"Para escribir tengo que imaginar", comentó Juan Rulfo, el célebre escritor mexicano, en una entrevista. "La realidad no me dice nada literariamente, aunque pueda decírmelo fotográficamente. Admiro mucho a quienes pueden escribir acerca de lo que oyen y ven inmediatamente. Yo no puedo penetrar la realidad: es misteriosa".
Tal vez, consciente de su complejo vínculo con lo real, es que el literato desarrolló una faceta poco referida: la de fotógrafo. En efecto, durante años acumuló una gran cantidad de imágenes. Según los datos más fidedignos, él comenzó a usar el lente y el obturador en su adolescencia. Hacia la década de los cuarenta, como parte de su gusto por viajar, tomaba fotografías. Progresó tanto, que consiguió publicar parte de su material en varias revistas como América: Revista Antológica, Mapa: Revista de Automovilismo y Turismo y México en la cultura. Todo eso antes de editar sus célebres obras literarias El llano en llamas (1953) y Pedro Páramo (1955).
Rulfo también trabajó como vendedor para la compañía de neumáticos Goodrich-Euzkadi. Esta empresa editaba de manera regular una guía turística llamada Caminos de México, en la que el escritor publicó parte de su trabajo fotográfico, e incluso se dice que también en algún número -en 1952- fue su editor.
Pese a ello, el autor siempre dejó en claro que para él, esta afición corría por un camino distinto a la de su faceta de narrador, y que estas no tenían mayor vínculo entre sí. "Las letras son un pasatiempo que comparto con mi otra gran afición: la fotografía. A veces siento ganas de salir al campo con mi cámara; otras, de quedarme en casa, leyendo; algunas, muy pocas, me encierro a escribir, de noche y a mano", comentó en una entrevista que concedió al también escritor y poeta, José Emilio Pacheco.
En otra oportunidad, en conversación con el argentino Martín Caparrós, reiteró la idea. "Cuando yo tomaba fotografías no pensaba en la literatura, son dos géneros muy diferentes". Para él eran distintas formas de la narración. La realidad, tal como él afirmó, podía aprehenderla solo con un click.
Observador empedernido, gran parte de las instantáneas del autor de El gallo de oro, toman escenas del mundo rural y paisajes de las montañas mexicanas, a propósito de su interés por recorrer diferentes localidades del país. Sus imágenes a menudo transmiten su curiosidad por gentes, lugares y alguna que otra celebración campesina. También se interesó por las ruinas del período prehispánico.
En 2017, con ocasión del centenario del escritor, se lanzó el libro El fotógrafo Juan Rulfo, una recopilación del grueso de su fotografía, segmentada en diferentes etapas. También su trabajo ha sido motivo de diferentes exposiciones y muestras retrospectivas en que el público puede conocer aquella realidad que le hablaba fotográficamente.