"Hubo un punto en el '73 donde supe que todo había terminado. No quería estar atrapado por el resto de mi vida en este personaje llamado Ziggy. Y creo que, lo que estaba haciendo en Aladdin Sane, era tratar de moverme a lo siguiente, pero usando una imitación un tanto deslucida de Ziggy como dispositivo secundario. En mi mente era Ziggy bajo la influencia de Estados Unidos". Las palabras de Bowie, en conversación con Paul du Noyer para la edición de julio de 2002 de Mojo —un número especial donde el mismísimo Hombre de las Estrellas ofició de editor— reflejan la permanente inquietud detrás de cada uno de sus movimientos.
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Bowie en 1973. Foto: Michael Ochs Archives / Getty Images.[/caption]
Todos los lunáticos
A mediados de 1973, la bowiemanía estaba desatada. Por dieciocho meses casi sin respiro Bowie se había presentado en más de 170 fechas, repartidas en seis giras por Reino Unido, dos por Estados Unidos y una en Japón. Entre febrero y mayo había cruzado el Atlántico en barco, Estados Unidos en bus y tren, el Pacífico en barco hacia Japón y luego de vuelta a Reino Unido en el Expreso Trans-Siberiano, cruzando París y Moscú. Cuando el vértigo comenzó, Bowie era prácticamente un desconocido.
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Cuando terminó, la profecía del mesías interestelar se había autocumplido, y tanto chicos como chicas vestían —y se veían— de igual forma, colmando recintos a la espera de estar cerca de su dios, de dejarse invadir por su palabra y de delirar junto a él, todos alineados con su pelo carmesí. La última serie de fechas en Gran Bretaña, agendadas en el plazo de ocho semanas, arrancó en Earls Court de Londres el 18 de mayo, con 18.000 asistentes. Una vez terminada esta gira, Ziggy emprendería viaje a Norteamérica nuevamente, o al menos eso tenía planeado su manager Tony Defries. Antes de ello, la segunda fecha en el Hammersmith Odeon sería filmada por DA Pennebaker —el hombre detrás del documental Don't Look Back de Dylan, que registraba su gira británica del '65— y tendría de invitado a Jeff Beck. Ya en Aladdin Sane, el sucesor de The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, el piano disruptivo de Mike Garson —insertando caos sobre el esqueleto del track homónimo— delineaba un indicio de que la piel de Ziggy no estaría en su lugar por mucho tiempo más.
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David Bowie en 1973. Foto: Michael Ochs Archives / Getty Images.[/caption]
Deja mis zapatos y la puerta sin seguro, puede que me escabulla por el día
La primera noche en el Hammersmith Odeon, básicamente fue un ensayo con público para la filmación al día siguiente, el gran día. Ken Scott, el productor detrás de los tres discos más recientes de Bowie —Hunky Dory, Ziggy Stardust... y Aladdin Sane— decidió ir acompañado de Roy Baker, ingeniero en los estudios Trident, para registrar el concierto en el estudio móvil de RCA, según recuerda en sus memorias Abbey Road to Ziggy Stardust (2012, Alfred Publishing). "El show transcurrió sin incidente alguno, hasta que David tomó el micrófono y dijo: 'A todos ustedes, esta ha sido una de las giras más grandiosas de nuestras vidas. Me gustaría agradecer a la banda, a nuestro equipo, a nuestros iluminadores. De todos los shows de la gira, este show en particular será el que más perdurará, porque no solo es…no solo es el último show de la gira, sino que es el último que alguna vez haremos. Gracias'".
Tanto Ken como la banda quedaron atónitos. John 'Hutch' Hutchinson, amigo de Bowie desde sus comienzos y uno de los músicos que le acompañaba en la gira, tuvo un presentimiento de que algo raro podía suceder, según consigna el biógrafo Paul Trynka en Starman (2012, Little Brown): "Hutch fue el primero en percibir lo que sucedía, cuando David se acercó a decirle algo, la primera vez que le decía algo en semanas. 'No vayamos de inmediato con "Rock 'n' Roll Suicide"' –le dijo David a su viejo amigo. 'Quiero decir algo antes'". Y lo dijo.
