'La Galería del Mono' como la denominan los artistas que exhiben sus trabajos, surgió en un sector del entramado comercial Persa Bio-Bio por efecto de la era del streaming y masificación del internet. Los puestos que solían albergar videojuegos y películas, fueron quedando obsoletos dando paso a obras visuales de Mono González, Vicente Larrea y Guillermo Nuñez.
"Es por tiempo indefinido", cuenta Tomás Ives, artista de oficio que junto a Rodrigo Mesa y Tite Calvo instalaron sus obras en el Persa. Junto a dos amigos, Tomás muestra sus diseños, inspirados principalmente por la tradición precolombina en contraposición con el surrealismo. Muy diferente a los rostros atravesados por lanzas expuestos durante el concierto de Fiskales Ad-Hok en Lollapalooza, o quizás no tanto.
Su madre, según cuenta a Culto, fue expulsada de la universidad en dictadura y trabajó como secretaria previo a dedicarse a un taller de réplicas de figuras del Museo de Arte Precolombino. Mientras su abuelo, participaba de talleres literarios en centros culturales: "Siempre iba a clases de dibujo y acuarela. Estaba en una familia que siempre me estimuló en las artes".
En el seno de una familia de clase media-baja, Ives estaba en contacto constante con personajes relevantes de la cultura como Humberto Gianinni, Enrique Lafourcade y Miguel Arteche. "Recuerdo los 80 con todo el yugo de la dictadura y los 90 como un poquito triste, porque eran viejos que ya habían envejecido y no habían logrado explotar su madurez en el mundo de la cultura", cuenta el artista.
"El punk es súper importante en el desarrollo de mi discurso artístico"
De adolescente tocó en bandas punk y siempre consideró que las artes visuales están ligadas a la música. Mencionando el surgimiento de La Patogallina Saunmachin, destaca a un grupo de jóvenes que creció como hijos de la dictadura, en una época diferente a los tiempos actuales en que abundan los conciertos y festivales.
"Cuando ibas a una tocata tenías que ir preparado porque iba a llegar los pacos y te iban a botar todo. Una vez al mes había una tocata y dos veces al año venía una banda de Argentina que tenían que cruzar la cordillera no más. Tenías que hacerlo tú mismo y por lo tanto se armaban estos círculos. Por eso el mundo del arte y de la música estaban cruzados, era una cosa ineludible en los 90", explica Ives.
En ese entonces, nadie pensaba que en 30 años más el mismo punk lo iba a llevar a uno de los escenarios musicales más vistos de Latinoamérica. En la acalorada jornada del domingo, Fiskales Ad Hok se presentó en el VTR Stage. En el escenario, lo esencial: una guitarra, un bajo y una batería. Sin embargo, lo que se llevó las miradas de todos fue el telón de fondo: el arte de Ives.
Una imagen de Sebastián Piñera atravesada por una lanza con un ojo fuera de órbita. Automáticamente los celulares del público se alzaron para registrar el momento. El revuelo difundido en los medios y adoptado por el gobierno como incitación a la violencia, puso un debate sobre la mesa.
"El punk como corriente musical, que es súper importante en el desarrollo de mi discurso artístico, siempre se basa en el conflicto, siempre tiene la crítica social como amparo, pero no fueron solo ellos", dice el artista que rescató la idea del disco debut de Fiskales Ad-Hok -creada por 'Chino Acuña'- y la transformó en apoyos visuales para la banda.
Tomás Ives dice que "no inventó la rueda". El discurso dadaísta y las declaraciones de André Breton para el surrealismo ya ocupaban la figura de poderosos para deconstruirlas, tal como lo hicieron después las bandas punk inglesas hace 40 años.
"Hice eso como artista en reflejo de lo que yo siento que el público que asiste que esto lo hace vibrar, que es humor negro. Por lo tanto yo siempre que he hablado con alguien, los invito a ponerse en contexto".
