No era ni por asomo una de los nombres que concitó la atención de la masa en los días previos al festival. Jorja Alice Smith (21) apareció tímida en el Acer Stage, aquel escenario escondido entre los árboles y que siempre, para los curiosos, desenfunda sorpresas.
"Hola, mi nombre es Jorja Smith", dice como si aún estuviera tras el mesón del Starbucks en el que trabajaba tras llegar a Londres, dejando atrás su natal Walsall, un pequeño centro industrial inglés en el que viven menos personas que la suma de los asistentes al Lollapalooza.
En 2016, cuando el rapero canadiense Drake la "descubrió" tras de escuchar una maqueta suya en Soundcloud, aquella candidez empezó a propagarse por las listas de todo el mundo.
¿Cómo la vida de una chica pueblerina puede cambiar radicalmente en tres años? La respuesta es simple: el sorprendente talento que lleva a cuestas, una voz tan cándida como fuerte y una ternura que parece obviar que, para muchos entendidos, sea una especie de "sucesora" del legado musical de Amy Winehouse.
Recurriendo principalmente a Lost & Found (2018), un primer disco editado bajo el alero de un sello independiente y que llegó a vender 60.000 copias más varias nominaciones a los grandes premios de la industria, la cantante logró inyectar la calma a una jornada que comenzó agitada gracias a diversos números de trap, algo así como "el género del momento".
Lo de Jorja, sin embargo, no tiene que ver con ninguna tendencia. El álbum está plagado de letras personales con reflexiones desde la feminidad, el peso que pueden traer atados los estereotipos y una filosofía que se trata de "ir, venir, abrazar y soltar", cruzando transversalmente sus doce episodios.
Aunque en los primeros cuarenta minutos de show transitó entre sus característicos tintes soul con puentes al chill y rapeos insertados de manera inteligente en medio de beats bailables, la batería de canciones con la que cerró su presentación la elevaron hacia una vibra distinta.
Antes de aquella transición, precedida de una decena de canciones ideales para disfrutar a ojos cerrados, el show se detuvo inesperadamente.
Cuando su banda empezó a desplegar los primeros acordes de "I Am", el tema que junto a Kendrick Lamar aportó para el mainstream sonoro de Black Panther, Smith advirtió algo que podría ser una pesadilla para cualquier músico experimentado: olvidó la letra. Con un relajo envidiable, lanzó un sincero "Ok, paremos. De nuevo".
"Cuando sabes lo que tienes, sacrificarse no es tan complicado", rezaba parte de la lírica.