Todos los votantes de la Academia de Hollywood que alguna vez tuvieron que ver una película chilena en la categoría del Oscar extranjero tenían que pasar por el clásico ritual: antes de los créditos, los saludaba un logo con la sede del BancoEstado de Alameda bajo el que decía "BancoEstado presenta". Así fue con Machuca, donde debutaron los aportes de la empresa estatal en 2004, y ocurrió lo mismo con No, el primer filme chileno en estar entre los cinco finalistas del Oscar, en 2013.
En 2015 y 2018, respectivamente, el logo tricolor recortado contra una tira de celuloide encabezaba los primeros segundos de Historia de un oso y Una mujer fantástica, las dos producciones chilenas que han logrado un Oscar: la primera como Mejor corto animado y la segunda, se sabe, como Mejor película extranjeras.
Todas aquellas obras fueron beneficiadas con el apoyo financiero del BancoEstado, que todos los años repartía 200 millones de pesos en alrededor de 10 producciones incipientes del cine local. No era una cantidad sustantiva, aunque el valor simbólico del apoyo estatal significaba un bien incorporado a la hora de buscar nuevos socios en la producción y, sobre todo, en la distribución de películas.
Desde este año, la institución estatal ya no aportará económicamente a las películas chilenas. No al menos de la forma en que lo venía haciendo regularmente.
Según la Asociación de Productores de Cine y Televisión, la decisión les fue informada el pasado jueves 27 de junio por el director de Comunicaciones y Sostenibilidad de BancoEstado, Jonás Preller, y por la jefa de Proyectos Corporativos de la institución, Verónica Frei.
La medida termina con casi cinco lustros de apoyo al cine chileno, primero a través del mencionado respaldo económico a Machuca y luego con el ya sistematizado Programa de Apoyo al Cine Chileno, donde se beneficiaron más de 110 producciones locales. El programa se subdividía en línea de cine comercial y de cine de autor. En la primera también apoyó a éxitos de taquilla como Sin filtro, de Nicolás López.
Las razones principales entregadas por BancoEstado para adoptar esta decisión son dos: la nueva política de austeridad de la institución y el apoyo a actividades de acuerdo al giro del banco.
En este sentido, el productor Sebastián Freund (El bosque de Karadima, Stefan v/s Kramer) envió una carta a la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados en su doble calidad de presidente de la Asociación de Productores de Cine y TV y líder de la Federación de la Industria Audiovisual, donde dice: "Nos parece una muy mala excusa, ya que cabría preguntarse: ¿El programa estuvo más de 14 años funcionando en contra del giro del banco y nadie se dio cuenta hasta casi 15 años desde que partió?".
De acuerdo a la Asociación de Productores, los 200 millones de pesos del aporte anual de BancoEstado representaba sólo un 2 por ciento de sus utilidades, que en su último balance fueron de $ 9.600 millones.
A su vez, desde BancoEstado explicaron la decisión: "Se evaluaron los costos y beneficios del programa y se decidió reenfocar los recursos disponibles a otras actividades de fomento de la cultura en general y del cine en particular. Sólo es el fondo concursable el que se termina".
¿Una medida definitiva?
Desde el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que el año pasado destinó 9 mil millones de pesos a la industria audiovisual a través del Fondo Audiovisual, manifestaron que esperan que la empresa estatal reconsidere la decisión.
"Esperamos que esta medida no sea irreversible", dijo a Culto el subsecretario de las Culturas y las Artes, Juan Carlos Silva. Y agregó: "Creo que lo que ha hecho BancoEstado para fomentar el audiovisual es algo muy valorado y reconocido por los distintos actores del sector, lo que le ha dado también a esta institución estatal un sello respecto a cómo se ha vinculado con el cine". Aunque apuntó que "no es al Ministerio de las Culturas al que compete la irreversibilidad o no de esta medida", al mismo tiempo resaltó: "Pero sí podemos decir que los años que el BancoEstado financió (al cine) son altamente valorados desde el Ministerio".
En el ambiente fílmico chileno la noticia cayó como un balde agua fría, sobre todo considerando que se trata de una actividad frágil, no siempre beneficiada por la taquilla.
Sebastián Lelio, tal vez la cara más visible del cine chileno en el extranjero tras el Oscar por Una mujer fantástica, afirmó a Culto: "Me parece lamentable la decisión del BancoEstado. Las leyes que tienen que ver con nuestra cinematografía son insuficientes en comparación, por ejemplo, con las de países vecinos. A la larga, el cine chileno siempre está en una situación de fragilidad".
Lelio también manifestó su preocupación por el futuro del cine local: "Estas medidas ponen en riesgo la continuidad de una actividad cultural como la que nosotros practicamos".
El cineasta Alejandro Fernández Almendras (Aquí no ha pasado nada) apuntó a las consecuencias laborales. "Esto redunda en que hay una industria entera, la del audiovisual, que ve mermados sus aportes de dinero y a la larga los efectos se dejan sentir en quienes vivimos de esto". Y luego hizo hincapié en la errada idea que se tendría de la industria cultural en Chile. "Esto pasa porque se malinterpreta a la industria cultural. Se tiende a pensar que el cine es un pasatiempo de gente con dinero y no una actividad productiva como cualquier otra. Cada vez que hay que recortar presupuestos se hacer por el lado de la cultura"