Ride en Chile: la noche en que el shoegaze fue inmortal

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Santiago, 30 04 2019 RECITAL DE RIDE, PARA LA SECCION DE CULTO DEL DIARIO LA TERCERA. FOTO: JOSE LUIS MUÑOZ / LA TERCERA

El debut de los ingleses, figuras del rock alternativo de la isla a comienzos de los noventas, fue un show de gran calidad en que dieron el gusto a su fanaticada con los temas clásicos de su repertorio a partir de una lectura mejorada y pulida de su trabajo.


Cuando un artista o banda del pasado que se ha vuelto de culto, regresa a la actividad y se engancha con la dinámica actual de giras y lanzamientos digitales, pueden suceder dos cosas: o es más bien una aventura que pasa con pena y sin gloria debido al estado deplorable de sus integrantes, que se traduce en nuevos discos poco inspirados, o bien, los músicos regresan en un gran estado de forma, son capaces de tributar con brillo sus días de antaño y hasta producir un interesante nuevo material. Por fortuna, el debut en Chile de los ingleses Ride, es un ejemplo del segundo camino.

Tal como detalló el guitarrista y vocalista Mark Gardener a Culto, los años que han transcurrido desde que los de Oxford se instalaron como referentes del rock alternativo inglés, les han entregado a los músicos más pericia técnica, y ante todo una mayor comprensión de su propio lenguaje musical. Por ello es que el público que repletó el Teatro Teletón pudo disfrutar de un concierto impecable en lo técnico, y emotivo en lo musical.

Aunque la banda presentó parte de su nuevo material (el último sencillo "Future love" y algo de su disco Weather Diaries de 2017), el set se concentró en las viejas canciones de los 90', las que provocaron los mayores momentos emoción en la audiencia, especialmente cuando sonaron clásicos como "Dreams burn down", "Vapour trail", "Chrome waves" -que Andy Bell dedicó a Gustavo Cerati por el conocido guiño que el trasandino hizo de este tema en el MTV Unplugged de Soda Stereo-, y otros tantos.

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RECITAL DE RIDE, PARA LA SECCION DE CULTO DEL DIARIO LA TERCERA.

FOTO: JOSE LUIS MUÑOZ / LA TERCERA[/caption]

El directo de Ride es poderoso. La calidad de su interpretación es alta, y pese al volumen con que tocan, no era difícil apreciar con claridad los arreglos musicales y los diferentes matices de las canciones. El grupo domina con precisión su repertorio, y en su versión actual hace sonar sus creaciones de antaño de forma más clara y contundente.

En ese sentido, los ingleses no suenan forzados ni como imitadores de sí mismos. Por el contrario, su sonido, moderno, se acopla muy bien con el pasado. Posiblemente en ello les ayuda mucho la revalorización del shoegaze y el dreampop de los últimos años -no es causal que leyendas de la época como My Bloody Valentine o Slowdive también hayan sacado nuevas producciones-, y su conexión con el indie de nuestros días, en grupos como The Stargazer Lilies o Ringo Deathstarr.

El espectáculo del grupo se sostiene en tres ejes: el juego de las guitarras de Gardener y Bell (con sus exquisitos instrumentos retro Gretsch y Rickenbacker), las armonías vocales que ambos despliegan en escena, y el notable desempeño del baterista Laurence "Loz" Colbert, una suerte de Keith Moon shoegazer, quien sostiene al grupo con la solidez de sus golpes, sus fills largos deudores de los bateristas de los sesenta y sus arreglos que habitualmente entran en el momento preciso.

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RECITAL DE RIDE, PARA LA SECCION DE CULTO DEL DIARIO LA TERCERA.

FOTO: JOSE LUIS MUÑOZ / LA TERCERA[/caption]

Para el cierre, pasan algunas joyas como la impresionante "Leave them all behind" -la pieza que abre el segundo disco Going Blank Again- y el primer sencillo que lanzaron a fines de los ochenta, "Chelsea girl". Tras ello, el grupo se despide, no sin antes prometer que volverían pronto -una gira por los 30 años de Nowhere y con nuevo disco no es una mala idea-, lo que deja un sabor todavía mejor. Es que los años de espera valieron la pena y la revalorización de propuestas de calidad como la de Ride, son espectáculos que merecen la chance de disfrutarse sin cuestionarse la posibilidad de haberlos visto en su juventud. Al contrario de esa antigua máxima de los Who ("I hope I die before I get old"), hoy, los viejos cracks demostraron que dominan el juego mejor que nunca.

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