En 1988, a bordo de un vuelo que los llevaba a Europa, Jeffrey Katzenberg, Roy E. Disney y Peter Schneider, los principales ejecutivos de los estudios Walt Disney por esos días, coincidieron en que uno de sus próximos proyectos animados debía estar ambientado en África. Una idea que con el paso de los años se convirtió en El rey león, la cinta donde se conoció la historia del cachorro Simba y su paso a la adultez y a convertirse en el líder de la manada, tras la muerte de su padre, Mufasa, soberano de las Tierras del Orgullo.
Después de su estreno, en junio de 1994, la película recaudó una gran suma de dinero –más de US$ 968 millones a nivel mundial- y se convirtió en un fenómeno entre el público, gracias a su historia, el nivel de animación y las canciones de Elton John y Tim Rice. Por ella, varios crecieron recordando la escena en que el sol asoma por la sabana africana, mientras alguien canta "nants ingonyama bagithi baba!" (en zulú "aquí viene el león, padre"); el trágico destino de Mufasa y la filosofía de Timón y Pumba y su "hakuna matata" (sin preocupaciones).
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Simba, Timon y Pumbaa. Foto: Disney.[/caption]
Un cuarto de siglo más tarde, Disney, en medio de su boom por revivir en acción real sus clásicos animados, presenta una nueva versión de su Rey león, bajo la dirección de Jon Favreau, quien en 2016 ya probó suerte en este campo al revisitar El libro de la selva. Un proyecto que para este cineasta tuvo su génesis en un viaje que realizó a África, donde fue testigo de cómo los turistas coreaban "hakuna matata", al divisar a un grupo de leones sobre una roca.
Con esta inspiración y la venia de los ejecutivos de Disney, en 2016 comenzó su desafío, teniendo en claro que debía respetar el recuerdo que existía entre el público de la película. Al respecto, en 2017, en medio de su producción, le afirmó al sitio Gizmodo que: "Creo que parte de esto es simplemente entender cómo funciona la memoria. Qué expectativas tenemos y luego ser capaz de hacer cosas como: 'Creo que podemos (mejorar) el humor aquí, no creo que esta broma se mantenga, creo que podríamos cambiar la caracterización de este personaje para sentirnos más consistentes".
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Simba y Nala.[/caption]
Un par de años después, el fruto llega a las salas de cine para, a lo largo de casi dos horas de extensión -casi media más que la original-, presentar casi intacta la historia del joven león Simba. Pero ahora en medio de imponentes paisajes y con la detallada recreación física de sus salvajes protagonistas, donde se consideró hasta los más mínimos detalles de su aspecto físico -pelajes, colmillos, ojos-, que en momentos hacen pensar que se está en presencia de un documental de Nat Geo o de David Attenborough, como Planeta tierra.
En medio de este entorno más cercano a la hiperrealidad, uno a uno retornan personajes como Mufasa, su hijo Simba y su hermano Scar, que junto a las hienas son eje de las escenas más dramáticas y oscuras, y tal vez no aptas para niños muy pequeños. En el lado luminoso, en tanto, se sitúan Timón y Pumba, el suricato y el jabalí que se convierten en los mejores amigos de Simba y acá están a cargo de los momentos más entretenidos de la cinta.
https://www.youtube.com/watch?v=ag8i7Cw-ehE
Su producción
Uno de los elementos claves de la reformulación de la película fue el aspecto técnico, donde recurrieron a la realidad virtual para lograr el aspecto fotorrealístico del largometraje, que al mismo Favreu en un primer momento le costó definirlo, describiéndola como: "ni animación ni acción en vivo, en realidad". Sin embargo, él y su equipo filmaron escenas como lo harían con cualquier cinta convencional: con dollys –los carros con ruedas en que se montan las cámaras para moverlas-, grúas y otras herramientas.
Esto permitió al reconocido cinematógrafo Caleb Deschanel obtener los ángulos correctos para conformar las escenas en el plano virtual, por medio de la realidad digital y paisajes, como la Roca del Orgullo o el árbol de Rafiki, que estaban en un archivo computacional. Así, por muchos meses Favreau, Deschanel y el resto del equipo vivieron en una especie de videojuego de filmación, con entornos virtuales de 360 grados, llenos de animales digitalizados, alrededor de los cuales podían desplazarse y en donde sumaban las escenas filmadas con los actores.
Además, para esta versión se eligió un elenco de voces totalmente nuevo, con la única excepción de James Earl Jones, quien volvió a interpretar a Mufasa. Un grupo de artistas, en su mayoría afrodescendientes, liderado por el actor y cantante Donald Glover, que incluye a figuras como Seth Rogen, Chiwetel Ejiofor, John Oliver, Keegan-Michael Key, Billy Eichner, Alfre Woodard y Beyoncé Knowles-Carter.
Esta última es quien presta su voz a Nala, amiga en la infancia y luego interés amoroso de Simba, un personaje que ahora tiene mayor importancia en el relato. Además, ella interpreta una de las nuevas canciones del soundtrack, Spirit, que también será parte de su propio álbum The Lion King: The Gift, que ella produjo e incluye a una serie de artistas "impregnados de los sonidos de África", como se leyó en su sitio en Instagram.