Entre los historiadores chilenos se ve poco lo que Parra llamó "la izquierda y la derecha unidas". Pero se ha visto. Como cuando un cuarteto de cultores de la disciplina las emprendió contra la "pegatina de anécdotas desestructuradas" que a su juicio pueblan la Historia secreta de Chile (2015), el libro de Jorge Baradit que llevaba ya largos meses en lo alto de los ránkings. Colegas de muy diversas posturas políticas las emprendieron entonces contra el escritor, a quien sin embargo no le faltarían historiadores profesionales que le prestaran ropa.
Hoy, a tres años del "affaire Baradit", otro tema concita en el gremio una unidad aún mayor. Tanto así, que el propio Baradit ha oficiado de "rostro" del movimiento que impugna la decisión del Consejo Nacional de Educación (CNED) en virtud de la cual, a partir de 2020, la asignatura de Historia quedará excluida de la malla obligatoria para los dos últimos cursos de la Enseñanza Media. Tanto así, que hasta una sonrisa le despierta todo esto a Joaquín Fermandois (Viña del Mar, 1949).
Docente en las universidades Católica y San Sebastián, el autor de La revolución inconclusa exhibe la sonrisa entre las rumas de libros y documentos que asoman en su oficina del Campus San Joaquín, y que incluyen el manuscrito de Sísifo, o la democracia en Chile, su próxima publicación. Situado como está a la derecha del espectro político -su rol en la Comisión de Relaciones Internacionales del Instituto Libertad lo hace, en sus palabras, "cercano a RN"-, tiene también un papel directivo que se toma muy en serio: desde septiembre del año pasado, y hasta 2023, preside la Academia Chilena de la Historia, institución que no ha querido marginarse del debate y que lo ha tenido como principal vocero.
Así fue como el 30 de mayo apareció en El Mercurio una carta suya al director donde califica la decisión del CNED como un "error funesto" y se pregunta si no obedecerá "a una idea inconsciente de que la lectura meditada de la historia no aporta a la preparación para el futuro". Cuatro semanas después y a nombre de la Academia, escribió otra carta que replica la que la entidad le dirigió a la ministra Marcela Cubillos: ahí dice que Historia "debiera estar en el corazón del currículum" y que "todos los chilenos debieran recibir una formación que les permita entender su ser más propio, que es histórico".
"Queríamos que se supiera que estábamos muy preocupados de este tema y que deseábamos intervenir en el debate", afirma hoy Fermandois, quien ignora si la ministra leyó la misiva. Para todos los efectos, agrega, era necesario plantear que "la historia es el presente, porque somos seres históricos: el pasado está con nosotros, el futuro está con nosotros, el presente es lo que vemos".
"Como a los historiadores profesionales nos unió Baradit, de la extrema izquierda hasta la extrema derecha", afirma, "esto también ha unido: tenemos una opinión, en términos generales, de que esto no puede ser".
El culto a las reformas
"Cuando los saberes se hacen voluntarios, dejan de existir", plantea el académico, quien dibuja una analogía con los idiomas que han ido quedando fuera de la escuela, como ocurrió con el francés. Peor aún, piensa, es que tales saberes se hagan voluntarios en 3° y 4° medio, a "esa edad en que la mente empieza a abrirse" y en que "la persona está cambiando".
¿En qué medida se aboga por un fin superior y en qué medida se defiende una parcela?
Es un riesgo, y estamos sometidos a esa acusación. Hay algo de cierto también, porque si se termina el interés en la enseñanza, en la historia, va a haber menos profesores. Y aunque nuestra misión no es solo formar profesores -de hecho, en muchas universidades están separados los que forman profesores y los investigadores-, está el interés de la institución: para qué financias historiadores, acaso para que escriban libros que luego muchos no entienden.
Otro aspecto que ha asomado en la discusión es el del "pensamiento crítico", que estaría amenazado…
¿Y qué es pensamiento crítico? Un verdadero pensador siempre ha hecho preguntas de verdad, desde los presocráticos hasta ahora. Así que, para mí, el "pensamiento crítico" es una tautología. Ahora, si queremos poner énfasis en que la gente aprenda a pensar, sí, pero todas las ciencias enseñan a pensar, cada una con su objeto, su historia y su metodología.
¿En qué lugar queda Historia cuando se critica el "asignaturismo" escolar y se fomenta lo interdisciplinario?
Lo interdisciplinario es importante, pero las interdisciplinas no han abolido a las ciencias. Las ciencias tienen miles de años, en algunos casos. Desde la ciencia madre, la filosofía, se han desprendido ciencias, y las ciencias permanecen. El lenguaje de los historiadores, por su parte, se alimenta de otras ciencias: política, derecho, economía, sociedad, antropología. Ahora, cómo llevar la interdisciplinariedad a la enseñanza media, es otro tema, y depende mucho de la cultura del profesor.
¿Qué significa que se haga bien una clase de historia?
Que la gente aprenda cosas, algún mínimo de historia: de dónde venimos, cuáles han sido las grandes civilizaciones, cuál es la historia de este país, sus etapas, sus problemas. Somos parte de este país, y eso lo tienen que tener.
Publicó una columna donde dice que la reforma al currículum "delata un afán juguetón con medidas aparatosas de reforma permanente, plaga de nuestra educación". ¿Piensa en mejorías sin reformas?
La (reforma) de Frei Montalva fue importante, pero no sé cuánto logró. Ahora se está pensando volver al antiguo sistema de 6 años de primaria y 6 de secundaria... En vez de hacer tanta reforma, hay que mejorar las cosas, mejorar la calidad. En otros países hay un culto a las reformas en sí mismas. Reformas en nuestra época eran las revoluciones. Y es algo que tiene prestigio, desde lo político hasta lo empresarial: que haya un nuevo proyecto; las cosas han cambiado, ya el pasado no existe.