Sintiendo que como artista no gana mucho con este revuelo, sí rescata que se plantee la discusión de la libre expresión en contexto artísticos: "Por un lado me aterroriza y por otro me parece muy positivo que se instale en la conversación. Cuando los poderosos dicen qué es buen arte y qué no, han ocurrido cosas terribles. En la Alemania Nazi o en regímenes dictatoriales en el mundo hacen eso, no en una democracia".
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Tomás Ives en el estilo de las imágenes proyectadas en el concierto.[/caption]
Según describe Tomás, sus obras siempre se basan en el conflicto y dualidades, pero lo que expuso en Lollapalooza no es representativo de su trabajo en murales y afiches. "De verdad no esperaba que fuera a pasar eso, en el concierto estaba súper nervioso por temas técnicos 'No quiero apretar un botón y que se vea mi escritorio', estaba nervioso por eso".
No solo Fiskales
Ya avanzada su media edad, Ives tomó rumbo al sur. Valdivia lo acogió mientras estudiaba periodismo en la Universidad Austral. En ese lugar vivió una experiencia traumática, que lo llevó a buscar distintos métodos de comunicación. Ahí comenzó el arte: "Ahí participé de talleres de animación de Thomas Wells y Vivianne Barry, e hice un cortometraje animado muy breve, como de dos minutos", lo que describe como "una apología irónica de humor muy negro" en torno a la crisis ambiental de la localidad.
Fueron tiempo anteriores a YouTube, la rápida difusión que confieren las redes sociales no eran una herramienta alcanzable, pero el movimiento en favor de los cisnes adoptó su cortometraje como argumento de lucha. "Dentro de todos los videos, se pasaba mi video y sacaba aplausos, era como el like antiguo".
No pasó mucho tiempo hasta que se empezara a desarrollar profesionalmente en este rubro. Partió también en Valdivia, en el diario ciudadano de su universidad. Durante cuatro años realizó distintos tipos de dibujos: satíricos y humorísticos, aunque reconoce que "lo que más me apasiona en torno al activismo, pensamiento crítico".
Tal como enfatiza, él cree en esta relación entre la música y el arte. Dice haber trabajado con varias bandas chilenas, incluso algunas de Nueva York, Canadá y Alemania. El segundo disco de La rata bluesera, portadas de singles para el grupo neoyorquino Mother Feather, una artista canadiense y un conjunto alemán, son algunos de sus trabajos a nivel internacional.
"Acá en Chile a Fuma y Baila, a Denisse Malebrán, La transa -unos chicos que tocan cumbia ska-, pero siempre me toca trabajar con los músicos, y es entretenido pero son súper exigentes. Son artistas también y trabajar con artistas es súper complicado", dice riendo.
Su madre lo llevó a recorrer Bolivia, Perú, Colombia. De allí la inspiración en el arte precolombino fusionado con elementos surrealistas. "Trato de popularizar lo más posible o adaptarlo al paso del tiempo. Mezclo la simbología con otros elementos como los ojos, las gotas, con ideas y ambientes. Me gusta que la gente disfrute con imágenes que se pueden ver súper violentas, pero que es como ver una película de Tarantino".
Dedicado también al afichismo, contó con las enseñanzas de Mono González, a quien conoció entre 2006 y 2007 cuando hacía talleres de muralismo en la Biblioteca de Santiago y trabajaba en el mural de la estación de metro Parque Bustamante.
"Con Vicente Larrea somos muy amigos también. Me encanta tener la opinión de estos viejos que están marginados de las escuelas de arte y diseño. Comparto con ellos la frustración de no poder compartir lo que tú haces porque no tienes título, pero son unos tremendo íconos de la gráfica popular chilena".
Las opiniones de artistas como Juan Carlos Berthelon, Guillermo Núñez y Vicente Larrea, para Ives son invaluables. "'Está bien muchacho, pero yo lo hubiera hecho un poco más suelto acá'. Para mí eso vale oro, esa es mi escuela.
Entre los muchos tatuajes que cubren sus brazos, destaca uno en particular que cubre su mano izquierda. La palabra "Optimista" salta a la vista tras el saludo final en medio de aquella galería que busca dar espacio al arte entre antigüedades, música y productos populares.