Álvaro España: el fiscal incorregible

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Odiaba el colegio, se enfrentó a la SCD y nunca tuvo problemas en transitar por vitrinas más masivas. El líder de los Fiskales Ad-Hok volvió a la polémica tras un show en Lollapalooza que simbolizó un camino iniciado en los 80.


Últimos días de septiembre de 1987. Los recién nacidos Fiskales Ad-Hok están en la Universidad de Chile tocando para la toma estudiantil que pedía la salida del rector designado José Luis Federici. Ante el desgano de una audiencia veinteañera que espera a las figuras del canto nuevo, el cantante Álvaro España grita: "¡Párense hippies cu...! ¡Paren la raja, huevones!". La réplica de vuelta fueron escupitajos y piedrazos.

Últimos días de marzo de 2019. Los ya legendarios Fiskales Ad-Hok están en un escenario bautizado con el nombre de una compañía de telecomunicaciones (VTR Stage), parte del millonario festival Lollapalooza y con un show emitido vía streaming para todo Chile. Ante el furor de una audiencia veinteañera que espera a las superestrellas del pop anglo, Álvaro España interpreta "Mi cadáver" y las pantallas proyectan a Sebastián Piñera, José Antonio Kast y Jaime Guzmán atravesados por una lanza.

La réplica esta vez no fueron piedrazos, sino las críticas de un sector de la derecha que calificó el acto como una "incitación al odio", aunque los músicos antes también han cantado temas contra la transición democrática o Michelle Bachelet. Separadas por 32 años, ambas controversias giran en torno a la banda más relevante del punk chileno, capaz de sobrevivir a todas las fases del género y de circular sin complejos por las más diversas vitrinas oficiales.

Vecinos raros

"Vivíamos en calle Domeyko en Santiago y la abuela del Álvaro vivía justo al frente. Ahí nos empezamos a hacer afines, porque en esa época tampoco había tanta gente en la parada punk y new wave. Álvaro siempre me pareció un tipo inteligente, inquieto, que le gustaba la música no como una forma de taquillar, sino porque la sentía, quería cantar y tener un grupo, le importaba una r... si sabía o no tocar instrumentos", cuenta Miguel Conejeros, parte de Pinochet Boys, pioneros del punk local y que funcionaron como padrinos de los Fiskales en sus primeros días, aludiendo por lo demás a un rasgo clave: España no sabe tocar ningún instrumento, pese a que en su pasaporte aparece de profesión "músico". Además, siempre le ha avergonzado oír su propia voz en las grabaciones.

Iniciado en el rock cuando su familia le regaló una radio con unos casetes de Queen y Kiss, el vocalista sufrió la partida de su padre de su hogar a los nueve años. Estudió en el Liceo Amunátegui y logró salir a los 16, hastiado del bullying que debió soportar por su personalidad introvertida. Pasó todos los años de la Enseñanza Media con un promedio que rondaba el 4,5, porque el anhelo era sólo uno: no repetir de curso y olvidar el colegio como fuera.

En el barrio Yungay conoció a Rubén "Roli" Urzúa, luego bajista de los Fiskales Ad-Hok y hasta hoy el otro motor de la banda. A ambos no sólo los unía el punk, sino que también el desprecio por los emblemas de la canción combativa, como Quilapayún, Inti-Illimani o Los Jaivas. Con ese credo, se empezaron a mezclar con los actores, bailarines y pintores del underground, debutando en 1987 en el espacio cultural El Trolley.

Carlos Cabezas también vivía por esos barrios y les produjo sus primeros demos. "Aunque veníamos de estilos musicales distintos, el sentido comunitario contra la dictadura me unió con ellos. Siempre tuvieron claro lo que querían", recuerda la voz de Electrodomésticos. Años después, en 2016, el propio Cabezas recibió un pequeño dardo de los Fiskales. En el Facebook del grupo, aparecía el mensaje "puta que es fácil para los pro-gobierno" acompañando un link que informaba que él junto a Manuel García habían recibido $24 millones por componer una canción para el Proceso Constituyente. "No me enteré, no supe, pero harta gente chilló. Yo sólo estaba haciendo mi pega", concluye Cabezas.

