Ron Perlman, nunca ubicado entre las grandes estrellas de Hollywood, siempre se vio como una apuesta personal -y un acierto- de Guillermo del Toro, que le dio el rol principal en Hellboy (2004) y su secuela, Hellboy: El ejército dorado (2008). Las primeras y hasta hace no tanto únicas películas sobre uno de los antihéroes más queridos salidos de las historietas.
El papel del rojizo e incorregible personaje -creado por Mike Mignola en 1993- encuentra en un estatus muy distinto al segundo actor que le da vida. Por su rol en la serie Stranger things, el jefe de policía Jim Hopper, David Harbour fue escalando sin muchos intermedios a condición de estrella, de referente pop, de manera inesperada tras más de una década de secundarios, en cintas como Secreto en la montaña (2004) o Quantum of solace (2008).
Pero, de paso por México, el actor de 43 años no se siente atraído por aquello. "Si la gente quiere colocarme como un ícono popular o la peor persona del mundo, esa es su decisión. Lo mío es hacer mi trabajo bien y estar orgulloso de contar historias, que es lo que amo y seguiré amando hasta el fin de los tiempos", le responde a La Tercera, en medio del tour de promoción de Hellboy, su primer protagónico, justo en la previa a que vuelva a aparecer como Hopper en el tercer ciclo de la producción de Netflix, que llega el 4 de julio.
La película que encabeza es en muchos sentidos una incógnita y un riesgo. Viene antecedida por las discrepancias entre Del Toro y el creador del personaje, que anularon la posibilidad de que el ganador del Oscar completara una trilogía, y se instala como un reinicio de la franquicia, esta vez bajo la mirada del director Neil Marshall (El descenso, Game of thrones). Un nuevo acercamiento que se inclina por la violencia y roza el gore, alejándose de los primeros filmes, envueltos por lo fantástico y el indomable carácter y humor negro del demonio rojo.
Como sea, Harbour transmite haber disfrutado de la experiencia, que incluía ponerse capas y capas de maquillajes y prótesis. "Tengo una bestia dentro de mí que raramente logra salir, y es muy liberador poder ponerse un disfraz y liberar estas cosas que están adentro tuyo", enfatiza. La cinta, que se estrena este jueves en Chile, lo pone como gran esperanza del mundo ante el resurgir de la villana Nimue (Milla Jovovich), en tanto surgen interrogantes sobre su origen. "Yo me identifico mucho con Hellboy. Él es un forastero, tiene conflictos acerca de cuál es su identidad, quién es realmente, y cuál es su lugar en el mundo. Yo lucho con esos mismos temas. Entonces trato de llevar mucho de mí al personaje", comenta.
¿Cómo describiría la experiencia de interpretar a Hellboy y después nuevamente a Hopper?
Interpretar a Hellboy me enseñó mucho de actuación, pude hacer grandes elecciones, es como una figura mitológica, es un arquetipo en muchos sentidos, entonces en ese aspecto mi actuación se expandió. Por lo tanto, cuando volví a la temporada tres de Stranger things, sentí que Hopper también se expandió. Mi interpretación de Hellboy termina influyendo mi interpretación de todo lo que le siga.
De acuerdo a lo que circuló esta semana, Harbour podría vivir una nueva experiencia en una película de superhéroes (la tercera, si se suma Escuadrón suicida): su nombre y el de Rachel Weisz suenan con fuerza para unirse a Scarlett Johansson en la primera película sobre Viuda Negra, el personaje del universo de Marvel.
Mientras, Harbour, el mismo que hace dos años dio un encendido discurso en los premios del Sindicato de Actores (SAG) en que reivindicó a los "raros y marginados", se entusiasma hablando de su nuevo estreno como "una gran metáfora para nuestros tiempos actuales".
"Hellboy se supone que debe provocar el apocalipsis, pero no quiere, y tampoco está dispuesto a hacer los sacrificios necesarios para no traer el fin del mundo. Para mí eso es algo muy sofisticado para nuestro tiempo", apunta, a lo que agrega: "Creo que estamos en un extraño momento en el mundo, con las consecuencias y amenazas del cambio climático, todo tipo de crisis de refugiados, todas estas cosas donde encontramos que los sistemas se quiebran y tenemos que cambiar de alguna forma. Pero hay mucha gente que, de algún modo, se empeña en no sacrificarse".