Fue en 2017 cuando Greta Van Fleet -compuesta por los mellizos Josh como vocalista y Jake Kiszka en la guitarra, junto a su hermano menor Sam en el bajo y un amigo íntimo Danny Wagner como baterista- irrumpieron en la escena. Rock crudo, a alto voltaje, masculinizado, alterado en feromonas, sin demasiadas concesiones y siempre replicando el manual de clásicos como Robert Plant o Ian Gillan. Los 70 han vuelto encarnados en Greta Van Fleet y en su debut, el título Anthem of the peaceful army, editado el año pasado.
Ayer esa fórmula tuvo su estreno masivo en Lollapalooza, en uno de los escenarios centrales, desatando la euforia en torno a quienes se les ha rotulado como los nuevos salvadores del rock. Fue uno de los minutos más eufóricos del viernes, el mismo que se vivió 24 horas antes en su paso por el Caupolicán. Aquí, en entrevista con Culto, Jake Kiszka -de buen ánimo, sonriente, consciente de las expectativas y en la previa a su presentación- enfrenta esas etiquetas.
-El jueves tocaron en el Teatro Caupolicán. ¿Cómo sintieron al público?
-Con nuestros viajes, esta ha sido una de las audiencias más apasionadas, nunca hemos tocado en Sudamérica, así que creo que la energía se debe al amor por la expresión del rock and roll como parte de la cultura de esta región.
-¿Cuál es la audiencia que generalmente los recibe?
-Es un público muy ecléctico, donde sea que viajemos. Vemos personas desde ocho hasta los 80 años. Ves a niños con sus papás, a grupos de amigos, una parte grande es una audiencia más joven la que está parada atrás. Y bueno, también tienes a las generaciones más viejas, entonces se logra una cosa genial de unidad.
-¿Alguna vez pensó que serían comparados con Led Zeppelin?
-No, es un verdadero honor, es una de las mejores bandas de rock de todos los tiempos. Así que nos sentimos honrados de las referencias y las afiliaciones.
-¿Conocen a Robert Plant?
-¡No! Una vez casi lo saludamos cuando estábamos en un hotel en Los Angeles, tenía un show ahí pero no lo logramos, cuando llegamos al lobby ya no estaba.
-¿Y por qué siente que tiene una conexión tan fuerte con Led Zeppelin en particular?
-Creo que partió con mucha música antes de los 60 y los 50. Antes de esa era, estábamos escuchando sonidos de raíz, funk, soul y R&B en vinilos, desde Bob Dylan hasta Joni Mitchell, y todos los músicos del blues, también Roger Waters, Alice In Chains. A medida que crecimos fuimos encontrando diferentes estilos, desde lo tradicional empezamos a escuchar a la invasión británica y después fue genial mirar a los primeros, para ver cómo evolucionaron y se adaptaron con otras culturas y tiempos en la música.
-También han sido llamados los 'salvadores del rock'
-No lo creo, pero si todos nos están llamando de esa forma supongo que la responsabilidad es nuestra y la tomamos. El rock está cambiando de una forma excelente, está creciendo y la nueva generación se está adaptando muy bien. Para el rock and roll es un tiempo muy emocionante.
-Ante un despegue tan fulminante, ¿qué aspiraciones tiene el grupo?
-Mantenernos a nosotros mismos y a nuestra audiencia, mientras podamos enseñar un mensaje, hablarle a más gente de otros países, afectar a las personas y darles una buena sensación de amor; creo que esos son todos los objetivos que tenemos.