Optando por un breve receso, Stranger things no tuvo episodios nuevos en todo 2018, tras dos temporadas en años consecutivos que la posicionaron entre los títulos más populares del streaming. El descanso de 20 meses que se tomó pasa desapercibido, salvo porque sus protagonistas lucen mucho menos infantes en estos ocho nuevos capítulos, que llegan este jueves en Netflix.
Aunque en la historia solo ha pasado medio año desde el fin del segundo ciclo, en su regreso se aprovecha de ese cambio en la apariencia de Eleven (Millie Bobby Brown) o Mike (Finn Woldhard) para anunciar los problemas de la adolescencia y dar un salto en las dinámicas entre el grupo central de amigos: ya no son los niños de 1983 y deben resolver cómo encajar la amistad con los amores, los juegos con las inseguridades propias de la pubertad.
Algunos se resisten a dicho cambio, como Dustin (Gaten Matarazzo) o el jefe de policía Jim Hopper (David Harbour), que termina desesperado pidiendo auxilio a Joyce (Winona Ryder). Luego de su esperado reencuentro en el desenlace de la temporada anterior, Eleven y Mike se niegan a separarse, mientras que Lucas (Caleb McLaughlin) y Max (Sadie Sink) llevan su relación con algo más de calma. Por primera vez en la serie, es pleno verano y no hay clases; a cambio, como gran atracción de Hawkins, figura el recién inaugurado centro comercial Starcourt, todo un mundo nuevo que les da abundante material a los hermanos Duffer -creadores de la ficción- para aportarle matices a la historia.
Desde que los realizadores deciden llamar "La batalla de Starcourt" al octavo y último capítulo de este ciclo (el más extenso: 77 minutos), se intuye por donde irán los derroteros de la historia. Pero mientras la serie se conserva fiel a su estilo -una aceitada fórmula de terror, fantasía y dosis de humor y romance-, hay espacio para una que otra sorpresa y para encantarse con la adiciones de estos nuevos episodios o con los personajes que adquieren un nuevo impulso. Recordada por cómo en el segundo ciclo rechazaba a su hermano Lucas y los amigos de este llamándolos "nerds", Erica (Priah Ferguson) adquiere un peso mayor como el personaje más descreído y audaz. En algún punto el suyo es un caso tan estelar como el de Robin (Maya Hawke), la compañera de Steve (Joe Keery) en una heladería del centro comercial, que llega a reforzar el elenco más juvenil.
Hay más homenajes y guiños a películas ochenteras -de La cosa a Volver al futuro y Rambo- y naturalmente todos terminarán comprometidos en los misterios que azotan la ciudad ficticia ubicada en Indiana. Aquí la amenaza puede ser incluso más grande que la de la temporada 2 y muchísimo más grande que el Demogorgon que Eleven mató al final del primer ciclo. En ese esquema del mal está Billy (Dacre Montgomery), hermano de Max, que da un giro en los nuevos episodios luego de ser presentado en 2017. Pero al enfrentar el peligro ayudará la madurez y el desarrollo que han alcanzado los personajes, como Nancy (Natalia Dyer) y Jonathan (Charlie Heaton), que comienzan un trabajo de verano en el periódico local, The Hawkins Post.
Will Byers (Noah Schnapp), gran protagonista de las dos anteriores temporadas, al menos tiene un respiro. Sin entrar en spoilers, fluye su unión con el grupo, además de al fin compartir escenas con Eleven, el otro personaje vinculado al Upside Down (el Otro Lado). La misma adolescente con superpoderes protagoniza junto a Max el mayor vínculo entre personajes femeninos de la serie: lo que antes era frialdad, hoy es una amistad inquebrantable.
¿Qué pasa con la expansión de la historia y el aumento en la ambición narrativa y visual de Stranger things? En concreto, se aplica en su justa medida; nadie quiere hacerla demasiado grande como para que exista peligro de un posible descarrilamiento, ni tampoco apurarse para acabar demasiado pronto con su vida. No hay claridad de cuántos ciclos más hará Netflix, pero de seguro no dejarán ir tan luego uno de sus títulos más convocantes. El regreso a Hawkins está asegurado.