La palabra cover siempre tendrá mejor reputación que el término remake. La historia de la música popular está plagada de grandes covers, mientras que el cine acumula una proporción lamentable de malos remakes. Uno de los últimos en esta especie fue Secretos de una obsesión (2015), reversión de la argentina ganadora del Oscar extranjero El secreto de sus ojos (2009). El rol de Ricardo Darín lo hacía Chiwetel Ejiofor, el de Soledad Villamil fue para Nicole Kidman y, en una decisión chiflada, el de Guillermo Francella le tocaba a Julia Roberts.
El remake, que se practica desde que el cine es cine, es un campo minado. Un territorio plagado de obstáculos donde hasta los más grandes caen: en el 2007, el respetado director austríaco Michael Haneke (Amour) hizo una mala versión plano por plano de su propia Funny games (1997) con Naomi Watts y Tim Roth; en 1999, el casi infalible Sidney Lumet (Tarde de perros) metió la pata al rehacer el clásico Gloria (1980) de John Cassavetes. A Sharon Stone la nominaron a Peor Actriz en los Premios Frambuesa del año.
A casi 20 años de ese filme, otra Gloria tuvo una segunda oportunidad en el cine. Pero esta vez fue su propio director quien rehizo la historia. El cineasta Sebastián Lelio (1974) dice que la rodó con cariño y, sintomáticamente, evita usar la expresión remake. Es más, habla de cover.
Gloria Bell (2018), que este jueves se estrenó en Estados Unidos y el 18 de abril llega a Chile, es la reversión de Gloria (2013), filme por el que Paulina García ganó Mejor Actriz en el Festival de Berlín. Ahora la protagonista es Julianne Moore y en las primeras críticas no ha faltado quien la ha incluso puesto sobre la original.
Si se observa un barómetro como el popular sitio Rottentomatoes (que promedia las críticas escritas en EEUU), Gloria Bell luce como el segundo mejor estreno de la semana, con un 98% de apreciaciones positivas. Las reseñas alaban en particular a Julianne Moore en el rol de esta mujer divorciada que busca darle un nuevo sentido a su vida cuando ya los hijos se fueron.
Pero, ¿qué es un remake para quien lo hace? "En rigor no se puede hacer exactamente la misma película otra vez. En ese sentido, no se puede hacer un remake", comenta Sebastián Lelio desde Nueva York, donde esta semana asistió a la premiere de la película junto a Julianne Moore y John Turturro en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Por eso, para él el filme se trata de otra cosa. "Lo he dicho muchas veces: Gloria Bell es el cover de una canción, tocada ahora por otra banda de rock. Es en otro país, con otro clima, en un diferente momento histórico", enfatiza sobe la película que en esta oportunidad transcurre en Los Angeles (California) y donde el interés amoroso de Moore es Arnold (John Turturro), símil californiano del melancólico personaje que en la Gloria santiaguina hizo Sergio Hernández.
El director de la ganadora de Una mujer fantástica (2017) también aventura una analogía con otra disciplina: "El teatro rige la máxima de que no importa contar la misma historia, siempre y cuando se haga bien. Uno podría pensar en una obra como Hedda Gabler de Henrik Ibsen: es un arquetipo habitado una y otra vez por una nueva actriz. Una podría ser Paulina García y luego vendría Julianne Moore, por ejemplo. Nadie cuestionaría aquello desde el punto vista ético. Lo que pasa es que en cine no se hace a menudo porque es un medio carísimo".
Pero quizás la llave maestra de todo sea la mano con que el autor trate a la vieja y sabia historia de siempre. La puede transformar en otra cosa y darle épica como hizo Martin Scorsese con Internal affairs (2002), entretenido largometraje hongkonés que transformó en Los infiltrados (2006). O, aburridamente, la puede convertir en Psicosis (1998), la reversión cuadro por cuadro que Gus Van Sant ejecutó del clásico de Hitchcock de 1960. Su saldo: dos premios Frambuesa, entre ellos Peor director.
