A comienzos de milenio, el sudafricano Ronald Harwood adaptó las memorias del músico polaco Władysław Szpilman, sobreviviente del Holocausto.

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El volumen conocido como El pianista del gueto de Varsovia, material con que Roman Polanski se hizo ganador de tres Premios Óscar, narra los días del músico polaco durante la Segunda Guerra Mundial, donde la película del director francés tiene a Ed Stoppard como Henryk Szpilman.

Nacido en 1915 en la industrial Sosnowiec, al sur de Polonia, Henryk vivió a la sombra del talento musical su hermano mayor.

Aunque comenzó la carrera de Filosofía en Varsovia y se hizo conocido por traducir Fausto de Johann Wolfgang von Goethe y algunas obras de William Shakespeare, la guerra interrumpió sus estudios, destruyó gran parte de ese material y terminó acabando con su vida cuando tenía 27 años, según una investigación de la periodista Juliette Bretan.

Antes de ser asesinado en el marco de la Operación Reinhard, cuando fue trasladado a un campo de exterminio nazi conocido como Treblinka, Henryk Szpilman traficaba con literatura en el gueto de Varsovia.

Previamente había publicado poesía y traducido en inglés y alemán. También escribió letras para canciones y firmó con el seudónimo Henryk Herold. Aunque las memorias de su hermano lo recuerdan principalmente como un intelectual insobornable, de cierto temperamento y profundas convicciones.

En El pianista del gueto de Varsovia, Władysław Szpilman lo describe así:

La vida de Henryk fue difícil. Pero la había escogido él mismo y no tenía intención de cambiarla, creyendo que sería despreciable vivir de otra manera. Los amigos que valoraban sus aptitudes intelectuales y culturales le aconsejaron unirse a la policía judía, como hicieron la mayoría de los jóvenes de la intelligentsia: "Podrías estar seguro allí", le decían, "podrías ganar bastante bien". Pero Henryk no tenía nada que ver con esas ideas. Se enojó bastante y lo tomó como un insulto. Adoptando su habitual actitud estricta y recta, dijo que no iba a trabajar con ladrones. Los sentimientos de nuestros amigos estaban heridos, pero Henryk comenzó a ir a la calle Nowolipki cada mañana con un canasto lleno de libros. Comerciaba con ellos, allí parado, empapado de sudor en verano y temblando por el frío de invierno, inflexible, obstinadamente fiel a sus propias ideas: sí, como el intelectual que era.

¿No nos vengaremos?

En algún momento de The pianist, Henryk Szpilman vende libros en un canasto donde se alcanzan a apreciar la novela de Heinrich Mann, La juventud del rey Enrique IV, y El idiota del ruso Fiódor Dostoievski, que vende en tres zlotys (exactamente 0.79 dólares y unos 500 pesos chilenos hoy).

Los autores no parecen escogidos al azar en la película de Polanski. Como un guiño a la propia historia de Szpilman, el autor de La juventud del rey Enrique IV fue hermano del alabado escritor alemán Thomas Mann. Heinrich, además, alcanzó cierto reconocimiento por su crítica a una sociedad cada vez más autoritaria y militarista que lo llevaron al exilio en 1933.

Y en El idiota, Dostoievski retrata con su pluma privilegiada la decadencia política, social y espiritual de una Rusia en plena industrialización.

Ed Stoppard, el actor que hace de Henryk en The pianist, contó al diario noruego Afterposten que el menor de los hermanos Szpilman "era un joven idealista con la ambición de quien vivía a la sombra de su hermano mayor".

Según el artista, conocido por su participación en series como The Musketeers y Knightfall, "si hubiera nacido una década antes o si hubiera sobrevivido a la guerra, Henryk Szpilman se habría convertido en una pieza invaluable de la historia polaca".

Antes de la primera hora de The pianist, hay una escena que bien podría descifrar al personaje de Stoppard. En ella Władysław —interpretado por Adrien Brody— le pregunta a su hermano menor —inmerso en las páginas de El mercader de Venecia— qué está leyendo.

Henryk Szpilman, sin despegar la vista del drama shakesperiano que ocupa su cabeza, le responde en verso:

Si nos hacen cosquillas, ¿nos reiremos?

Si nos envenenan, ¿no moriremos?

Y si nos humillan, ¿no nos vengaremos?