Es París, 1889. La espía chilena Leonora Latorre realiza gestiones en Francia para contratar al ingeniero Gustave Verniory y así levantar una red de puentes en la Araucanía. Más de 90 años después, en 1982, desde la Catedral de Santiago es sustraída una copa sagrada elaborada por jesuitas. Se sospecha de un subordinado de Augusto Pinochet. La copa fue labrada con piedras provenientes de un meteorito. Restos de esa piedra se hallan en el Museo de Historia Natural de Berlín. Décadas después, en el siglo XXI, una joven pelirroja, Princess Valiant, en un ambiente de música electrónica, intenta vengar un crimen en la capital alemana.

La historia que el escritor nacional Francisco Ortega (44) desarrolla en su nueva novela, El cáliz secreto, publicada recién por editorial Planeta, transita del siglo XIX al XXI. Un thriller que incluye episodios de misterio, conspiración, política y religión. Un gran volumen que va y vuelve en el tiempo, y que tiene a mujeres de protagonistas. El pasado está encarnado en Leonora Latorre, personaje que Ortega rescata del bestseller local Adiós al Séptimo de Línea (1955) de Jorge Inostrosa, mientras que el presente le pertenece a Princess Valiant, joven experta en descifrar códigos que ya había aparecido en Logia (2014) y Andinia (2016).

Luego de vender 12 mil copias con su último libro, Dioses chilenos (2018), Ortega regresa a librerías mientras trabaja en el guion para la serie Logia, a cargo de la productora Rizoma. Ya hay un tráiler con las actuaciones de Alfredo Castro y Daniela Ramírez, en los papeles de Elías Miele y Princess Valiant. Además, el autor nacido en Victoria en 1974 adapta un capítulo de su novela Andinia para la televisión mexicana en conjunto con la productora local Invercine. Es en sus oficinas donde habló de El cáliz secreto, de mujeres, amistades y su recorrido literario.

-¿Cómo y cuándo surgió esta novela fechada entre 2016 y 2019?

-El esbozo de esta historia se me ocurrió mucho antes de Logia. Una historia con una protagonista femenina que tenía características similares a este personaje. La novela se llamaba Igriega, nombre que después usé en el cómic 1899. Esa novela se la presenté al editor Gabriel Sandoval, de Planeta, pero finalmente terminé publicando El número Kaifman (2006). Y después, cuando comienzo a escribir Logia, me acuerdo de este personaje y lo incluyo en la novela y ahí le pongo Princess Valiant como un homenaje al Príncipe Valiente... A mí me pasó con este personaje una cuestión heavy: Sandoval ya estaba trabajando de editor en México y me envió un sobre con una nueva novela que habían contratado. Era la primera entrega de la saga Millennium, de Stieg Larsson. Cuando leí el libro dije: "El personaje de Lisbeth Salander se parece mucho al mío". Y en el primer manuscrito la borré pero no me funcionaba y la traje de regreso, y en Logia aparece y muere.

-¿Por qué revivirla ahora?

-Porque fue el personaje más popular entre los lectores, sobre todo entre las lectoras. Entonces la traje de vuelta, reviviéndola, en Andinia. Ese mismo año me reuní con mis editores. Les dije que estaba desarrollando dos ideas: una novela de ciencia ficción llamada Behemot y una novela centrada en Princess Valiant que ocurre en el presente y que se conecta con el personaje femenino de Adiós al Séptimo de Línea. Esta última historia la empecé a mezclar con Igriega, y además yo había trabajado en el guion para una serie sobre el libro Diez años en Araucanía (1889-1899), de Gustave Verniory...

-¿Cree que El cáliz secreto se acerca más al universo de Stieg Larsson que al de Dan Brown?

