Lo precario y lo monumental. Una obra hecha a pulso en 20 días y otra que suma planos, cálculos matemáticos, maquetas y que lleva ya cuatro años de gestación. Cristián Salineros (1969) pone a prueba su versatilidad como escultor con dos trabajos totalmente opuestos, pero que revelan las obsesiones de 20 años de trayectoria: la relación entre espacio, paisaje, materialidad y sistemas constructivos.
Este martes, a las 19.30 horas, en el Centro Cultural El Tranque (Av. El Tranque 10300) de Lo Barnechea, el académico de la U. Católica inaugura por partida doble: Plegar el paisaje, una escultura monumental de casi 14 metros de alto hecha en acero inoxidable que le da una apariencia brillante e imponente, y también exhibe Idea tonta 2, bajo la curatoría de Javier González Pesce, una pieza que ocupa casi toda la sala del centro, pero que está hecha a partir de objetos ordinarios: sillas, mesas, bidones, ramas de árboles, una pala y hasta un carro de supermercado, todas unidas a una estructura de madera por masking tape. "No es que esta sea mi idea tonta y la otra sea mi idea inteligente", bromea Salineros. "Mi intención fue operarme de este otro proyecto que me tuvo secuestrado cuatro años y que fue sumamente riguroso. Hice algo que no tuviese nada en común ni en términos reflexivos, visuales, materiales o constructivos. Quería una obra que estuviera marcada por la imprecisión, el humor y el azar. Fue como meter la cabeza en agua fría", agrega.
Pedagogía política
En 2016, la Municipalidad de Lo Barnechea invitó a Salineros a instalar una escultura permanente en la comuna como parte de un proyecto mayor para sumar arte contemporáneo en el espacio público y que ya tiene obras de Francisco Gazitúa, Sergio Castillo, Vicente Gajardo y María Angélica Echavarri.
Conocido por sus esculturas de fierro basadas en el estudio de jaulas de aves y anteriormente por inspirarse en elementos naturales como semillas y flores, Salineros concibió ahora una estructura vertical a partir de una piedra recogida en el lecho del Estero Las Hualtatas y que marca un quiebre en su trabajo.
"Lo que me interesaba era hacer ese ejercicio de traducción de esa piedra labrada por el tiempo, el sol, el agua y cómo se podía traducirse en una obra de mayor escala. De repente tenía esta monumentalidad de acero súper pesada, entonces decidí recubrirla de acero inoxidable tipo espejo, lo que produce un efecto de mímesis con el paisaje, entonces la obra se licúa, de alguna forma se vuelve transparente", explica Salineros.
Arboles, montañas y cielo se reflejan en esta gran estructura de planchas espejadas que van efectivamente "plegando el paisaje". "La obra está ahí con una volumetría incuestionable pero además logra tener una levedad que se funda con el entorno", dice el escultor.
La obra fue trabajada en terreno durante un año, periodo en que los vecinos pudieron observar su desarrollo. Además la municipalidad hizo varios talleres de mediación con Fundación Mi Nube para que el público, sobre todo los niños, se familiarizaran con la obra. "Es un acto pedagógico político, porque de alguna forma les estás diciendo que esto es arte contemporáneo y eso tiene una responsabilidad. Es lo que se está empezando a hacer con las obras que instala el MOP a través de la Comisión Antúnez. En la medida que el público entiende la obra, la valora más", opina el artista, quien suma varias piezas en espacios públicos como el Parque de las Esculturas de Providencia, Ciudad Empresarial, Campus San Joaquín de la UC, en la Universidad de Talca, y en el extranjero en la Universidad Heinrich Heine de Dusseldorf, Alemania.