Es una frase común dicha a modo de insulto, como calificativo despectivo, considerada un defecto: "peleas como niña".

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Game of Thrones, la serie de HBO que está en plena emisión de su temporada final, dio un vuelco a cómo interpretar esta frase o dicho difundido por generaciones. ¿Es pelear como niña algo malo? Lyanna y Arya demostraron que no.

Cuando la batalla de Winterfell se desató contra el ejército de Caminantes Blancos, las jóvenes Mormont y Stark no se ocultaron en la cripta junto a la mayoría de las mujeres. Usando sus armaduras y empuñando sus espadas, se quedaron para ver de frente al enemigo que pretendía destruir el norte, su hogar.

Lyanna, líder de la casa Mormont tras la deserción -y expulsión- de Sir Jorah, no dudó en dar el último de sus alientos incrustando vidriagón en el rostro de un gigante. "Tal vez su historia tenía el potencial de crecer, pero tenía que llegar a un punto en particular, y este era el mejor camino que ella pudo tomar", dijo la actriz Bella Ramsay en entrevista con EW.

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Arya Stark, en tanto, fue en busca del Rey de la Noche tras su encuentro con Melisandre: todo el entrenamiento que adquirió en su compleja travesía entre King's Landing y Winterfell, tenía un propósito.

Se convirtió en la salvadora no solo de las tropas que peleaban por el norte, sino de los Siete Reinos. El Rey de la Noche tenía la capacidad para arrasar con todo a su paso e -independiente del desenlace que tenga la guerra contra Cersei- todo Westeros debe sus vidas a la hija menor de Ned Stark. Contra todo pronóstico, no fue Jon Snow el gran héroe de la batalla.

Pero el momento heroico de Arya no convencía a la actriz Maisie Williams. "Inmediatamente pensé que todos lo odiarían, que Arya no se lo merece", dijo la intérprete para Entertainment Weekly.

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"Lo más difícil de todas las series es cuando construyes un villano que es imposible derrotar y luego los vences. Hay que hacerlo de manera inteligente porque, de lo contrario, la gente dice: 'Bueno, no pudo haber sido tan malo cuando una chica de 45 kilos llega y lo apuñala'. Tienes que hacerlo increíble", explicó.

Más allá del enfrentamiento bélico que acerca cada vez al final definitivo de la saga, las mujeres, aún inmersas en un mundo profundamente machista, han sabido salir adelante e incluso tomar el poder. El sufrimiento por el que pasaron las primeras temporadas, soportando humillaciones físicas y psicológicas, lo tomaron entre sus manos para crecer aún más fuertes.

De accesorios a estrategas

En la realeza, el matrimonio fue visto como un método para unir naciones o conseguir el poder, y no como una expresión de amor ante la ley, y George R.R. Martin ocupó ese método usado por siglos entre la época Medieval y Moderna, para sus novelas.

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Las mujeres eran vistas como accesorios. Desde las Targaryen casadas con sus hermanos para mantener la pureza de la sangre, Cersei ofrecida en matrimonio a Raeghar y posteriormente a Robert Baratheon, Daenerys casada con Khal Drogo a cambio de un ejército para su hermano, Sansa vendida como esposa a Ramsay Bolton, la insistencia de Euron Greyjoy a casarse con quien se sienta actualmente en el trono de hierro.... ejemplos en la serie sobran.

Probablemente la anciana Olenna Tyrell también comenzó así, como 'la esposa de', y terminó como la cabeza de la casa Tyrell, siendo quien conspiró para concretar una de las muertes más relevantes de Game of Thrones: fue la mente detrás del envenenamiento de Joffrey, quien torturó a Sansa y representaba un peligro para Margaery Tyrell -nieta de Olenna-.

"Dile a Cersei que fui yo", dicho por Lady Olenna a Jaime Lannister cuando estaba por destruir High Garden, es una de las mejores frases de la ficción. La guerra era controlado por mujeres y los hombres actuaban de mensajeros o peones en este conflicto.

Cersei Lannister siempre resintió ser vista solo como un 'ser hermoso', como la bella mujer que se sentaría al lado de quien reinara y le daría hijos. "No eres tan inteligente como crees ser", dijo Tywin Lannister a su hija cuando ella lo increpó por depositar su confianza en cualquier persona menos en ella.

