"¿O sea que los niñitos no sabrán quién fue Arturo Prat?", dice en broma y en serio Raúl Zurita (69) cuando se le pregunta si está enterado sobre el debate local del cambio curricular que dejará el ramo de historia como electivo a contar del próximo año. "Lo encuentro terrible", agrega el Premio Nacional de Literatura, quien lleva varias semanas en Italia.

"Descanso, viajo, escribo, espero la llamada de un hospital diciéndome ahora. Estoy en Pavía, una ciudad muy bella que está a media hora de Milán y que tiene cosas extraordinarias, como toda Italia, desde donde observo el panorama de Chile", cuenta el autor de Purgatorio, quien desde hace 20 años padece de Parkinson.

La espera no le ha impedido moverse. A mediados de junio participó en el Festival de Poesía de Rotterdam, en Holanda. También recorrió el ex campo de concentración de Auschwitz, en Polonia.

Por estos días, llegan a librerías de Hispanoamérica copias de Guárdame en ti en la colección Poesía Portátil del sello Random House. La antología es una selección del crítico español Ignacio Echevarría, quien tomó versos de los libros Tu vida rompiéndose y La vida nueva. Así también en septiembre se estrena en salas locales el documental Zurita, donde Alejandra Carmona Cannobio retrata los años recientes del autor, en particular su batalla contra el Parkinson.

Profesor emérito de la UDP y Premio José Donoso 2017, Zurita integró​en los 80 el CADA (Colectivo de Acciones de Arte), junto a los artistas Lotty Rosenfeld y Juan Castillo, la escritora Diamela Eltit y el sociólogo Fernando Balcells. El poeta lleva varios años escribiendo las memorias sobre aquellas intervenciones radicales en años dominados por la represión. Parte de ellas se publicarán, aún sin fecha, por Literatura Random House.

¿Cómo han sido sus días en Italia?

Como te decía, descanso, leo, viajo y escribo... Igualmente observo el panorama del país y cierta clase dirigente, insular y con complejo de superioridad, lo que es una mezcla fatal, con un nivel de debate paupérrimo y un debate paupérrimo es la condición ideal para que triunfe el fascismo como ya ha ocurrido en Italia. Claro, en Italia te internas por una callecita medieval y en dos minutos estás frente a la eternidad, pero no hay nada más efímero que la eternidad; en cada ser humano violentado la eternidad se derrumba, lo primero que se derrumba frente al hambre es la historia. Y es esa la lucha cotidiana del poeta de hoy: luchar para que no se derrumbe la eternidad, es decir, luchar para que no haya hambre en el mundo.

Guárdame en ti está dedicado al editor Claudio López, fallecido en enero pasado a los 59 años...

Claudio López fue un ser entrañable. Nos vimos todas las veces que él venía a Chile o yo iba a España. La última vez fue en Guadalajara, no coincidíamos pero él se quedó una noche más para que almorzáramos juntos. Llevo conmigo la última imagen que tengo de él y es como si hubiera una bondad no humana que te entregan las imágenes más queridas con una lógica que es incomprensible. Luego vino la llamada del querido Ignacio Echevarría pidiéndome que grabara el poema Guárdame en ti para ponerlo en los funerales; cómo no me voy a emocionar cuando me llega el índice de este libro. Quienes me conocen saben que soy muy poco chic, solo un predecible sentimental.

¿Cómo fue la participación en el Festival de Poesía de Rotterdam?

Este festival es uno de los más grandes encuentros de poesía del mundo y cumplía 50 años. A mí me invitaron por segunda vez. Me dieron el honor de cerrar el festival en un teatro enorme atestado de personas y fue una de las cosas más impresionantes que me han pasado . Salió en holandés una antología, Este no es un sueño, este es el mar, con traducción de Lisa Thusisen, y se agotó en minutos, pero una semana antes había tenido la misma experiencia en Polonia. Entre el público había dos estudiantes polacas que no olvidaré jamás: una que me abrazó llorando como 10 minutos y su amiga que me dijo que ella no iba a llorar porque no quería que se le corriera el maquillaje. Genial. Me pareció entender entonces que la poesía va más allá de los significados; es el canto de las lenguas, de todo el dolor y el amor que ellas han debido expresar.

¿Tiene alguna obra pendiente por desarrollar?

Estuve en Auschwitz y fue una experiencia arrasadora. Todo el arte moderno se derrumba frente a eso. Adorno dijo, como se ha citado tantas veces, que después de Auschwitz no se puede escribir poesía. Yo pienso que lo único que se puede oponer frente a esa dimensión casi inconcebible del horror humano, es la humildad dolorosa del poema. Auschwitz es la prueba máxima de que aquello que llamamos humanidad, no se merece su lugar en el universo. Y el universo lo sabe.

¿Ha sido complejo escribir sobre el CADA?

Escribí muchos de los textos del CADA, y en los últimos años sentí la necesidad de retomar esos escritos. Desde entonces no he parado de escribirlo, de hecho una parte, la publicable, está comprometida con Random. Mi dilema no es hasta dónde puedes escribir, debes escribirlo todo, sino hasta dónde puedes éticamente publicar. Cuando escribí Zurita (2011) mi respuesta fue inmediata: No hay límites, y eso fue su ética. El CADA fue mucho más que un grupo de artistas activistas, fue el lugar donde unos pequeños tipos rotos de un pequeño país roto apostaron sus mínimas vidas, sus pequeños delirios, sus cortos amores, para recordarle a los otros la grandeza de un sueño que ninguna dictadura puede abatir: el sueño de un nuevo sueño. Las acciones de arte fueron antes que nada eso: el sueño de un nuevo sueño.