Los solistas se imponen a las bandas en Lollapalooza
Las individualidades descollaron en esta novena versión del festival dejando en un segundo plano el antiguo reinado de los grupos rock. La apertura hacia el género urbano dominado por cantantes confirmó la tendencia.
La programación de Lollapalooza ha marcado un punto de inflexión este año. Quedó demostrada la conveniencia de abrir definitivamente la paleta estilística y desterrar los prejuicios con la inclusión de ritmos urbanos. A la par, como señal de los tiempos, se hizo evidente un predominio de las individualidades por sobre la tradición de las bandas. Son artistas que además remarcan su condición batiéndose con escasa compañía o definitivamente solos como lo hicieron Kendrick Lamar el viernes, Post Malone el sábado, Rosalía y St. Vincent este domingo, qué decir de la pequeña armada urbana chilena con Paloma Mami, Tomasa del Real, Gianluca y Drefquila. Los tiempos cambian y Lollapalooza descifró con más lucidez que otros años la conveniencia de leer las tendencias.
La vieja tradición del rock dio pelea anoche con la presentación estelar de Arctic Monkeys, con un show muchísimo más contundente que el ofrecido en 2012. El cuarteto británico reforzado con un par de músicos extra, disfruta de una extraordinaria madurez que les permite alternar el temperamento autoral y crepuscular impreso por el líder Alex Turner al último álbum Tranquility base hotel & casino (2018), y la energía hiperquinética de sus primeros álbumes cuando se trataba de una pandilla casi imberbe. Turner está sencillamente magnífico en su rol de crooner combinado a su pasión rockera. Fue un gran cierre para el festival y lejos el mejor grupo.
Un rato antes St. Vincent también superó con tranquilidad su notable debut en 2015. Si aquella vez fue sorprendente, ahora hizo gala de exuberancia, garbo, estilo y un profundo sentido artístico por darle otra categoría al rock acercándolo a la electrónica mediante bases, aunque siempre bajo la guía de la guitarra. Y St. Vincent no es una guitarrista cualquiera, sino dueña de un estilo espeso, profundamente eléctrico como un blues fundido en crepitantes voltios y riffs que semejan mordidas. Lucía como una meretriz con largas botas y maquillada como si una pasarela le estuviera esperando. La única compañía fueron unos inquietantes videos proyectados en la pantalla gigante. Otro gran momento de Lollapalooza 2019 junto al debut de la mayor estrella pop ahora ya en España, Rosalía.
En el anochecer debutó el británico Sam Smith, la estrella de neo soul que en algún minuto parecía el heredero perfecto de Adele para consagrar un pop romántico y nostálgico. Aunque locuaz y carismático, por cierto afinado como corresponde al exigente estilo que profesa y con músicos a la altura de la casilla, al cantante británico le falta algo de malicia, de sabor extra en su número.
La tercera tarde de Lollapalooza partió aguerrida, con tintes políticos. Fiskales Ad-hok, emblemas del punk chileno, utilizaron su clásico logo de la cabeza de un conquistador cruzada por una espada, reemplazando la imagen con personajes reconocidos de la derecha local. Sacaron roncha por redes sociales.
Puntual a las 15:00 horas Gepe se tomó uno de los escenarios principales para un gran número empañado ligeramente por un corte del audio. El tiempo nos engaña a veces. Parece que apenas ayer Daniel Riveros era la avanzada del Nuevo pop chileno y hoy es un consagrado. Ofreció fiesta con coreografías, una gran banda, su versatilidad instrumental -de la guitarra a la batería chasqueando los dedos- y un dominio escénico cada vez más afianzado. Su figura solista contribuyó a este timbre individual en Lollapalooza 2019. Los solistas son la expresión que hoy domina la música popular.
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