El sueño y la pesadilla. Los extremos se alternan hasta el final de My love story, la autobiografía definitiva de Tina Turner (1939 Nutbush, Tennessee), recién editada en Chile. "La abuela del rock", como fue empacada en los 80 para consumo de la primera generación criada con videos musicales, repasa en 260 páginas una existencia digna de teleserie y que hoy cobra actualidad dado el contexto reivindicativo ejercido por las mujeres. Durante décadas Tina fue abusada física y psicológicamente por Ike Turner, su marido y mentor musical. El filme What's love got to do with it (1993) ya había revelado el calvario ante un tipo dictatorial, mujeriego y energúmeno, pero aquí hay detalles escalofriantes. "Deberías morir, hija de puta", le dijo Ike apenas recuperó la consciencia tras un intento de suicidio gatillado al ser obligada a compartir hogar con tres amantes.

Las primeras páginas oscilan entre el principesco relato de su boda con el ejecutivo discográfico alemán Erwin Bach a comienzos de milenio en compañía de estrellas como Bryan Adams y Oprah Winfrey, y el repentino matrimonio con Ike Turner celebrado en Tijuana en los 60, cuya única motivación fue quitarse de encima a una ex esposa al acecho de ganancias por los tempranos éxitos de la pareja sensación del soul y el R&B.

Si la ceremonia en México no había tenido romanticismo alguno, la noche de bodas fue de retorcida antología. Ike decidió llevar a su flamante esposa a un burdel para presenciar un show de sexo en vivo. "Me sentía abatida y al borde de las lágrimas", evoca la cantante que ya a esas alturas sabía que su esposo no se estropeaba las manos -un guitarrista no arriesga lesiones-, sino que la golpeaba con objetos contundentes.

Los padecimientos con Ike Turner culminaron recién en 1976. Sobrevino un largo periodo hasta la primera mitad de los 80 en que Tina Turner se reinventó superando los 40 años, que por aquel tiempo significaba ser considerada como una vieja en el negocio musical. Una seguidilla de encuentros y colaboraciones con la realeza del rock incluyendo a The Rolling Stones, Rod Stewart y David Bowie, todos fans de Tina, cimentaron un regreso triunfal en 1984 con éxitos como "What's love got to do with it" y "Private dancer", esta última compuesta por Mark Knopfler de Dire Straits.

Tina Turner se consagró como estrella pop pero las tragedias continuaron. Los últimos años han sido durísimos para su salud. Padeció un accidente vascular con secuelas de por vida, cáncer intestinal y una falla renal que sólo pudo superar gracias a la donación de un riñón de su marido.

He aquí otro detalle biográfico que cobra actualidad porque la cantante reconoce haber cometido un gravísimo error al suspender tratamientos a cambio de terapias homeopáticas que solo empeoraron su condición.

A pesar de los 200 millones de discos vendidos y una docena de Grammys, la música es un asunto secundario en My love story. Tina Turner ha tenido una vida más grande que las canciones para colmar estadios y esa es la historia que privilegia y cuenta.