El pasado diciembre, La Vela Puerca, uno de los máximos exponentes que ofrece el rock uruguayo, festejó nada menos que 23 años sobre los escenarios. Por supuesto en su natal Uruguay, pero sobre todo en Argentina y Alemania, como explicarán más adelante, su música ha logrado encantar varios miles de seguidores: en el país trasandino la agrupación es número puesto en festivales con tanta trayectoria como el Cosquín Rock. Y Alemania, su improbable segunda casa, actúa como una suerte de pívot en sus giras europeas. En Chile, sin embargo, les ha costado más: pese a que debutaron en suelo nacional hace nueve años, aún asumen el rol de bicho raro.
Pero tienen la película clarísima. De hecho, parece no incomodarles.
Han pasado poco más de cinco minutos desde que comenzara la presentación de La Vela Puerca en el Banco de Chile Stage y, tras interpretar "Velamen" y "Atala", Sebastián Cebreiro, "El Cebolla", uno de los vocalistas, aprovecha la ocasión para presentarse:
—Para los que no nos conocen, somos La Vela Puerca de la República Oriental del Uruguay. Gracias por estar, hermanos.
Dentro de la pequeña masa que acompaña a los orientales destaca un puñado de banderas uruguayas y otros tantos trapos, camisetas —y hasta un par de sombreros— aurinegros, colores de Peñarol. Ellos, sus compatriotas que invadieron las primeras filas, son lo más encendidos, los que cantan prácticamente todo un setlist que repasó cuatro canciones de Destilar, su último trabajo (2018), y los clásicos de A Contraluz (2004), su disco más laureado.
Precisamente, cuando presentan "Zafar", uno de los himnos de este último, se produce la mayor interacción con el público nacional, que reconoce y une en una sola voz el estribillo. Sobre la parte final, vendrá el resto de los éxitos: "Va a escampar", "Haciéndose pasar por luz", "El viejo" y "Llenos de magia".
—Es un lugar de compartir, de compartir con público nuevo, de compartir con bandas que no conocés tampoco, de conocerlas y de que te conozcan —dirá una hora después, en charla con Culto, Sebastián Teysera, "El enano", sobre su debut en Lollapalooza—. Es como un gran tuco de gente haciendo canciones, música, algo súper interesante.
—Igual, están acostumbrados a públicos más masivos…
—Sí, en Argentina y también en Alemania. Suena rarísimo, pero hace muchísimos años, nosotros caímos dentro de una movida hispanoparlante, gente muy bohemia, dispuesta a escuchar y a meterse un poco en lo que era nuestra cultura. Empezamos a ir allá, primero con un prejuicio estúpido, de que son fríos, que no nos entienden. Pero nos encontramos con un montón de gente que entendía lo que era la jerga y las metáforas, que te venían a hablar de las metáforas. Entonces ahí dijimos, aquí hay una movida cultural buenísima. Quince años, dieciséis años, nos encontramos repitiendo, hicimos giras por toda Europa. Y la verdad es que caímos en un circuito que nos sorprendió y nos enriqueció como banda —explica Sebastián Cebreiro.
—¿Y qué les pareció, en ese sentido, el público de hoy?
—Lo estamos descubriendo al público chileno. Está empezando a amalgamarse una idiosincrasia entre la banda, La Vela, con el público de acá. Nos costó quince años como banda venir por primera vez. Y sentimos esa cosa de recién empezar, que para mí es un tesoro. Después de casi 24 años, sentir un país como Chile, acá al lado, que no sé por qué nos costó tanto venir hasta acá…, es como nuevos aires, nuevos brios, renacer de alguna manera. Vemos una pasión que no se ve en otros lugares —cierra Sebastián Teysera.