En el papel, una banda formada sólo por dos músicos cerrando un festival que siempre busca con urgencia la cantidad y grandilocuencia en sus nombres, parecía una mala idea.

Twenty One Pilots montó un espectáculo hecho a la medida de un público que se desespera rápido ante la falta de estímulos. Ellos lo saben. En menos de 5 minutos de show Tyler Joseph, el "frontman" del dúo, ya había cumplido con su cuota: incendió un auto cuando recién cantaban su primera canción.

El carisma tras los tambores del virtuoso Josh Dun aportó a un cuadro tipo mashup que los de Ohio se encargaron meticulosamente de armar durante dieciséis canciones, las mismas que desplegaron el día anterior en la edición argentina de Lollapalooza.

Nada se deja al azar cuando lo que se quiere es que te presten atención.

Coros repetitivos que logran una reacción inmediata del público, canciones que transitan en los más variados estilos como si fuera una playlist de grandes éxitos pop, baterías que estallan al compás de gargantas ansiosas por liberarse y una interacción tan próxima que tuvo a Joseph explorando cada rincón del escenario (y por si no bastara, también fuera de él).

"Heathens", una balada ecléctica al piano, parte del soundtrack de la masiva Suicide Squad y que logra el primer karaoke jubiloso de la noche, sirve para preceder a una juguetona "We Don't Believe What's on TV" que, con ukelele en mano, transforma al líder en un verdadero cliché hawaiano pero que funciona.

El sentido del espectáculo del dúo sorprende hasta a los que, resignados por no poder acceder a la Arena en donde se presentaba el DJ Steve Aoki, se ven obligados a contemplar a la banda que se erguía sobre todas las demás en los carteles promocionales.

Aunque el grueso del setlist fuera representativo de Trench (2018), el disco que los trajo de vuelta a Sudamérica, las explosiones de euforia más evidentes vienen ligadas a "Stressed Out" acaso la canción más conocida de T.O.P. y que les abrió las puertas de la masividad hace tan solo cuatro años.

Si bien el acto de cierre del segundo día de Lollapalooza terminó con un aforo considerablemente menor al esperado -las suaves gotas de lluvia que adornaron la primera hora de show ahuyentaron a un par de miles de asistentes-, tras la explosión de confeti que significó su punto final nadie podría sentirse indiferente a las credenciales del dúo.

En tiempos en que no son pocas las bandas "de recorrido" que ponen excesivamente por delante sus canciones, presidiendo a esa espectacularidad teatral que debiera tener un show en directo, Twenty One Pilots desafía a los escépticos y en muchos pasajes pone por delante al público. Y es que, tal como reza su mayor hit, parece que a ellos y a la generación que representan también les "preocupa lo que la gente piense".