Narcos provocó controversia desde su debut en Netflix en 2015. Su mirada de Colombia y Pablo Escobar, bañada por una narración que privilegiaba el thriller ágil, generó escozor sobre todo en el pueblo que padeció al líder del cartel de Medellín. Pero, mal que mal, los hechos en los que se basaba ya tenían cerca de tres décadas y varias representaciones previas en las pantallas grande y chica. Más fresca, y todavía con posibles nuevas aristas, es la base que tomó El mecanismo, la serie creada por José Padilha -quien dirigiera los dos primeros capítulos de Narcos y películas como Tropa de elite- y la guionista Elena Soarez.
Netflix anunció el proyecto en 2016, se estrenó dos años después, y se ceñía a acontecimientos que estallaron en 2014, sin un cierre contundente hasta entonces. Naturalmente al momento de su debut el ambiente era de agitación. El arribo de sus primeros ocho capítulos, hace 12 meses, desató el enojo de figuras como el expresidente Lula da Silva, retratado en la serie en medio del escándalo de corrupción que salpicó a empresarios y políticos, el mayor de la historia brasileña."Vamos a procesar a esa tal Netflix porque están haciendo una fiesta", lanzó, molesto por cómo se le muestra a él y al Partido de los Trabajadores. Además, era año electoral y el exmandatario, pese a estar encarcelado, aún soñaba con ser candidato en las elecciones presidenciales que terminó ganando el ultraderechista Jair Bolsonaro, ante la estupefacción del mundo.
Los creadores, respaldados en que era una ficción y en que al inicio de cada capítulo se señala que "está libremente inspirada en hechos reales", se apegaron todo lo que quisieron a la trama de corrupción, haciendo ajustes en los nombres. Petrobas es Petrobrasil en la historia, así como la polémica constructora Odebrecht es Miller & Brecht. Pero, los protagonistas que adopta, son la mejor excusa de la producción para evitar las críticas. Son dos policías empecinados en desbaratar el "mecanismo" que hay detrás; uno es Marco Ruffo (Selton Mello) y otra es Verena Cardoini (Caroline Abras), esta última inspirada en la jefe de policía Erika Marena, quien tuvo un papel fundamental en los acontecimientos.
La segunda temporada -que llegó este viernes a Netflix con ocho episodios- sigue profundizando en torno al complejo armado que involucra a funcionarios públicos, cambistas, empresas constructoras y Petrobrasil. En el primer capítulo comprime en segundos cómo el juez Paulo Rigo (inspirado en Sérgio Moro, hoy ministro de Justicia del gobierno de Bolsonaro) capturó a 12 de los 13 principales contratistas de Brasil, en tanto Ricardo Brecht -espejo de Marcelo Odebrecht- se mantiene en libertad. Ruffo, narrador de la historia, se lamenta mientras pasan imágenes de los personajes basados en Lula o la entonces mandataria Dilma Rousseff: "No sé si justifica el precio que pagué. Me echaron de la policía. Perdí el poco dinero que tenía", dice el hombre que empuja la historia.
El mismo impetuoso y descreído personaje que al cierre de la primera temporada decía que "en Brasil la definición de justicia en el diccionario no incluye las palabras equilibrio e imparcialidad. Muchos menos orden y progreso", mientras flameaba la bandera del país.
Ese espíritu es el que se conserva en el segundo ciclo. La dupla de policías comienza quebrada, mientras el círculo del vicepresidente Samuel Themes (símil de Michel Temer), preocupado por las detenciones, se organiza para hacer caer a la mandataria Janete Ruscov y ojalá desestimar toda causa. Además la trama salta a Paraguay, donde Ricardo Ibrahim -una versión más libre del cambista Alberto Youssef- tiene conexiones. Desde un lugar más incómodo que antes, Rufo y Verena tienen como primera presa a Brecht, un piso todavía más arriba en la escalada de corrupción.
En la previa al estreno, el director y creador planteaba su desilusión por el camino que siguió en la vida real el juez Moro, pero sobre todo ha continuado defendiendo su serie. "Siempre he dejado claro que el mecanismo son todos ellos: PT (Partido de los Trabajadores), PMDB (Movimiento Democrático Brasileño), PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña). El mecanismo no tiene ideología. Entre las condiciones necesarias para que alguien postule a la Presidencia de la República en Brasil, está la participación en el Mecanismo", apuntaba Padilha.