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Optando por el camino de la ambición y venganza, y usando los engaños, mentiras y traiciones como métodos, pasó por encima de su matrimonio sin amor, sobrevivió a quienes intentaron despojarla del poder dando muerte a sus tres hijos y, aún tras el abandono de su hermano y amante, sigue en firme en su propósito: ella quiere gobernar los Siete Reinos y hará todo lo necesario para mantenerse allí.

Sansa Stark es quien ha tenido uno de los mayores viajes en cuanto a evolución de su personaje. Hace varias temporadas dejó de ser la niña con la fantasía Disney de casarse con el príncipe rubio de ojos azules que la haría su reina.

El espejo de ilusión se rompió de la peor manera. Viendo asesinado a su padre, soportando golpes y torturas porque su 'prometido' quería divertirse, recibiendo una ayuda falsa que ocultaba las pretensiones de Petyr Baelish de desposarla -persiguiendo el enfermizo 'amor' que tenía por Catelyn Stark-, y posteriormente usada como moneda de cambio para regresar a Winterfell, su hogar, casada con el despiadado Ramsay Bolton.

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Maltratada psicológicamente, golpeada y violada, recobró la fuerza al reencontrarse con sus hermanos y tomar control del castillo donde se crío. Superó la porfía de Jon Snow y llegó con refuerzos para triunfar en la Batalla de los bastardos, y fue la única que tuvo claro desde un comienzo que Cersei no enviaría sus tropas al norte.

Ya no cree en los engaños de quienes llevan más tiempo que ella en el juego de tronos, la joven Sansa ahora es Lady Stark de Winterfell.

Desde hace siglos el concepto de la 'Mujer bruja' estuvo presente en el imaginario colectivo, y la fantasía de George R.R. Martin no fue la excepción. Melisandre fue mostrada como una sacerdotisa que leía predicciones en el fuego y decía frases enigmáticas. Urdiendo la muerte de Renly Baratheon, poniendo sanguijuelas en el cuerpo de Gendry y asesinando a la Princesa Shireen, la Mujer Roja no contaba precisamente con el cariño del público.

Pero fue ella quien tuvo uno de los roles claves en la Batalla de Winterfell. Regresando, aún amenazada de muerte por Sir Davos y expulsada por Jon Snow, brindó el apoyo del Señor de la Luz trayendo el fuego en medio de la noche oscura e impulsó a Arya a cumplir su propósito en la guerra contra el Rey de la noche.

Con pretensiones totalmente diferentes, pero igualmente poderosas, Daenerys Targaryen y Arya Stark demostraron dos conceptos que rara vez se vinculan a la mujer: la liberación sexual y tener tal poder que inspiran temor.

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De Arya, ya laureada como la gran heroína de la Batalla de Winterfell, es importante destacar que si bien hasta la séptima temporada de Game of Thrones solo manifestó su deseo de luchar y honrar a su familia asesinada, sorprendió al ir en busca sus propios deseos. Arya fue la única mujer con rol protagónico en la serie que perdió su virginidad cuando y con quien ella quiso.

Daenerys, en principio violada en su noche de bodas, pidió a una de sus sirvientas que le enseñara cómo conquistar a su hombre en la cama. No iba a permitir que la trataran como esclava, su esposo debía verla de igual a igual. Khal Drogo supo amarla incondicionalmente, pero su historia de amor fue fugaz. Es el costo de la guerra, pero su fuego no se apagó.

Muchos hombres intentaron conquistarla. Desde el noble Sir Jorah Mormont, pasando por el pedante Daario Naharis hasta Jon Snow. Daenerys se dejó querer por ellos en la medida que ella quiso, bajo sus condiciones. No es una niña inocente, ni una mujer ciega por amor, es la Madre de Dragones.

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Debiendo vivir en el exilio, lucha por recuperar lo que cree suyo y no dejará que nadie se lo quite. Al mando de tres dragones -dos desde la séptima temporada- supo hacerse acompañar de consejeros que la ayudaron a buscar aliados. Daenerys es tan poderosa y peligrosa que hace honor a la reputación del apellido Targaryen.