"Mi primer pensamiento fue '¿Qué acaba de decir? ¿Dijo que este era el último show que haremos?'. Mis ojos fueron directamente a Trevor quien, juzgando por su expresión, estaba pensando lo mismo. Miré al resto de la gente en el escenario y la mayoría tenía la misma expresión, desconcertados. Gente en el público comenzó a gritar 'No, no, no' y podía ver que los fans al lado del escenario estaban llorando. Luego, Hutch, el guitarrista rítmico de soporte, comenzó a tocar los acordes introductorios de "Rock 'n' Roll Suicide" (…) Mientras duraba la canción me preguntaba si acaso esto sería otra de las estrategias publicitarias de Bowie", recuerda Woody Woodmansey, el baterista de los Spiders en sus memorias Spider from Mars: My Life with Bowie (2017, Pan Books). En la fiesta posterior al show, en el Café Royal de Regent Street, con invitados como Ringo, Lulu, Jagger, Lou Reed, Cat Stevens, Jeff Beck o Keith Moon, Woody esperaba tener un momento para acercarse a Bowie y preguntarle mejor lo ocurrido, pero no era el momento propicio, y la oportunidad nunca se dio. A la mañana siguiente, Woody debía viajar a Yorkshire para casarse el 5 de julio en las oficinas del registro.
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Bowie en 1972. Foto: Michael Ochs Archives / Getty Images.[/caption]
Seré tu esclavo
En 1972, la primera gira de Ziggy Stardust & The Spiders from Mars por Estados Unidos, fue costeada por David y la banda, aunque los gastos correrían por cuenta de RCA y serían descontados posteriormente a contra de las ganancias futuras. Todo esto, a sugerencia del manager Tony Defries —"Deep Freeze", como le apodaba Ken Scott. Defries incluso les recomendó que, para ser tratados como estrellas, debían comportarse como tales, lo cual les llevó a utilizar limosinas y costoso servicio de habitación. Un ingrediente más a este apocalíptico sueño lunar fue la llegada de Mick Garson. Según relata Hutch en sus memorias Bowie and Hutch (2014, Lodge Books), Bowie y Mick tuvieron la idea —dos semanas antes de la primera fecha— de sumar un pianista a las presentaciones para hacerle justicia al álbum Ziggy Stardust. Ken Clancy, gerente de RCA en Londres y fan del jazz recomendó a Garson para el puesto. "Debo haber tocado 18 segundos cuando Mick me dijo que tenía el trabajo", recuerda Garson en el libro de Hutch. Garson pensaba que como superestrellas, mínimo la banda recibía 2 mil libras por semana, y pidió 800 considerando que era un invitado. No sabía que la realidad era otra: Defries tenía a cada uno por unos míseros 30 a la semana —sin contar que los gastos eran suyos. "Mick Ronson, siempre importante para David, probablemente ganaba unos pesos más que la sección rítmica, pero nunca le dijo a nadie", añade Hutch.
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David Bowie en 1973. Foto: Richard Creamer / Michael Ochs Archives / Getty Images.[/caption]
Esto es genocidio
Aunque el fin de Ziggy tomó por sorpresa a la banda en el momento mismo de la presentación de la última canción, "Rock 'n' Roll Suicide", la mañana de aquel martes 3 de julio de 1973, el mismo Bowie había dado pistas al NME, llamando para que tuvieran lista una portada con la noticia. Hasta esa fecha, según las estadísticas del publicista de RCA, Barry Bethel, el tour de Ziggy había tocado para 125.000 personas y recorrido 7000 millas, solo en Reino Unido. Mientras todo ello había ocurrido, nadie imaginaba la cantidad de deudas que se escondían. El lema de verse y actuar como estrellas para ser vistos como estrellas, impuesto por Defries, llevaría todo al desastre. "Sospecho que probablemente no había otra forma de conseguir aquella percepción de estrellato a nivel internacional para David, en un período tan corto de tiempo. Y, de todas formas, tampoco era el dinero de Tony Defries el que estaba en juego", sentencia Hutch en su libro.
