En la realización de Chernobyl, ningún elemento quedó a merced del azar. El nivel de detallismo con el que está hecha es un factor clave en el impacto generado por la miniserie, encumbrada entre los más excelsos dramas televisivos de la actualidad. Basta mirar la serie para apreciar la dedicación puesta en cuanto a locaciones o vestuario, elegidos cuidadosamente con el fin de recrear la vida en la Ucrania soviética de los ochenta. Pero no todo entra por los ojos: uno de los puntos a destacar de la aplaudida producción es su inquietante banda sonora.
Chernobyl fue musicalizada por Hildur Guðnadóttir, un nombre poco familiar, aunque ligado a proyectos que sí forman parte del acervo pop. Chelista, compositora y cantante de origen islandés, Guðnadóttir es audible en películas como The Revenant y Sicario, así como en la serie The Handmaid's Tale. Donde sea que esté su firma, lo más seguro es que nos encontremos con sonidos que, a pesar de ser incidentales, arrebatan cuando se les presta atención. Si la idea es generar una atmósfera sombría, opresiva y peligrosa, ella es la artista indicada.
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Hildur Guðnadóttir.[/caption]
Guðnadóttir se instaló en Lituania, donde se grabó la miniserie, para conocer por dentro Ignalina, la central nuclear en desuso que sus realizadores utilizarían como set de filmación. Decir que se sumergió en el lugar es poco: vestida con un traje NBQ, pudo recorrer los infinitos pasillos de la planta y conoció sus inmensos salones llenos de vieja maquinaria. También queda corto afirmar que se basó en la experiencia para crear los paisajes sonoros usados en cada episodio: lo cierto es que Guðnadóttir convirtió a Ignalina en otro instrumento musical.
El proceso consistió en microfonear cada rincón de la central y luego escuchar minuciosamente horas de registros hasta dar con el segundo exacto de la aparición de vibraciones y frecuencias susceptibles de volverse música. "Conseguimos extraer de las puertas las melodías más delicadas y sacar los ruidos más estruendosos de las salas de reactores y de las turbinas", comentaría la compositora. Para la misión, contó con la ayuda del ingeniero en sonido Chris Watson, experto en captura de sonidos con décadas de documentales sobre la naturaleza en el cuerpo.
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Guðnadóttir compara la metodología que usó en Chernobyl con la búsqueda de pepitas de oro, es decir, una labor que requiere altas dosis de paciencia y esmero. La revisión exhaustiva del material grabado en Ignalina hace de la banda sonora un objeto fascinante, construido a partir de los mismos elementos que primero alimentaron de energía a la ciudad y luego causaron el desastre nuclear. La voz de Guðnadóttir, nunca protagónica, es casi el único ingrediente ajeno a la clausurada planta lituana, de características muy similares a las de Chernóbil.
En la carrera de la artista islandesa, la miniserie supone un punto de inédita exposición mediática luego de años de intensa actividad dividida en dos frentes: el neoclásico slash experimental y el cinematográfico. Su trayectoria, iniciada en los albores de la década pasada, contempla cinco discos en solitario, así como una serie de colaboraciones con nombres de culto asociados a la tradición vanguardista de la música. Por ejemplo, el añorable grupo múm, los suecos de The Knife, los clásicos Throbbing Gristle, los espesos Sun O))) y los caleidoscópicos Animal Collective.
El año pasado, Guðnadóttir se hizo cargo de componer el score de Sicario: day of the soldado, la segunda parte de una saga en la que partió siendo la mano derecha del fallecido Jóhann Johannsson. El prestigioso músico era su mejor amigo y más cercano colaborador, y juntos asesoraron a directores como Denis Villeneuve y Garth Davis. Tras la muerte del hombre al que consideraba su alma gemela musical, Guðnadóttir de forma natural ha asumido la posta del dos veces nominado al Oscar. Por ahora, prepara la banda sonora de Joker, la película sobre el Guasón protagonizada por Joaquin Phoenix que se lanzará en octubre próximo.