Lelio explica así su aproximación al remake: "A mi juicio hay dos líneas claras. Están todos aquellos remakes que en general no tienen al mismo director original (y que en su gran mayoría provienen de Estados Unidos) y también están los casos de cineastas como Alfred Hitchcock o Yasujiro Ozu, que rehicieron sus propias películas, usualmente con mejores resultados. En los remakes de Hollywood suele pasar que priman las razones de dinero y, por lo tanto, las historias se deforman, con resultados bastante malos. En mi caso, siempre tuve claro que iba a cuidar mi historia: le tengo cariño y le debo mucho".
De Santiago al trópico
Perteneciente a la misma generación de Lelio, Matías Bize (1979) acaba de estrenar en República Dominicana su película En tu piel (2018), remake de En la cama (2005), el largometraje que le dio perfil internacional.
En tu piel es el segundo remake "oficial" de aquel trabajo donde Blanca Lewin y Gonzalo Valenzuela compartían cama, sexo y, más temprano que tarde, afectos. ¿Por qué oficial? Porque a pesar de las protestas del productor chileno Adrián Solar y del propio Matías Bize, el colombiano Gustavo Nieto nunca reconoció que sus cintas Entre sábanas (rodada en Colombia) y Entre lençóis (en Brasil) eran sospechosamente similares a En la cama. La historia era la que se conoce: una pareja de desconocidos se junta en un motel y lo que parte como arrebato del momento se vuelve sentimiento duradero.
En el 2010 vino Habitación en Roma (2010), filme en que el director español Julio Medem remplazó a la pareja heterosexual Lewin-Valenzuela por dos chicas a cargo de Elena Anaya y Natasha Yarovenko.
Bize, un director que ha hecho de las relaciones de pareja el motor de su obra, es más clásico y siguió el mismo patrón hombre-mujer de su trabajo original. Y destaca que las similitudes no son muchas. "Me hicieron una invitación a hacer un remake en República Dominicana y yo les planteé una contrapropuesta que consistía en rodar un filme inspirado en En la cama. Ellos aceptaron y lo que resultó fue una experiencia muy bonita: una obra diferente a la de hace 13 años, ahora mucho más adulto y maduro", afirma sobre la producción que se estrena el 18 de mayo en Chile y es protagonizada por los dominicanos Eva Arias y Josué Guerrero.
Luego, el autor de La vida de los peces (2010) explica el ejercicio de renovar una historia ya conocida: "Un remake me parece interesante en la medida que se pueda aportar una nueva mirada".
Aquel nuevo enfoque, guardando las proporciones, es el que con habilidad manejó el actor Bradley Cooper, quien en su debut como director hizo el año pasado otra versión de Nace una estrella tras las de 1937, 1954 y 1976. Contó con Lady Gaga en el rol de la estrella en ascenso, pero le dio una relevancia que sus predecesoras no poseían al decadente rol masculino. Sagazmente se reservó ese personaje.
A principios de año también se estrenó Suspiria (2018), la versión politizada que Luca Guadagnino (Llámame por tu nombre) hizo del filme de horror homónimo de 1977 de Dario Argento. Para algunos, Guadagnino se pasó de listo: intelectualizó, estetizó y, a la larga, estropeó un buen y simple cuento de terror.
Entre los proyectos largamente anhelados por Hollywood siempre hay alguien dispuesto a ir al frente de combate de los riesgosos remakes: la tercera versión de Caracortada tras la de 1932 y 1983 tiene guión de los hermanos Joel y Ethan Coen y la dirigiría definitivamente Antoine Fuqua (Día de entrenamiento) después de que durante unos años el proyecto estuvo en manos del chileno Pablo Larraín.
Pero antes que Scarface, más avanzado está West Side Story, el musical con partitura de Leonard Bernstein que en 1962 se llevó 10 premios Oscar. Steven Spielberg está en la preproducción y los roles de los amantes Tony y María serán para Ansel Elgort (Baby driver) y la debutante Rachel Zegler, de 17 años. La muchacha, de padre estadounidense y madre colombiana, fue seleccionada entre 30 mil postulantes.
Ni siquiera el nombre de Spielberg puede asegurarle de antemano el éxito a esta nueva West Side Story, pero al menos Rachel Zegler va en la dirección correcta: en diciembre logró 7 millones de visitas en youtube con su cover de Shallow, el hit por el que Lady Gaga ganó un Oscar en el tercer remake de Nace una estrella.