Claudio Montaño (21), DrefQuila, logró juntar un par de miles de personas en uno de los horarios históricamente más negados del festival. Un cuarto para las dos de la tarde del único día hábil incluido en la cita, el cantante dejó a tope las inmediaciones de un stage que se vio colapsado por el entusiasmo.
A la misma hora, en uno de los escenarios principales, el trío estadounidense Lany reunía a la mitad de entusiastas que el "joven Kun" logró alcanzar.
"Vamos a hacer historia en este Lollapalooza, mi gente", desenfundó rápido ante un público que seguramente no supera su propia edad. La frase, que parece hecha, es cierta. Es el primer número del género en la historia de la franquicia en Chile. Sólo en esta versión se sumarán otra decena de nombres similares.
Contrario a la cultura tradicionalista del rock, en donde grabar el show con el celular es una actitud reprochable -Jack White llegó a prohibir el ingreso de estos aparatos a sus shows-, en los lives del trap tenerlos a mano y bien en lo alto es parte del paisaje natural.
Y es que Drefquila, oriundo de Coquimbo y criado bajo la misticidad del Valle del Elqui, no sabe tocar guitarra, jamás ha vendido un disco en formato físico y mucho menos enviado singles a las radios para que difundan su música. La clave de eso está en los celulares.
Cuando invita al escenario a Easy Kid para "DM" ("Me manda videos y fotos siempre loquita por Instagram y yo ni la sigo pero siempre sigue mandando más", cantan a dúo) y a Ceaese con "Dámelo" ("Y yo también quiero ver tu cuerpo entero y aparecer contigo en toditas las redes", entonan como demostración al amor), se reafirma su rol como vocero de aquella generación. La suya.
Precedido por la entrega del primer disco de platino digital en la historia de la música chilena por el single "A fuego" (por cierto, la más coreada de la tarde), la voz del cantante jamás deja de sonar bajo el filtro del autotune. Incluso cuando desafía a su audiencia: "No, no, no, esta es más fuerte", se ofusca mientras canta "Ella busca". El público asiente. Probablemente es la primera vez que la cantan fuera de sus audífonos.
Con un show armado de punta a punta con sus canciones más reproducidas en streaming -prácticamente no hubo grandes guiños al disco que lanzó hace sólo unos meses-, y con elementos externos como gráficas y luces a las que le urgen un poco más de grandilocuencia, las miradas incrédulas al fenómeno de algunos treintañeros que merodeaban el lugar son el máximo dividendo de la tarde.
DrefQuila y su set de 45 minutos se convirtieron en la punta de lanza para un estilo que debiera ganar más espacios en las futuras ediciones.