Como miembro de Magnum, la agencia de fotoperiodismo creada por los legendarios Cartier Bresson y Robert Capa en 1947, Thomas Höpker (1936) reconoció la contrariedad de no estar en el lugar correcto. La mañana del 11 de Septiembre de 2001, el alemán se despertó en Nueva York con la noticia del ataque al World Trade Center. Sin embargo, él se encontraba en Brooklyn, al otro lado de la isla y le fue imposible llegar hasta la zona cero con los caminos cortados.
"'Me perdí todo', le decía a mis colegas, porque en fotoperiodismo decimos que 'Si no estás lo suficientemente cerca, no es lo suficientemente bueno', y yo estaba demasiado lejos", recuerda hoy el fotógrafo de 82 años en entrevista con Culto.
Höpker decidió disparar lo que tenía enfrente: un grupo de jóvenes conversando relajadamente, y como telón de fondo las Torres Gemelas incendiándose.
Seis años después, cuando al fin decidió publicar la foto, ésta se volvió una de las más controversiales del 11/S, al punto que un crítico del New York Times escribió que representaba el fracaso de la sociedad estadounidense: "Los jóvenes de la foto no son necesariamente insensibles. Solamente son americanos", anotó.
La imagen será parte de No soy un artista, soy un creador de imágenes, la muestra que por primera vez en Chile recorre de manera significativa la obra del fotógrafo alemán, desde el 24 de abril en la galería Patricia Ready. Serán más de 50 imágenes ampliadas y cerca de 500 diapositivas escogidas entre el autor y el curador chileno Cristián Orellana. "La mirada de Thomas es muy particular y con mucho humor. La idea es que las fotos se conectarán por su dimensión estética o de contenido más que hacer una cronología", dice Orellana.
Destino Chile
Historiador del arte y arqueólogo, Höpker fue por décadas corresponsal para la revista Stern, y en 1989 fue el primer alemán en ingresar a la Agencia Magnum, que presidió entre 2003 y 2007.
-¿Cómo fue su experiencia al mando de la Agencia Magnum?
-Fue difícil porque durante tres años tuve que dejar de trabajar en mi propio trabajo, siempre había algo que hacer, incluso contestar el teléfono, pero por otro lado aprendí muchísimo, porque pude ver el trabajo fresco de muchos jóvenes. Magnum ha cambiado mucho, porque los diarios y revistas donde antes publicaban los fotógrafos están muriendo, entonces ahora la agencia ha debido reinventarse.
Es cierto, en la última década Magnum ha comenzado a organizar exhibiciones, publica libros, vende fotografías en línea a través de su Instagram y en 2018 creó su primer curso de fotografía callejera online a través de 10 lecciones en video. Todo sea por sobrevivir. "Nos reunimos cada año en junio a discutir sobre el presente y futuro de Magnum", dice Höpker.
Del único chileno fichado por Magnum, Sergio Larraín, nunca supo. Quiso visitarlo una vez cuando el fotógrafo ya se había retirado a Tulahuén, un pueblito en la región de Ovalle, y simplemente no quiso recibirlo.
Eso sí, la conexión de Höpker con Chile va más allá. Su segunda esposa, la cineasta alemana Christine Kruchen, tiene una hija mitad chilena, por lo que el matrimonio viene al menos una vez al año. Más aún, la pareja se conoció en Chile, en 1995, cuando ambos hicieron un reportaje sobre Isla de Pascua para una revistas alemana. Antes, Höpker había venido como corresponsal a cubrir el golpe de Estado y retrató a Pinochet y su esposa en 1974.
Por otro lado, Höpker ya había exhibido de forma acotada en el país: en 2002, en el Museo de Arte Precolombino su serie sobre los Mayas y en 2009 en galería Isabel Aninat, fotos de celebridades, entre ellos Andy Warhol, Jeff Koons y Muhammad Ali, que ahora vuelve a mostrar.
-¿Por qué la serie de Muhammad Ali es una de sus favoritas?
-Cuando me pidieron retratarlo, yo no sabía nada de boxeo, pero cuando lo vi por primera vez de inmediato supe que era alguien especial. Terminé siguiéndolo más de 20 veces en diferentes momentos, en los 60 y en la Pelea del Siglo (1974), y con el tiempo nos convertimos en amigos o quizás no, no estoy seguro. Yo más bien me convertí en su sombra y la verdad es que él era muy impredecible. Pasamos muy buenos días juntos.
Höpker también fue uno de los primeros fotógrafos de la vieja escuela en cambiar la tecnología análoga por la digital, y hoy usa una de los últimos modelos Leica, que la misma empresa le regaló por su cumpleaños 80.
-¿Qué es lo que más extraña de los viejos tiempos?
-Lo bueno de esa época es que te asignaban un tema y podías viajar meses dedicándote por completo a él. Se discutía lo que se hacía, con el editor de fotografía y con quien escribiría la crónica buscando el enfoque adecuado. Todo eso no existe. Todo es rápido, tomas la fotografía y en pocas horas ya tienes que enviarla. Yo ya no tengo encargos, ahora me dedico a mostrar mi trabajo en exhibiciones o viajo con mi propio dinero y sigo haciendo fotos, pero es otro ritmo y me da otro tipo de libertad y de abrir mi ojo de forma diferente.