, y una inconsolable felicidad".
Sentido y ceguera del poema, que abre el catálogo de Bisturí 10, a cargo de Julieta Marchant –también editora de Cuadro de Tiza— y Emiliana Pereira, podría leerse como un ensayo en verso, o ensayo-poema, que podría ser también la caja de herramientas con la cual leer toda la poesía de Montalbetti y –ya lo dijimos, pero no está mal insistir— leer, en general poesía. "Tal vez solamente quiero mostrar / cómo es que llegué a la pregunta / ¿cuándo es que el lenguaje vale la pena?", anota a lo largo de un texto más cercano a las preocupaciones del Montalbetti lingüista, que pone dicha disciplina al servicio del pensar la poesía.