Los fanáticos chilenos de Pink Floyd, aquellos que conservan todos los registros del grupo, que fantasearon con aquel mito de sus ídolos tocando en el desierto de Atacama y que llenaron cada presentación de Roger Waters en el país, de seguro despiertan hoy con una sensación de plenitud.
Después de agotar en nueve horas el grueso de las entradas para el show en el Nacional, ayer los seguidores de Pink Floyd llegaron temprano al estadio de Ñuñoa para ver el debut en Chile de David Gilmour, el otro gran sobreviviente de la legendaria agrupación británica y la pieza que faltaba para terminar de completar su fanatismo.
Luego de probar sonido durante la tarde, a las 21.25 horas y en medio del humo que emanaba tanto desde el escenario como de la cancha, el músico de 69 años apareció en medio de un sencillo montaje de luces y frente a una llamativa pantalla circular en medio del escenario, similar a la usada por su banda madre en sus giras. Esto, frente a 50 mil personas que horas antes del show ya tenían ocupadas todas las localidades disponibles, y que pese a la escasa visibilidad desde la cancha -ante la ausencia de pantallas laterales- celebraron cada tema interpretado por el guitarrista y cantante, a veces con un silencio respetuoso y en otros pasajes con griterío masivo.
La instrumental "5 AM", una de las canciones del disco solista que motiva esta gira, Rattle that lock, fue la escogida para dar comienzo a un show centrado en el virtuosismo y las guitarras hipnóticas y atmosféricas de Gilmour, las que brillaron gracias a uno de los mejores trabajos de sonido que recuerde el Estadio Nacional. Un perfecto equilibrio entre nitidez y potencia, que permitió el lucimiento de los ilustres compañeros de ruta del protagonista: el productor y ex guitarrista de Roxy Music, Phil Manzanera, y el bajista que ocupó el lugar de Waters cuando éste dejó Pink Floyd, Guy Pratt.
"Rattle that lock" y "Faces of stone", otras dos piezas de su LP lanzado este año, sirvieron para calentar motores ante una audiencia que esperaba con ansias los himnos de Pink Floyd. Así, para cuando Gilmour tomó la guitarra acústica y tocó los primeros acordes de "Wish you were here", el clásico de 1975, llegó el estallido del público, unido en un emocionante karaoke colectivo.
"A boat lies waiting" y "The blue" dieron paso a otro segmento para el recuerdo: primero con "Money" y luego con "Us and them" y "High hopes", otros tres clásicos de la discografía floydiana. Con ésta última, tras una hora de show, el músico realizó un primer saludo a sus fanáticos que fue correspondido por el tradicional "olé, olé, olé, Gilmour".
Al cierre de esta edición, el inglés realizaba un intermedio para luego rematar con otros 90 minutos de repertorio, que se esperaba finalizara con "Breathe" y "Comfortably numb", entre otras piezas de la legendaria banda que comandó por tres décadas. Hoy, en tanto, dejaba Chile, la última parada de su actual tour planetario.
*Publicado originalmente en La Tercera el lunes 21 de diciembre de 2015. Créditos de las imágenes: Rafa Martínez, AgenciaUno.