Aparece en el poema La Araucana (1959), cuando, de acuerdo a la narración de Alonso de Ercilla y Zúñiga, Caupolicán es apresado y derrotado por los españoles durante la Guerra de Arauco. Al verlo ahí, Fresia, en un acto de ira y rebeldía, le arroja al hijo de ambos a sus pies. "Toma, toma a tu hijo, que era el nudo/ con que el lícito amor me había ligado;/ que el sensible dolor y golpe agudo/ estos fértiles pechos han secado:/ críale tú, que ese membrudo cuerpo en sexo de hembra se ha trocado;/ que yo no quiero título de madre del hijo infame del infame padre", dicen los versos del español.

Esa misma escena fue la que recreó Violeta Parra en su arpillera Fresia y Caupolicán (1965, 142 cm x 196 cm), realizada durante su paso por Francia y Ginebra.

La obra se expone por primera vez en el Museo Violeta Parra, con motivo del Mes de la Mujer. Antes, en 2007, se había exhibido en el Centro Cultural La Moneda en una muestra dedicada a la artista, y ahora vuelve a encontrarse con el público que podrá verla durante dos meses, hasta el 21 de mayo.

Fresia y Caupolicán es una de las 15 arpilleras que forman parte de la colección del Museo Violeta Parra. Otros 10 textiles son parte de la exhibición permanente, entre las que se encuentran Contra la guerra (1962) y Cristo en bikini (1964). Además, el espacio cuenta con cuatro arpilleras más que por ahora se encuentran guardadas en depósito.

Desde que abrió sus puertas en 2015, el Museo Violeta Parra resguarda gran parte de la obra de la artista, donada por sus hijos Ángel e Isabel Parra. Y de acuerdo a la programación anual es que algunas de las piezas que no están expuestas de manera permanente, se exhiben en forma temporal. "Vamos buscando temas para mostrar obras que están guardadas. Siempre tenemos un calendario anual de obras que se muestran por un tiempo", explica Cecilia García-Huidobro, directora del museo.

De tonos morados y verdosos, Fresia y Caupolicán mezcla no solo fuerza femenina, sino que también se detiene en la historia de Chile y su cultura mapuche.

"Es muy interesante que la arpillera muestra que se enfrenta un hombre y una mujer en una situación de igualdad. Entonces, consideramos que es un tema redondito para los tiempos que estamos viviendo", añade García-Huidobro.

La pieza fue restaurada en los años 90 cuando llegó a Chile, por lo que ahora no necesitó ningún retoque. Desde su ingreso al museo, su almacenamiento ha contado con un tratamiento especial para todas las obras textiles. Se guardan enmarcadas, en horizontal y completamente a oscuras.