-Yo siento que tiene un poco de ambos, porque son dos novelas en una. Por un lado lo que ocurre en 1891, donde el personaje es Verniory y Leonora Latorre, quien es el primer personaje femenino espía de la literatura universal. Creo que Latorre era una buena figura arquetípica para hacer que Princess fuese más chilena. Esa parte de la historia es más novela histórica que las anteriores porque está, por ejemplo, la reconstrucción de la Araucanía... Pero la parte actual es un thriller: hay que vengar un asesinato y hay un misterio religioso. En ese sentido se parece mucho más al estilo de Stieg Larsson que al de Dan Brown.

-En el libro agradece a sus "asesoras feministas", también a Alejandra Oyarzún "profesora particular de teoría de género". ¿Era necesario tomar clases para elaborar un personaje de ficción?

-El feminismo es un tema que hoy está súper candente. Además es un tema que a mí me pegó el año pasado, de forma tangencial, por mi amistad con Nicolás López. Ocurrió cuando difundieron columnas que había escrito hace 20 años. Y quedé afectado anímicamente. Yo ahora le deseo a Nicolás lo mejor en tribunales (formalizado por abuso sexual y violación) y que se haga cargo de lo que hizo y lo que no hizo. La justicia determinará. Pero el caso me sirvió para el libro y saber, por ejemplo, ¿cuál es el límite?, ¿qué es abuso? Fueron preguntas que le hice a amigas, especialistas, antropólogas, era un tema que quería abordar desde la ficción. Larsson dice que creó a Salander después que vio cómo unos amigos abusaban de una compañera de universidad y él no hizo nada.

-¿Y no le parece oportunista aparecer ahora con una protagonista?

-¡La novela estaba terminada en agosto del año pasado y se viene escribiendo hace mucho rato! Pero claro, van a decir que es oportunista, superficial, comercial. Van a decir un montón de cosas, pero no es un tema que me quite el sueño. A mí lo que me interesaba era contar una buena historia. En la novela está abordado el feminismo, el patriarcado, el tema mapuche y de cómo el extranjero nos ve con la mirada de Verniory, un espejo de lo que ocurre hoy. Creo que también es mi novela más política: se reflexiona sobre el papel de la Iglesia Católica en la dictadura de Pinochet. Si bien una parte de la Iglesia estuvo muy vinculada a los Derechos Humanos, otra parte fue muy sumisa con el poder. Y de alguna manera es esta última parte de la Iglesia la que hoy está teniendo consecuencias.

-¿Fue complejo dar con el título?

-¡Súper complejo! La novela tuvo como 10 títulos. El original era Madre patria. Pero el manuscrito se lo pasé a un amigo editor y me dijo: "El libro trata de un secreto y secreto es la palabra más sexy del mundo y funciona en todas partes". Así que optamos por un título fácil y directo. A mí me interesa pensar que es una novela que de alguna manera puede gustar a los lectores de thrillers y de novelas históricas, pero también a los viudos de Adiós al Séptimo de Línea, porque la novela de alguna manera es una secuela no autorizada de Adiós al Séptimo de Línea.

-Se cumplen 25 años desde la publicación de 60 kilómetros (1994), su primera novela. ¿Qué conclusiones saca de este recorrido literario?

-Creo que en algún momento publicaré un volumen con tres novelas que están difundidas de manera independiente. Una es 60 kilómetros, la otra es Disfrazados, que es una ucronía de superhéroes en Santiago, y la tercera es una novela que se llama Santiago de Chile, que publiqué por entrega en la revista Capital... Ahora creo que lo más valiente fue asumir, en 2006, que lo que yo quería hacer era ficción comercial. Creo que fui el primero que lo dijo y asumió. ¿Por qué no escribir bestsellers? Lo importante es buscar que los libros sean buenos libros. Y mis novelas han encontrado lectores. Que digan que mis libros son ligeros, que no son artísticos, pero la saga de la Trilogía los Césares tiene 60 mil lectores en Chile y 30 mil en el resto de Hispanoamérica, y eso es como ganarse un premio.