La vida es una ópera: el documental sobre Luciano Pavarotti

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La nueva película de Ron Howard, director de Apolo 13, explora la personalidad del popular tenor italiano.


Creció en una casa de apenas dos habitaciones y hasta la adolescencia su ambición no iba más allá de ser arquero de fútbol o seguir el oficio de panadero de su padre. Jamás fue a un conservatorio y al menos de acuerdo al director de orquesta australiano Richard Bonynge tampoco aprendió a leer música. Sin embargo, aquellas piedras en el camino estorbaron poco a lo evidente: una voz privilegiada.

Todos estos aspectos son sólo una parte del documental Pavarotti (2019), filme de Ron Howard que se estrena la próxima semana en EE.UU. Producido por el mismo equipo que estuvo detrás de The Beatles: Eight days a week (2016), también de Howard, Pavarotti se interna en las batallas diarias, los grandes logros y también los conflictos que debió sortear Luciano Pavarotti (1935-2007), uno de los tenores más populares de la historia.

Aunque la película aún no tiene fecha de estreno en Chile, vale la pena recordar que Eight days a week, filme de Howard sobre las primeras giras de The Beatles, se estrenó acá hace tres años y ahora está en Netflix. No sería raro que Pavarotti tuviera similar distribución.

Una de las fortalezas de la cinta son los testimonios de primera mano, desde Bono hasta Plácido Domingo o Zubin Mehta. Un rostro importante es Nicoletta Mantovani, la mujer 34 años menor con la que contrajo matrimonio en 2003 y tuvo a su hija Alice. En ese momento emerge una faceta mujeriega no del todo conocida para quien durante tres décadas fue un aparentemente ordenado padre de familia.

Su personalidad expansiva era la parte más visible de un carácter que también se forjó con fobias sorprendentes. Un ejemplo: de su padre, un tenor aficionado, heredó cierto temor a los escenarios que en su caso le llevó a usar siempre un pañuelo blanco a modo de amuleto de la buena suerte.

En contraste con muchos profesionales de la música clásica, Pavarotti siempre sintió una gran conexión con el público, con las audiencias y, a la larga, con los estadios como una versión extendida de La Scala o el Metropolitan. Varios fruncieron las cejas cuando en 1995 grabó Miss Sarajevo junto a U2, un hit global por el que muchos se acercaron por primera vez al cantante de Módena.

En rigor Pavarotti ya estaba cortejando al público extra docto desde 1990, en el primero de los conciertos de Los tres tenores, durante el Mundial de Fútbol de Italia. Una de las mejores descripciones de su manera de abordar la música la entrega el propio Bono: "La razón de su grandeza es que él vivía a través de sus canciones. Los errores que cometes, las esperanzas, los deseos, todo finalmente se expresa en sus presentaciones en vivo".

Ron Howard también propone esta definición para Pavarotti: "Es un nombre familiar para muchos, pero lo que sólo conocen es su voz. De cierta manera, su propia vida fue una ópera".

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