Clímax: la danza de la irrealidad

climax

Hoy se estrena la nueva película de Gaspar Noé, centrada en un grupo de bailarines que toma LSD por accidente. Una pesadilla lisérgica al ritmo del Eurodance.


Las películas de Gaspar Noé son experiencias físicas. Varias escenas de Irreversible (2002) tienen como propósito descomponer al espectador mediante una cámara vertiginosa que gira en círculos y el uso de sonidos de frecuencias bajas que, al estar fuera del rango de lo aceptable por el oído humano, provocan náusea y un malestar en el pecho. En Enter the Void (2009) nos somete a un viaje narcótico mediante un plano subjetivo que trasciende la mirada para adentrarse en la esfera mental. Como en el cine del olvidado Pierre Clémenti (New old), la idea es aquí recrear los estados alterados a los que inducen las drogas. Sumemos un par de escenas epatantes como la famosa violación de Monica Bellucci o el asesinato a golpes de extintor, ambas en Irreversible, o el aborto a patadas en Solo contra todos (1998).

No hay duda de que a Noé le interesa escandalizar desde las vísceras. La función de Irreversible en Cannes provocó desmayos, vómitos, abucheos y una larga lista de condenas. El crítico Jonathan Rosenbaum la calificó de "exhibicionista, inmadura y superficial" y Raúl Ruiz, quien formaba parte del jurado, pidió en broma la "pena de muerte para el autor". No es difícil comprender las razones de aquella molestia generalizada. Noé es un cineasta arrogantemente efectista y detrás de sus provocaciones podemos encontrar el asombro cargado de moralina que suelen esconder los "artistas malditos" (hay quienes han dicho que su cine es "fascista" y "homofóbico"). Pero, desde otro ángulo, podemos decir que sus operaciones reviven los anhelos que planteó el cine en sus orígenes, el efectismo de ese tren de los Lumière que, según el mito, provocó que la gente arrancara de sus asientos o la magia cuasi demoníaca que buscaba Georges Mèliés, por entonces un joven ilusionista, a través de la imagen en movimiento. A Noé le interesa que el cine sea una experiencia desgastante y envolvente. Un viaje, un rito. Y eso, en tiempos en que el streaming ha transformado al cine en un pasatiempo insustancial, se puede interpretar como una suerte de resistencia. No es lo mismo ver una de Noé en un televisor que hacerlo a oscuras, junto a otros, como en una tortura colectiva.

fedea746cd0ecb257a1249d3a2a80bb1_XL.jpg

Danza macabra

No es casual que Clímax, estrenada en el último festival de Cannes, comience con una torre de DVDs en la que vemos una copia de Inauguration of the pleasure dome (1954) del satanista Kenneth Anger. Hay aquí una declaración de principios sobre la naturaleza ritualista y alquímica del cine que va acompañada de otros títulos que funcionan como recetas de lo que veremos a continuación: Suspiria de Dario Argento, Saló o los 120 días de Sodoma, de Pier Paolo Pasolini, Un perro andaluz de Luis Buñuel o Posesión, obra maestra de Andrzej Zulaswki en la que Isabelle Adjani ofrece una impactante escena de posesión física que bien podría ser una pieza de danza contemporánea. Estos DVDs rodean un televisor donde alguien observa justamente un casting para formar parte de un cuerpo de baile. Son jóvenes que están dispuestos a hacer de todo para cumplir sus sueños. "¿Qué harías si no pudieses bailar?", le pregunta la coreógrafa a una joven fuera de campo. "Me mataría", responde ella sin dudarlo.

Al omitir al personaje que está enfrentado al televisor, Noé introduce una perversión inasible, la amenaza de quien observa a un grupo de jóvenes tan idealistas que resultan vulnerables. Tras esa introducción, todos terminarán probando coreografías grupales en un galpón perdido en las afueras de París al ritmo de éxitos del Eurodance como "Born to be alive", de Patrick Hernández, "Pump up the volumen", de Marss o la hedonista "French Kiss", de Lil Louis. Cuando el cine parece obsesionado con la danza contemporánea (de la Suspiria de Luca Guadagnino a la aún no estrenada Ema, de Pablo Larraín), Noé se deleita con coreografías en la que los cuerpos parecen usurpados por alguna fuerza superior. Es, según el director francoargentino, lo único planificado en una película improvisada.

El disparador de horrores será el LSD que alguien vierte en la sangría que todos beben. La incógnita sobre el responsable de la humorada será una pregunta que se extenderá a lo largo de todo el filme. Los viajes, por supuesto, no estarán exentos de sexo y violencia. Noé gozará en su fiesta macabra. Se entretendrá siguiendo a cada uno de los personajes en sus calvarios de degradación física y mental. Y para intensificar aún más la experiencia, incorporará a un niño indefenso que se verá perdido entre esos cuerpos desarmados que seguirán bailando por inercia. El infierno se parecerá a una pista de baile.

Clímax está cargada de la neurosis epatante característica de Noé, y también de esas cámaras flotantes y giratorias que pretenden provocar un dolor de cabeza, pero introduce un elemento que parecía ausente en su cine: el sentido del humor. Las dinámicas de los personajes están marcadas por la ironía. No se trata solamente de lo gracioso que resulta la concepción de la cocaína como una solución a los problemas (ésta es, según Noé, capaz de reducir la volatilidad del viaje lisérgico), sino que también de la forma en que el cineasta atenta contra sus personajes. Noé arma su masacre con estereotipos que pareciera sacar de su cuenta de Facebook, del sexópata oportunista al homofóbico camuflado o la bailarina que se toma a sí misma demasiado en serio. Todos habitarán sus círculos del infierno.

"La película trata de gente creando algo en conjunto, y cayendo en la segunda mitad", dijo en una entrevista. "Es como la historia de la Torre de Babel. La Humanidad puede crear grandes cosas. Y luego por la influencia del alcohol, o algún accidente, todo se viene abajo".

Clímax es la obra menos ambiciosa del cineasta y, tal vez por eso mismo, la más disfrutable. Una experiencia hipnótica que golpea los cráneos con la cadencia de una canción de Aphex Twin. Una crónica sobre "animales en peligro", como él mismo la definió. Noé está de vuelta.

https://www.youtube.com/watch?v=012nuq0dyno&t=4s

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.