Sin dejar de salir de gira para mostrar cada nuevo álbum, con extensos periplos por el mundo, Arctic Monkeys ha marcado presencia en Latinoamérica de manera ininterrumpida con sus últimos tres tours, y se ha transformado en un número familiar para el continente. Pero la inyección de novedad siempre acompaña al cuarteto de Sheffield, fundamentalmente porque cada uno de sus discos parece un mundo aparte. Desde su electrizante debut, Whatever people say I am, that's what I'm not (2006), que los catapultó como la última revelación del rock británico, han transitado por el R&B, el stoner rock y rasgos de pop o metal, alcanzando su instante de mayor popularidad con AM (2013) y éxitos como "Do I wanna know?" y "R U Mine?".
Su último álbum, Tranquility base hotel & casino, que en mayo pasado cortó su mayor sequía de novedades discográficas, quizás marque su giro más radical: sin hits evidentemente radiales, el hambre creativa de Alex Turner, vocalista y compositor, los llevó hacia un terreno que los liga con la ciencia ficción, el escapismo, la figura del crooner, y alusiones a la fama y el consumismo, en el que tal vez sea el primer LP que los acerca a un álbum conceptual.
Así, su debut en Chile de hace siete años, para la segunda versión local de Lollapalooza, o su show en el Movistar Arena de 2014, toman distancia de lo que será su tercer concierto en Santiago: el próximo domingo 31, cuando a las 21.45 salten a cerrar la novena edición del festival que se realiza en el Parque O'Higgins, en su estatus de principales estrellas del evento junto al rapero Kendrick Lamar.
Originado en el piano de la casa de Alex Turner en Los Angeles y grabado en Francia por todos los integrantes, el sexto disco de los autores de "Mardy Bum" es lo más introspectivo que ha realizado la banda en sus 17 años de vida. Esa atmósfera la llevan a sus presentaciones en vivo, que en 2018 los tuvo con 80 fechas en el mundo y que retomaron en febrero pasado.
"Tuvimos un pequeño break y después fuimos a Australia recientemente, fue entretenido subir nuevamente al escenario con ellos (sus compañeros)", dice el baterista Matt Helders, el segundo miembro más activo fuera del grupo, que también componen Jamie Cook y Nick O'Malley; en medio del receso que se tomaron tras AM, mientras Turner hizo un segundo álbum con su otra banda, The Last Shadow Puppets, él colaboró con Iggy Pop en Post pop depression, y recientemente empezó a trabajar en su primer disco solista.
En el actual show de Arctic Monkeys, mientras pasan hits como "Brianstorm" o "505" -a un pulso distinto al original-, temas nuevos como "Four out of five" se interpretan con hasta el doble de músicos en el escenario, liderados por el histrionismo del vocalista y la habilidad de Helders al servicio de letras más reposadas. "Obviamente trabajamos harto para hacer el mejor disco que podíamos hacer, algo que destacara, y después cuando lo pudimos tocar en vivo tenía sentido producir las nuevas canciones. Parecía un gran desafío al comienzo, pero ahora vemos que tiene mucho sentido", comenta.
Tranquility... ha sido comparado con el trabajo de David Bowie, Leonard Cohen, Nick Cave o Father John Misty. ¿Cree que con este álbum se abre una nueva etapa para Arctic Monkeys, quizás más cercana a la canción de autor, a letras más personales?
Yo creo que es el álbum que queríamos hacer, explorar de todo, o por lo menos tratamos de hacer eso. Este es más calmado, tiene un ambiente más melancólico, es más denso. Parece difícil no entregar las letras completamente explicadas, la música es más intrincada, es un desafío, pero sí, queríamos explorar ideas.
¿Cómo ha evolucionado la relación y la forma de trabajar entre ustedes durante estos años?
Recién estamos mejorando un poco. El primer disco fue más que nada presión por grabar y reproducir las canciones lo mejor que pudiéramos. Ahora disfrutamos el proceso de estar en el estudio y trabajar juntos. En términos de personalidad, en muchos sentidos es lo mismo.
¿Cómo recuerda los primeros días de la banda?
Recuerdo que fue un logro llegar al final de una canción sin cometer demasiados errores. En esos días, solo teníamos pequeños objetivos. Hacer un concierto fue increíble, poder grabar nuestra música también fue increíble. Tuvimos algunos buenos momentos, pero también tuvimos muchos conciertos donde había literalmente cinco personas de público.
¿Se ve por mucho tiempo más con Arctic Monkeys?
Sí, creo que sí. Ya lo he estado haciendo la mitad de mi vida, pero no se siente como si estuviera cerca del final.