No pataleó, y de un día para otro dejó de fumar por orden médica. El año pasado, mientras grababa en Punta Arenas la serie Helga y Flora, Alejandro Sieveking (84) pescó un resfriado que con el tiempo le produjo una bronquitis. Desde entonces han desaparecido cajetillas y ceniceros de su departamento frente al cerro Santa Lucía. "Estuve dos semanas hospitalizado este año. Me costó salir de eso, y es que a esta edad son cosas mucho más alharacas que cuando uno es joven, pero tenía problemas para respirar y es muy desagradable. Uno tiene que elegir y eso hice, aunque aún echo de menos mis cigarros por las noches", cuenta.
En los últimos dos años, la vida del dramaturgo ha tenido altos y bajos: el 25 de agosto de 2017, el mismo día en que supo que había ganado el Premio Nacional de Arte, su esposa, la actriz Bélgica Castro (98), sufrió una caída que frustró los planes de ambos.
Así lo recuerda: "Íbamos a almorzar con el director de la película El invierno (el argentino Emiliano Torres). Cuando esperábamos el taxi, la Bélgica estaba apoyada en la pared y de repente se desmoronó. No se tropezó ni fue un accidente cerebrovascular, pero le provocó una fisura en una pierna que difícilmente iba a sanar por su edad. Después de eso no volvió a ser la misma", revela.
Cuando le preguntaban por la salud de la actriz, hoy retirada de los escenarios y al cuidado de una enfermera durante el día, Sieveking evitaba los diagnósticos. "Tiene demencia senil", decía entonces. Ahora no rehuye a hablar de la enfermedad que padece la también Premio Nacional de 1995.
"Después del accidente se hicieron más evidentes los síntomas de su alzhéimer", cuenta el autor de La Remolienda. "Ya tenía problemas de memoria que iban y venían, pero asumirlo con todas sus letras era terrible pues se va perdiendo casi el 90% de la personalidad. Siempre queda algo, es cierto, y hay días en que parecemos los mismos jóvenes enamoradiscados que se conocieron en los años 50. Pero hay otros en que todo es confuso. Ha sido una pérdida dolorosa porque, bueno, cuesta resignarse a la idea de que se acerca el final".
¿Qué le dice ella a usted?
Bélgica extraña mucho el teatro, y yo verla actuar. Cada tanto me lo dice y se lo digo.
Volver a escena
Su agenda está llena de fechas y horas de ensayos. En dos semanas el dramaturgo estrenará una nueva obra, Todos mienten y se van, que el 11 de julio llega al Teatro UC, dirigida por Alejandro Goic. El texto forma parte de una trilogía que comenzó en 2012 con la premiada Todo pasajero debe descender, donde además compartió el escenario con Bélgica Castro.
Esta nueva historia vuelve a transcurrir en un café de Santiago, hasta donde llegan Gregoria y Guillermo, una diva del teatro y un escritor, los mismos amigos que protagonizaban el montaje anterior. De fondo vibra el eco de las marchas de los últimos años, pero esta vez será él quien revelará un secreto. "La obra sigue siendo ese retrato del centro de Santiago que intenta mostrar cómo ha cambiado todo. Eso me interesa mucho hoy", dice.
En 2017, Sieveking anunció que "prefería no exponer" a su esposa y que podría ser reemplazada. En su lugar estará Anita Reeves.
"Bélgica se retiró en 2016 con Pobre Inés sentada ahí", dice el autor. "Aguantó lo que más pudo, hasta los 95 años, pero el cuerpo se cansa. Yo mismo me siento mucho más agotado mental y físicamente. Eso deprime un poco, pero hay que intentar superarlo. En los últimos meses he estado escribiendo nuestra historia de amor para un libro que se publicará en octubre (editado por Ventana Abierta), y el recuerdo de esos días me ha repuesto", agrega.
Por años escribió obras para que Bélgica las actuara. ¿Ha cambiado su visión ahora que ella ya no puede hacerlo?
Muchas las escribí para ella, como las Ánimas de día claro (1962). Es cierto, pero yo espero que a mis personajes los mueva una fuerza propia, la del texto, y no porque los hayamos hecho la Bélgica o yo. Tú no puedes escribir una obra que no pueda hacer otra persona. Sería muy extraño. Por supuesto cuando uno quiere a alguien es imposible superar que no esté contigo haciendo eso que hicimos durante tantos años. Pero ha sido un proceso muy divertido este también, y la Anita (Reeves) está fenomenal en su papel.
El año pasado, en estas mismas páginas, Sieveking contó que "escribía cada vez menos". Hoy lo reafirma: "Aún estoy en suspenso de si escribiré o no la tercera parte", cuenta. "No sé, tal vez porque siento que el ciclo está completo y uno tampoco puede esforzarse y hacer las cosas si no ves una necesidad real. Escribir es una cosa que te tiene que salir del alma, y siempre hay una lucha con uno mismo y la necesidad de que el público tenga también voz en este dilema".