Para algunos, una de las claves de la agrupación de Álvaro España está en llevar su discurso no sólo a tocatas en sótanos o boliches, sino que también a plataformas comerciales que para otros punks podrían semejar algo parecido a la kryptonita; de hecho, en muchos foros de la web algunos ultras del género los tratan de "vendidos" y "capitalistas", o mutan su nombre a Fi$kale$.

A fines de los 80, el galerista Enrico Bucci, ya un sexagenario, se convirtió en uno de sus principales promotores, facilitándoles la conocida galería bautizada con su apellido. En 1992, fueron contactados para telonear el debut de los Ramones en Chile, mientras que un año después editaron su debut al alero del sello fundado por La Batuta. En 1995, el gigante multinacional BMG, a través de su subsello Culebra, los firmó para trabajar su disco Traga! El ejecutivo Óscar Sayavedra fue el encargado de la gestión: "Nos comprometimos a darles total libertad en lo creativo. Luego ellos prefirieron seguir como independientes. No tengo claro si fue en malos términos, nunca tuve rollos con ellos, son adorables y consecuentes".

En ese camino de la autogestión, en 2000 juntaron fondos para girar por Europa, conociendo clubes y casas okupa, justo cuando España iniciaba una relación con la actriz Elvira Cristi, la que duró ocho años. La también modelo, que en ese tiempo tenía roles menores en TV, pudo acompañar a su novio gracias a que Felipe Camiroaga, a quien conoció en Motín a bordo, le pagó los pasajes.

Pero hubo una ocasión en que, al menos para un sector de la escena, España no fue tan adorable. Cuando en 2010 se discutía la ley del 20% de música chilena en radios, fomentada por la SCD, el vocalista fue uno sus principales opositores. "La música es libertad y no pueden imponerme nada. No sé qué tanto pueda servir esta ley, va a favorecer a los de siempre", decía por los medios. Por esos años, la SCD demandó al mánager del grupo por no pagar los derechos de autor de varios shows, a lo que el representante respondió con una querella apoyada por sus dirigidos. España intentó alentar una asociación de artistas paralela la SCD, a quienes calificaba de "monopolio".

Desde el otro lado, "Don Rorro" de Sinergia era una de las figuras más entusiastas con la ley del 20%: "Tengo un tremendo respeto por los Fiskales y en ese instante teníamos una mirada empática con los artistas que sentían que no se iban a beneficiar con la ley, porque decían que iban a sonar los de siempre. Pero está bien esa disidencia, los respetamos".

Curiosamente, en 2010 Sinergia le ganó a Fiskales el premio Altazor en la categoría Mejor álbum de rock. España comentó en ese momento: "Al final ganó Sinergia que suena todo el día en la radio y en la tele. Siempre ganan los típicos, porque votan huevones que no tienen idea, pero como en las canciones dicen droga y pene, reconocen eso porque suena todo el rato, es más mediático". Hoy "Don Rorro" baja los decibeles de la vieja polémica: "Es parte de la vida, a veces te toca ganar o perder, también estuvimos nominados muchas veces a los Altazor y perdimos".

Pero la relación de España con sus pares está lejos de ser sólo fuego cruzado. Al contrario, casi todos le prodigan respeto y cariño, y las diferencias que tuvo con algunos ya están sepultadas. Claudio García de Los Miserables, el otro insigne del punk local, cuenta: "Tenemos muy buena onda, a veces tuvimos sus peleas como en cualquier amistad, pero eran diferencias de pendejos". Eso sí, aclara: "Yo no iría a Lolla, me apesta ese escenario y el público que va, es todo tan light. Si me lo ofrecieran, diría que no sin echar pie atrás".

Los productores de conciertos también reafirman que Fiskales siempre han tenido un comportamiento profesional. El único punto aparte pasó en el festival Vive Latino de 2007, cuando España le pegó un puñetazo a un técnico que les cortó el sonido argumentando que ya habían cumplido su tiempo. Hoy el cantante combina la labor en el grupo con su trabajo como DJ. Se ha hecho responsable de las dos hijas de su actual pareja y en sus ratos libres pasea a sus mascotas por las cercanías de su casa en Bellavista. Todas parecen ser escenas sintetizadas en el título de uno de sus mayores álbumes: Lindo momento frente al caos.

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