Las canciones expelidas por Bowie aquella noche, cada una cargada de ardiente fricción ejecutada por la potente banda marciana que le acompañaba, eran una avalancha: "Hang on to Yourself", "Ziggy Stardust", "Moonage Daydream" —con Ronno haciendo gemir a su guitarra como una pistola láser—, "The Width of a Circle", y las versiones proto punk de "Let's Spend The Night Together" —dedicada a Jagger— y "White Light/ White Heat" de la Velvet Underground, dedicada a Lou. Junto a Jeff Beck, la banda interpretó "The Jean Genie". Beck no tenía idea de que lo estaban filmando, y no le gustó nada cuando se enteró. Una versión de una hora de duración de la filmación vería la luz en la televisión estadounidense en octubre de 1974, incluyendo el segmento de Beck y con una mezcla de sonido diferente a la que hoy conocemos, hecha por Bowie y Mike Moran. Diez años después, finalmente vería la luz de forma definitiva, con una nueva mezcla de sonido a cargo de Bowie, Tony Visconti y Bruce Tergerson. Fue mezclado una vez más, por Visconti y Rich Tozzoli para la edición 30 aniversario. "No soy un fan de ninguna de las mezclas", sentenció Ken Scott en sus memorias.
Aquella noche, los fans de Bowie, destrozados, todos vestidos como clones del mesías interestelar, veían como su mundo se caía a pedazos. Bowie y Ziggy, para entonces, estaban tan cercanos el uno al otro, que nadie jamás imaginó que el retiro de Ziggy no significaba otra cosa que una despedida de la música. Y la idea de Bowie jamás fue dar muchas explicaciones, dejando a la gente presa de la arena movediza de su pensamiento. Ni siquiera en su última jugada, Blackstar, intentó darlas. Lo que siempre quiso fue generar más y más preguntas, alimentar el enigma y de esa forma anquilosarse en la mente de sus seguidores, como una forma de vivir para siempre. "No creas en ti mismo, no te engañes con las creencias. El verdadero conocimiento viene al liberarse de la muerte", cantó alguna vez.
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Da la vuelta y enfrenta lo extraño
Pin Ups, un disco de covers enfocado en actos británicos de los sesenta y en canciones desconocidas en Norteamérica, fue el último arañazo de los Spiders. Grabado sin Woody Woodmansey en batería —a quien Tony Defries se encargó de despedir por teléfono una hora después de la ceremonia de su boda, el 7 de julio—, contó con un incómodo Trevor Bolder a última hora debido a que Jack Bruce rechazó la propuesta. Las sesiones de grabación se harían en Francia, en Château d'Hérouville y junto a Ken Scott nuevamente —quien había grabado en aquella locación junto a Elton John. Bowie volvería a grabar ahí mismo cuatro años después su disco Low junto a Tony Visconti.
"El disco Pin Ups fue un placer, y sabía que la banda se había acabado. Fue una última despedida para ellos en cierta forma", dijo Bowie a Melody Maker en septiembre de 1974, un año y dos meses después del show final de Ziggy. Su disco Diamond Dogs conservó solamente a Garson en el piano, y se registró una versión de "1984/Dodo" junto al productor Ken Scott, pero no quedó en el disco. Producido totalmente por Bowie, todas las guitarras —excepto el cameo de Alan Parker en "1984", fueron tocadas también por él. Pero, para aquella entrevista en el último tercio de 1974, Bowie ya tenía lista su huida del rock. "Diamond Dogs fue el comienzo de este álbum, realmente", dijo tras mostrarle a Robert Hilburn una versión preliminar de lo que hoy conocemos como Young Americans, para ese entonces llamado tentativamente One Damn Song —también The Gouster, como fue editado en el box set Who Can I Be Now?— y aún sin las sesiones junto a John Lennon que llegarían para alterar su estructura definitiva.
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"Cosas como 'Rock and Roll With Me' y '1984' fueron embrionarias de lo que yo quería hacer. Traté muchas cosas, no era un disco conceptual, era una colección de cosas y no tenía una banda, de ahí surgió tensión. No podía creer cuando lo había terminado, había hecho tanto yo solo (…) las canciones que más me gustaban me dieron el conocimiento de que había otro disco en mi interior con el que sí estaría feliz. Quiero decir, si no hago discos que me hacen feliz, entonces no los hago. No es cosa de ir y hacer una docena de discos, tienen que significar algo para mí. Lo que ocurre, es que escribo muy rápido, mucho. Por eso parece que tuviera tantos discos. Y este, es lo más cercano a conocerme desde el disco Space Oddity, el cual era muy personal, me tiene muy emocionado", añadió Bowie. El Rock estaba muerto. "Siempre estuvo ahí, era cosa de simplemente cuándo iría yo a salir de este closet. La respuesta, obviamente, era que lo haría cuando me sintiera confiado". Siempre de estación en estación, para Bowie siempre había una nueva carrera en una nueva ciudad.