Sobre sus cabezas hay paraguas en todas direcciones y tanta ropa tendida como para vestir a un regimiento. Suena la pegajosa canción These boots are made for walkin' de Nancy Sinatra, y las actrices Gloria Münchmeyer (1938) y Gaby Hérnández (1939), junto a la comediante Gloria Benavides (1948), se apoderan del escenario del Teatro San Ginés, que por poco se viene abajo ante la ovación.
Pronto sabemos que la Yoya, la Luzma y la Charito, todas al borde de los 80, fueron compañeras de colegio y que desde entonces se han alternado en las relaciones de uña y mugre y perro y gato. Incluso ahora, que las vemos dar vueltas y chacharear en un lugar imaginario, estas amigas de toda la vida se reúnen para hablar de sus familias, de hombres, de sexo y de sus cuentas pendientes con Disney y Osho.
En su primer mes en cartelera, la comedia Viejas de mierda pasó del riesgo a la consagración de una fórmula heredada por su exitosísima versión masculina. Estrenada en 2016, con Jaime Vadell, Tomás Vidiella y Coco Legrand en escena, Viejos de mierda ha sido vista por más de 300 mil personas, y aún no para. Ahora el fenómeno se repite: su nueva y feminizada parte, que nuevamente tiene al frente, como autor y director, al actor Rodrigo Bastidas (1961) -junto a Magdalena Max-Neef en ambos roles-, ya superó los 5 mil espectadores, acaba de agendar una gira nacional por 50 ciudades y sus entradas están agotadas hasta fin de mes.
"Trato de ser muy cauto con esto, porque obviamente habría comparaciones entre una obra y otra. Las Viejas surgió como proyecto hace dos años, y retoma la idea de los Viejos, que era reinvindicar no solo la vejez sino a estos grandes artistas. Estamos muy contentos con la respuesta del público, y yo, en lo personal, muy orgulloso de que sean lo más visto en Santiago. Incluso, me atrevería a decir que del país", dice Bastidas, quien se presenta también en la obra Hijos de su madre en el San Ginés, junto a su compañía Teatro Aparte.
La clave del fenómeno se explica también por sus elencos: dos actores y dos actrices en compañía de dos conocidos comediantes, para hablar sin tapujos sobre distintos aspectos la vida, pasados por el filtro de la tercera edad. Para sus autores, sin embargo, las dos obras no se acercan siquiera. Más bien se ubican, dicen, en veredas opuestas. "Ser vieja no tiene nada que ver con ser viejo. Por ejemplo, en la relación que tienen con el sexo: el hombre siempre está buscándolo, y las mujeres como que se aburrieron de él. Un personaje de las Viejas dice: 'Yo creo que vine al mundo con una cantidad determinada de polvos, y a los 55 se me acabaron'", añade el actor.
Max-Neef (1961) le sigue: "Tengo la sensación de que las mujeres envejecen con más entusiasmo. Si bien es más fuerte para muchas de ellas el tema del deterioro del cuerpo, tienen una manera de socializar distinta y quizás por eso vivan más. Y, si el hombre tiende a generar una dependencia con sus parejas, en algunos casos las mujeres viudas empiezan a hacer todo eso que no hicieron antes. En Viejas de mierda se retrata muy bien esto", apunta la actriz.
Aún sin fecha de cierre de su primera temporada en la sala de Bellavista, Viejas de mierda ya se prepara para salir del teatro: el próximo 20 de mayo llegará al casino Gran Arena Monticello, escenario por donde ya pasaron con éxito sus octogenarios colegas.
Viejas de mierda
Dir: Rodrigo Bastidas y Magdalena Max-Neef.
Vi, sá. y do. en Teatro San Ginés (Mallinkrodt 76, Bellavista).
$ 10.000 a $ 20.000.